|Casual|

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Nathan.

•"¡Mierda! ¿Qué hice anoche?" Cuando desperté me sentí atónito, estaba desnudo con una sábana delgada cubriendo mi hombría y con Hadassah a mi lado y su fina espalda desnuda

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•"¡Mierda! ¿Qué hice anoche?" Cuando desperté me sentí atónito, estaba desnudo con una sábana delgada cubriendo mi hombría y con Hadassah a mi lado y su fina espalda desnuda. Giré en busca de un reloj sólo para alarmarme al ver que eran las 9:00 de la mañana — ¡Maldición! Yo... Debo regresar— Eleanor; mierda... Simplemente pensar en ella me provocaba sudar frío. Rápidamente y con sigilo me puse de pie para comenzar a vestirme y salir de ahí cuanto antes. — ¡Mierda! —.

 — ¡Mierda! —

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<Anoche>

Caminaba nervioso y tenso detrás de Hadassah, repitiendo en mi mente su pregunta "¿Fue porque antes terminaste conmigo?" aquello me había tomado por sorpresa; en derecho existía algo que permitía a una de las parejas de una relación, demandar a la otra si le había hecho "perder el tiempo", esto quería decir que llevarán mucho tiempo de novios pero sencillamente no tuvieran planes de comprometerse. Cuando escuché aquello no lo pude creer, sin embargo inmediatamente pensé en Hadassah; mi primera novia y con la que dure 6 años de relación... Todo hasta que Eleanor me confesó sus sentimientos y yo prácticamente cambie a Hadassah. Así ella desapareció llevándose todo, hasta el más insignificante sentimiento, por lo que pude comenzar mi relación con Eleanor; la cual duro dos años y poco tiempo después nos comprometimos.

Por esa razón yo preferí nunca decirle nada a Hadassah, en primer lugar porque ambos cortamos comunicación y en segunda, porque sencillamente no lo creí correcto — aunque ahora parece que cometí un error al no decirle — sin duda volver a verla había hecho que aquel cajón se removiera, y con ello sentimientos extraños e incómodos se abrieran camino.

-¿Te quedarás ahí para siempre?- preguntó bufona. Cuando me di cuenta ya nos encontrábamos en su habitación y yo cual gárgola en el pasillo.

Al momento que entramos, fui abrazado por un aroma a limón y a ese perfume de Carolina Herrera. Aquel lugar era realmente espacioso; una cama matrimonial con sábanas blancas, pequeños sofás con tapiz de terciopelo café y una preciosa vista de las Vegas.

-¿Quieres tomar algo?- preguntó la chica, quién se había apoderado de un lugar en el sofá cruzando sus largas piernas, para luego soltarse graciosa la melena que le cayó como cascada por los hombros- Puedo pedir algo.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora