¿Y si tres días antes de tu boda, te enteras que tu pareja ha sufrido un accidente?
Descubre la historia de Nathan y su prometida Eleanor, quienes a tres días de su boda se ven envueltos en una situación peculiar.
-Si decido aceptar, ¿Tu ac...
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-¿Nathan? ¿Qué ocurrió? ¿Por qué Leonor se fue de esa forma?-preguntó Vionel.
-¿Has molestado a la chica?-cuestionó Rafael quién me miraba con las cejas enarcadas.
No importaba que tanto me lo preguntaran, ni siquiera yo encontraba la respuesta al extraño e intrigante comportamiento de la chica; "tenías que olvidarlo" — ¿Olvidar el que? ¿A qué se refería? —, muchas veces escuche que las mujeres suelen ser misteriosas y algunas veces interesantes, pero nunca imaginé a que grado. La señorita Campbell no sólo me parecía un poco rara, sino que además una parte de mí en el fondo me gritaba que algo había en ella que me resultaba familiar; además de que me parecía muy interesante la forma en la que hablaba con ese toque arrogante en su voz, al mismo tiempo que te miraba prácticamente por encima del hombro, era claro que no tenía problemas de autoestima, después de todo su cuerpo emanaba completa y absoluta seguridad, parecía no sólo ser petulante sino además fría y calculadora; estaba seguro que no era el tipo de chica con la que hubiese querido involucrarme, pero tan sólo en pensar en su expresiva aunque tajante mirada me provocaba un escalofrío. Sin duda ella poseía algo que me tenía intrigado, algo dentro de mí me pedía a gritos que me acercara más a ella. Fue entonces cuando en mi mente aparecieron de nuevo esas memorias distorsionadas, aquellas en las que solo vislumbra una sombra, a diferencia de antes está vez pude sentir algo más en mi interior, algo que congelaba mi cuerpo al grado de paralizarme, podía sentir las caricias vacías esas que usualmente sólo sentía por las noches al dormir, y entonces a mi mente vino una mirada, una peligrosa y cautivadora, tan fría y engreída que quizás me hubiese hechizado lo suficiente como para tenerme de rodillas— justo como la de la señorita Campbell ¡Mierda! sólo debo dejar de pensar en esas estupideces, la acabo de conocer y ya me estoy haciendo ideas estúpidas en mi cabeza, debo espabilarme —.
-Menuda chica-susurró bufón Rafael quién me servía otro trago.
-Ni que lo digas...-respondí evasivo.
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Había tenido la peor noche de mi vida. Por más que lo intenté no pude pegar ojo, debido a que cada vez que intentaba coger el sueño, extrañas imágenes aparecían en mi cabeza, los recuerdos me bombardeaban sin sentido y lo peor era que ni siquiera estaba seguro de que aquellas memorias me pertenecieran, después de todo el hecho de tener un recuerdo era porque fue algo muy personal, algo tan importante que te has empeñado en no olvidarlo, sin embargo aquellas imágenes parecían ser sólo fragmentos de un pasado que no estaba completamente seguro que fuese mío, y si acaso lo era, no entendía por qué no era capaz de recordarlo.
