|Confió en Ti|

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Eleanor

Había perdido la cuenta de los días que llevaba en el hospital, se había convertido en un hábito el simple hecho de acostarme y ver como el sol salía y se ocultaba conforme el pasar de los días

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Había perdido la cuenta de los días que llevaba en el hospital, se había convertido en un hábito el simple hecho de acostarme y ver como el sol salía y se ocultaba conforme el pasar de los días. Durante ese tiempo, había memorizado los horarios en los que la puerta metálica frente a mí se abría, en las mañanas siempre me visitaba un doctor, no era muy amigable, solo entraba y me preguntaba sobre mi estado, después de escribir un par de cosas se retiraba sin decir mayor palabra, por lo que había optado en no intercambiar muchas palabras con él. Después me visitaba una enfermera de nombre Julia, ella me agradaba, aun cuando yo no le respondía a todo lo que me decía, siempre que entraba por esa puerta me saludaba con una gran sonrisa, de hecho en algún momento manifesté, que prefería mil veces que a la primera persona que yo pudiera ver al iniciar el día, fuera a la enfermera Julia, antes que al doctor nefasto que entraba para "revisarme" sin embargo, no considere bien a quien hacerle mi petición, y después de eso, solo podía ver a Julia en algunos momentos del día. Recibía visitas de amigos y familiares, en esos momentos del día era cuando más incómoda me sentía, porque después del accidente todo se sentía raro, y no era solamente por el hecho de que sentía demasiado dolor en el cuerpo, o que emocionalmente me sintiera confundida por todos y por todo, sino porque ver a todas esas personas entrar a mi habitación era un sentimiento agobiante.

Mi momento favorito del día era cuando Rebecca entraba a mi habitación, a diferencia de todos los demás, ella no me trataba con delicadezas o no me dedicaba esa mirada lastimera cada que miraba mis golpes. Ella era graciosa, elocuente y algo áspera al hablar.

-Hoy luces menos muerta-bromeaba cada vez que miraba.

No era como que mantuviéramos conversaciones, de hecho, la mayor parte del tiempo, Rebecca se la pasaba hablando, a veces mientras me contaba una historia diferente a la del día anterior, pensaba sobre como a esa chica nunca se le acababan las historias, en ocasiones me platicaba sobre historias viejas, historias que por más que intentaba recordar, no podía vislumbrar el recuerdo.

Asimismo, mi momento menos favorito en el día era cuando Hudson me visitaba, a diferencia de Rebecca, ellos actuaban completamente exagerados y se preocupaban de cosas innecesarias, me trataban como si con el mínimo roce pudiera romperme. Particularmente Hudson era quien más me crispaba los nervios, en una ocasión incluso tuve que echarlo de mi habitación.

-No imaginas lo preocupado que estaba por ti-Mencionó Hudson casi envuelto en lágrimas. - Si te hubiera pasado algo... no sé qué habría hecho, quizás me habría vuelto loco... tu sabes que después de lo de papás... las cosas fueron raras... gracias a dios conocí a Tania, pero... tu eres todo lo que me queda... a veces pienso que podría buscar al imbécil que te dejo así... ¡Dios! Creo que podría matarlo...

-Entonces... dices si yo hubiese muerto, estaría mal. Pero está bien si tú quieres matar a alguien ¿Es eso lo que piensas? -Pregunté al mismo tiempo que lo miraba con mucha frialdad, en ese momento el rostro de Hudson se había desencajado, como si aquella pregunta lo hubiese tomado por sorpresa- ¿Sabías que, de todos los seres vivos, el ser humano es el único capaz de matar con total y absoluta consciencia a otro humano? Algunos lo hacen por placer, por venganza, por defensa personal, porque alguien se los ordeno... en fin. Pero, también son los únicos capaces de temerle a la muerte...

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora