-Pequeña Eleanor- los brazos de Hudson me estrecharon con afecto al mismo tiempo que me despeinaba juguetón. Aquello lejos de ser agradable sólo consiguió hacer que me removiera con incomodidad- te eche de menos.

-No es como que me hubiera ido mucho tiempo- respondí con dureza alejándome de Hudson. Aunque al girar me tope inmediatamente con Mariam, quién llevaba en brazos a Sammy.

-Aún cuando no fue mucho tiempo los extrañamos- basto liberar un brazo, para así tomarme por sorpresa y atraparme entre un pequeño espacio, impregnándome de ese aroma a bebe y ese cálido sentimiento que me hacia estremecer-¿Lo pasaron bien?

-Fue divertido- respondió esta vez Nathan acomodándose a un costado de mí, lo suficiente como para percibir su temperatura y su aroma natural-  en poco tiempo conocimos muchos lugares ¿Cierto?- me preguntó con sonrisa picara, en el mismo instante que me guiñaba, sabía que quería provocarme, sólo que esta vez en lugar de regresarle el comentario con mi filosa lengua, me limité a desviar la mirada al sentir a mis mejillas colorearse un poco.

-Pues vamos chicos, no se corten- exigió Giovanni quién estaba devorando trozos de queso en la mesa.

Aquello era una escena agradable, toda la mesa ocupada por amigos mientras comíamos y conversábamos. Nathan estaba más que encantado contándoles a todos nuestras pequeñas aventuras, omitiendo por supuesto ciertos detalles... Aparentemente algunas anécdotas resultaban graciosas, cuando todos estallaban en risas mientras que yo me limitaba a llenar mi boca de comida, sólo hablaba cuando alguien me hacia una pregunta directamente y no por ello me iba de largo con la lengua.

En realidad me sentía extraña... Si trataba de encontrar una palabra que describiera el momento sería algo como: incomodidad. Estar entre tantas personas y ver la forma tan cálida en la que convivían y me miraban... No era tan encantador —alguien como yo que siempre ha estado sola, no estaba acostumbrada a ser tratada con amor— aquello era un cuadro muy familiar, lleno de amigos y de sentimientos afectivos, de alguna forma no podía evitar pensar que no me pertenecía.

"Esto no es mío..."

-Eleanor, ¿Todo bien?- preguntó Rebecca con su mano sobre mi hombro- estas algo pálida ¿No te lo parece Mariam?

-Sí, te ves rara, ¿Acaso te sientes enferma?- comentó Mariam con su rostro afligido.

-Estoy bien, sólo estoy cansada- respondí con la voz desganada.

-¿Quieres ir a casa?- volvió a preguntar Rebecca a lo que sólo asentí.

No es que estuviera muy cansada pero estar en este ambiente me enfermaba un poco. Sólo quería irme cuanto antes a casa. Me puse de pie y con sonrisa de Wason comencé a despedirme de todos, sin embargo al pasar cerca de Nathan, esté me tomó de la muñeca haciéndome regresar.

-¿Te vas? - cuestionó en voz baja y mirada preocupada.

-Estoy cansada, a diferencia tuya que tienes baterías duraderas- dije con indiferente apartando su mano-Te veré luego.

-Oye Eleanor aguarda...- nuevamente su mano me tomó por sorpresa al igual que su voz- sobre lo que dijiste en Los Ángeles...-las palabras de Nathan tropezaban en su lengua, lo cual me estresaba ligeramente, hasta que lo vi tragar buscando envalentonarse-¿Podríamos hablarlo antes de que tomes una decisión?

-¿Hablarlo?- repetí con sarcasmo y mirada despectiva-¿Me lo pide la persona que en cuanto le dije la verdad comenzó a cancelar todo a mis espaldas?

La cara de Nathan se convirtió en un poema al instante que escuchó mi comentario tan duro y seco. —Si las palabras fueran puños... El mío se hubiera estampado en su estomago—  no entendía por qué su sorpresa y quizás hasta la ofensa en su mirada, yo siempre supe que Nathan comenzó a cancelar todo, en cuanto se enteró que su verdadera prometida había muerto; y a diferencia suya yo no me escandalice, de hecho podía decirse que era algo que simplemente esperaba que ocurriera. Sin decir más me despedí de todos y me retire con Rebecca.

Había pensado que en cuanto llegara a casa podría dormir cómodamente ó sencillamente pensar, sobre todo lo que me quedaba por hacer... Sin embargo estaba en un error, pues apenas llegamos Rebecca comenzó a cuestionarme sobre lo que al final había pasado aquel día que me aparecí en su sala. La chica era realmente testaruda y no se conformó cuando le dije que lo había dejado pasar al final.

-Serás cabezota... Esto lo vamos a hablar largo y tendido- anunció sacando una botella de vino de su estantería al igual que dos copas-¿Realmente piensas que me creí toda esa mierda de que fue un viaje tranquilo?

-Aquí la única cabezota eres tu- solté con irritación- además ¿Qué esperas oír? Entre Nathan y yo no paso nada.

-Eleanor ¿Me crees idiota?- estaba segura que en realidad no quería que respondiera a su pregunta literalmente, pero mentira si decía que no me vi tentada a hacerlo-  fue casi un mes que estuviste con Nathan, algo debió pasar entre ustedes; no soy una cría.

Esta chica no entendía razones, incluso por un segundo trate de hacer memoria sobre esos "detalles" que ella esperaba escuchar, pero aparentemente no había nada que valiera la pena, — aunque en Tacoma nosotros compartimos la cama, fue cuando toque su cuerpo, también bese sus nudillos y me defendió de su padre, nadamos en el lago, nos tomamos fotos en Yosemite, hicimos votos en las vegas, en los ángeles toque los labios de Nathan y bailamos en el edifico del Us Bank Tower, también estaba aquel momento cuando calentó mis manos— sin saber en qué momento, aquellos recuerdos regresaron a mí y podía sentir como mi sangre coloreaba mis mejillas, al mismo tiempo que mi corazón palpitaba cual locomotora.

-Ya ves que si hay algo que tienes que contarme...- declaró burlona Rebecca, colocando el vino en la pequeña mesa- apuesto a que será una larga noche señorita Muerte.

-¡Sólo cállate!


La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora