-No...

La tenía aquí conmigo, físicamente estaba a mi lado, pero sabía que su mente, sus sentimientos no se encontraban en esta habitación; tampoco sabía que debía decir para darle la seguridad que ella necesitaba, después de todo ambos nos encontrábamos muy inestables, en lo personal estaba muy consciente de que me encontraba furioso y con deseos de llorar. Ni en un millón de años podía haber imaginado lo que en realidad ocurrió, saber que no fue cosa del destino, que no fue por que "El tiempo se le terminó", sino que en realidad alguien provoco su muerte... saber que si acaso nuestros planes no se llevaron a cabo no fue porque la vida así lo deseara, sino porque la señorita Muerte hizo todo lo posible para que nunca ocurrieran. Y al mismo tiempo una parte de mí estaba en un conflicto al sentirme decepcionado pero estúpidamente enamorado de una asesina, que no sólo me quitó a mi prometida, sino que además sin importarle nada, cambio todos mis planes, mi vida entera; irrumpió en ella sin permiso alguno, llegó para poner todo lo que soy, todo lo que me rodeaba en un manojo de plastilina que pudiera ser moldeado a su antojo; y lo peor era que aquello era justamente lo que más me gustaba. — Tal vez si dejó que el tiempo pase... mañana sea solo un triste recuerdo —.

-Necesitare tiempo...-solté al mirar vagamente el techo- quizás... después de hoy... yo te pida que no nos veamos por un tiempo, necesito aclarar todo lo que siento y asimilar todo lo que me has dicho. ¿Podrás dármelo?

-Tendrás todo el tiempo que quieras-respondió con cierta indiferencia, ella se limitó a acurrucarse más a mi lado, rodeándome con sus brazos y sus piernas- pero hoy quiero estar así contigo.

-Vale.

El tiempo pasó sobre nosotros... el sol prácticamente nació y se ocultó entre nuestra piel. No tuve idea de cuantas veces bese cada lunar, cada centímetro de su piel, después de todo no importaba si tan sólo anoche yo acababa de descubrir cada secreto en sus pecas, aún me parecían interesantes cada vez que las miraba. Durante todo ese tiempo nuestros labios se buscaron y se desearon desesperadamente, sus manos me destrozaron y me armaron de nuevo; yo sentía que ella era mi mayor peligro y mi mejor salvación. Ella se estaba convirtiendo en mi mejor concepto de oxímoron. Quería tatuarme en ella, quería formar parte de su temperatura fría y que al mismo tiempo ella experimentara a través de mí lo que era la calidez. Quería que las heridas, las mentiras, la traición se enterrara entre nuestros besos, que mis inseguridades se consumieran entre nosotros, deseaba simplemente enterrarme y volver a nacer entre sus brazos. No tuvimos que comer, no hizo falta levantarnos de la cama, Eleanor y yo simplemente permanecimos en silencio con nuestros cuerpos fusionándose uno con el otro, conociéndose, enamorándose, ni siquiera necesitábamos hablar, nuestros labios sólo se buscaban para sembrarse besos y dejar que el día continuara pasando entre nosotros. — ¿Que haré? ¿Que estoy haciendo? Ella mató a mi prometida... y aun así en lo único que estoy pensando es que quiero estar con ella... — Estaba asustado de volverme dependiente de ella y que después no tuviera las fuerzas para alejarme, no quería descubrir lo adicto que me estaba volviendo a ella, no quería verlo, pero inconscientemente ya sabía la respuesta.

-Solo quiero acabar en tu mirada-susurré sobre sus labios- perderme y nacer en ella.

-Ya no hables...-mencionó Eleanor, su dedo indicie se posó en mis labios, era suave y frío, se sentía muy bien -todo estará bien, Nathan... ¿Romperías mis dedos?

-¿Eh?-balbuceé. No estaba seguro si había escuchado bien, pero mis ojos se abrieron cual esferas. Sin embargo ella simplemente me miraba toda tierna y sonriente con el cabello despeinado cayendo seductor sobre su pecho desnudo, al mismo tiempo que extendía sus manos frente a mí.

-Por favor, Rompe mis dedos-repitió con gentileza.

Entonces recordé aquel día en las vegas, la ceremonia de boda que ella vio y como mencionó que ella haría otro tipo de votos, en ese mismo instante que me di cuenta, pude imaginarme a mí mismo con las mejillas coloreadas; nuestras miradas se conectaron al igual que ambos dibujamos una estúpida sonrisa colegiala. Yo no podía odiarla aún cuando lo deseara con todas mis fuerzas. Sólo tomamos nuestras manos y por primera vez... recuerdo haberme comprometido.

Estaba completamente seguro que eran cerca de las dos de la mañana, después de todo lo ocurrido finalmente el sueño me había vencido

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Estaba completamente seguro que eran cerca de las dos de la mañana, después de todo lo ocurrido finalmente el sueño me había vencido. Había un extraño frió en la habitación, era como si hubiese dejado la ventana abierta; lo curioso era que el frió se centraba en todo mi cuerpo. De alguna manera no podía moverme ni mucho menos despertar aunque lo hubiese deseado. Se sentía muy incomodo, era como un hormigueo por todo el cuerpo; —Eleanor... intenta controlarte, te sientes muy fría — creí haber balbuceado en sueños, fue cuando sentí una caricia en mi pecho, como si se posara cual mariposa en mi corazón; no podía explicarlo pero era como si en realidad pudiese tomarlo entre sus manos.

-Tranquilo... La herida no tendrá cicatriz...-susurró una extraña voz, una que nunca había escuchado, pero aún así me resultaba familiar- estará bien, quedaran tan enterrados que ni siquiera dolerá. Nathan lo lamento...-fue cuando un sentimiento realmente frió, incluso más que la nieve, se posó entre mis labios- no podre cumplirte pero aun así gracias por enseñarme el mundo humano a través de tus ojos.

-fue cuando un sentimiento realmente frió, incluso más que la nieve, se posó entre mis labios- no podre cumplirte pero aun así gracias por enseñarme el mundo humano a través de tus ojos

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-¿Qué te pasa Nathan?-preguntó Rafael quién me miraba preocupado.

-¿Eh?-solté cual idiota, tenía el cuerpo completamente dormido y me sentía fuera de lugar. Estaba algo aturdido- ¿Rafael?

-Pues si ¿quién mas sino?-respondió el chico que continuaba mirándome confundido-estas rarísimo... Estabas hablándome del caso de la señora Rodríguez cuando te quedaste todo raro.

-¿El caso de la señora Rodríguez?-repetí completamente confundido.

Estaba en mi oficina, por lo que parecía estaba discutiendo algún asunto del trabajo; pero extrañamente no podía recordar nada antes de todo eso, incluso sentía que no tenía por qué estar aquí justo ahora. Mi cuerpo se sentía fuera de cuadro, observaba toda la habitación en busca de algún indicio pero nada me indicaba o me daba la respuesta; fue entonces cuando la puerta se abrió de golpe dándole paso a Carlota, quién tenía la expresión más lúgubre que nunca le había visto o al menos eso creía.

-Nathan llamaron del hospital...-logró mencionar; tenía el rostro pálido cual hoja de papel y respiraba de forma errática, aquello me ponía realmente nervioso- Nathan lo lamento... yo...-Parecía intentar buscar valor ante lo que fuera que estuviese por decirme pero aquello me provocaba más desesperación que nunca- Eleanor ha sufrido un accidente... ella agoniza...

-¿Eh?

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora