|Verdadera relación|

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Tenerla aquí me resultaba fuera de lo normal, la antigua Eleanor nunca me venía a visitar al trabajo, las pocas veces que lo hizo era por alguna emergencia y no iba más allá del escritorio de Carlota. Era como si ambos respetáramos nuestras áreas laborales, nunca nos hicimos visitas sorpresas o algo parecido. Pero no era el caso de está Eleanor, incluso hizo un jaleo para que la trajera. 

Comencé a trabajar en mi ordenador, revisando exhaustivamente cada demanda que tenía pendiente, a ratos lanzando miradas a la chica morena que iba de aquí para allá. El que estuviera aquí, aún cuando no habláramos se sentía agradable.

-Es soso-confesó la chica de pronto al estar frente a una pared vacía.

-¿De qué hablas?-pregunté sin despegar la vista del ordenador, aún así ya tenía una experiencia de que no debía ignorarla cuando hablaba.

-Tu oficina es muy sosa-repitió al girarse cual bailarina y acercarse hasta mi escritorio-deberías ponerle un poco de color... Darle vida.

-Hay que ver quién habla de vida-solté con seriedad. Sin embargo no lo hice con el afán de ser grosero, no planeaba ofenderla pero era obvio que no obtuve ese efecto cuando sentí un frío extraño en la habitación, al girar ella estaba de pie con esa mirada furiosa clavada en mí-oye no lo dije para ofenderte.

-¿Se supone que eres irónico?-escupió con furia. Realmente la había molestado.-Idiota.

-Eleanor...-justo estaba por hablarle cuando alguien toco la puerta.

-Nathan-llamó Rafael, quién venía en compañía de Carlota-te traen los documentos de ayer y yo quisiera hablar contigo.

-De acuerdo... Voy en seguida-respondí algo aturdido-Carlota has compañía a Eleanor por favor.

-No necesito que se quede conmigo-renegó Eleanor cual niña pequeña. Pero no estaba dispuesto a complacerla.

-Se quedara-hablé con autoridad para luego retirarme, dejando a las chicas solas.

En realidad me asustaba que en el momento que la dejara ella desapareciera, era más o menos como su deporte favorito, así que se me ocurrió que si Carlota se quedaba con ella eso le impediría irse; quizás había desarrollado una fobia a que Eleanor simplemente desapareciera.

- ¡Rafael! -gritó la chica morena antes de que saliéramos-sólo para aclarar, Nathan y yo no tuvimos sexo.

"¿Qué mierda?"

De más está decir cuál fue mi reacción ante su declaración tan firme y segura. Rafael prácticamente se puso cual hoja de papel y Carlota abrió los ojos como platos. —Está chica carece de todo sentido común— aún así estaba fresca como una lechuga frente a nosotros, como si acabara de hablar de cualquier otra cosa. No había duda que a partir de ahora mis compañeros de trabajo tendrían mucho de qué hablar. Tomé a Rafael y lo lleve prácticamente arrastrando hasta un espacio en el que pudiéramos hablar, sólo que él iba sumergido en un ataque de risa del cual no podía parar.

-¿Acaso quieres morir de risa?-pregunté molesto cruzándome de brazos.

-Lo siento... Pero el tiempo que llevo de conocer a Eleanor nunca la había escuchado ser tan directa-comentó entre risas Rafael- me sorprendió mucho.

-No entiendo porque dijo algo así-refunfuñé con la mandíbula tensa, estaba algo cabreado y avergonzado -no deja de marchar a su paso y hacer lo que le viene en gana, es tan extraña y no tiene ni una mísera pizca de sentido común... ¿Acaso está loca?-comencé a escupir algo alterado mientras iba de izquierda a derecha- durante el viaje hacia exactamente lo mismo, decía las cosas que se le cruzaban en su cabeza sin importarle si acaso era correcto, era grosera y engreída.

- ¡Joder! Nathan...-suspiró sorprendido Rafael-esta debe ser la primera vez que te escucho quejarte de Eleanor.

-Tú no sabes nada-bramé con cierta frustración. En realidad no estaba cabreado, sólo que me avergonzaba a tal grado de no saber cómo manejar la situación-ella es la chica más rara.

-Ya veo que se lo pasaron bien en el viaje, hasta te veo más enamorado.

-¿Enamorado?-repetí sorprendido y algo incrédulo-no digas chorradas yo no estoy enamorado de esa...

-¿De qué hablas?-preguntó Rafael.

Para cualquiera parecía como que éramos la feliz pareja de siempre, después de todo nadie sabía la verdad, por lo tanto el que yo dijera todo eso... Para los demás era extraño. En cuanto me di cuenta de lo que había dicho mi lengua se paralizo y el corazón se me encogió.

-¿Sabes Nathan?-dijo Rafael con la voz nostálgica llamando mi atención-puedo ser distraído pero no idiota; me he dado cuenta que las cosas entre tú y Eleanor están un poco diferentes.

-¿De qué hablas?

-¡No te hagas el imbécil!-exclamó sembrando un golpe en mi hombro- en tu vida habías dejado algo sólo para irte de vacaciones, eres un maldito adicto al trabajo. Pero de pronto lo dejas todo para irte de viaje con Eleanor, llegas tarde al trabajo, la llevas a tu oficina, le hablas fuerte, incluso ahora te escucho finalmente quejándote de ella, sin mencionar que se quedó a dormir en tu casa... Se siente como una verdadera relación.

"¿Una verdadera relación?" aquellas palabras me erizaban la piel y de cierta forma me enfadaban.

-¿Quieres decir que mi antigua relación no era real?-pregunté ofendido. Mi antigua prometida y yo fuimos novios por dos años y nos conocíamos desde hace mucho, por ello el que dijeran algo así me jodía a gran escala.

-No es lo que quise decir Nathan-respondió rápidamente Rafael-sólo que ustedes siempre han sido una pareja muy controlada, se conocían tan bien que nunca los vi tener una pelea, sabían que cosa no debían de hacer para no enfurecer al otro, eran perfectos juntos y algunas veces eso se sentía muy controlado, incluso el estilo de vida de ambos encajaba con el del otro, no me mal entiendas eran lindos y todos los mirábamos felices... Pero justo ahora cuando te vi mirarla enojado, pude sentir esa energía que nunca antes te vi hacer con Eleanor... Era la cereza que faltaba ¿me entiendes?

Las mismas palabras de Hadassah regresaban a mí, cuando la encontré en las Vegas ella dijo que nunca creyó que mi matrimonio con Eleanor realmente fuera a funcionar... Y aquí estaba Rafael, mi amigo desde la universidad, y quién me había ayudado a elegir mi traje para la boda, ahora me decía lo mismo que ella, ¿por qué? Yo estaba seguro que amaba a Eleanor antes de que todo esto pasara... Y ahora todos actuaban como si en realidad nuestra relación nunca hubiera sido real.

"¿De qué me perdí?"

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora