|El frió significa el fin|

Comenzar desde el principio
                                    

-Te digo que no funciona-refunfuñé cual niña caprichosa y rebelde.

-Vamos guapa... Una vez más- insistió con sonrisa sugerente y mirada traviesa.

"Me ha llamado guapa..."

Con las mejillas encendidas y debía admitir que de mala gana, comencé a frotar mis manos frente a él. La sonrisa de Nathan me cabreaba un poco al igual que su mirada fija; entonces sin previo aviso, me tomo de las muñecas y coloco mis manos al rededor de sus labios... Mi piel en ese mismo instante se erizó, mis hombros se tensaron al sentir el cálido aliento de Nathan envolviendo mis manos, mis nudillos incluso se encontraban rozando los carnosos labios de Nathan. Su respiración envolviendo mis dedos, rozando con la palma de mi mano, sus ojos mirándome fijamente a través de sus pestañas, todo aquello provocando una oleada de cosas extrañas en mi estómago. Sentir mi piel siendo erizada por un simple roce de su aliento, resultaba abrumador; ante la clara confusión de no saber cómo reaccionar a tan inocente y quizás sensual acción, terminé apartándome de su tacto. Aún así podía sentir mis mejillas siendo coloreadas y mi sangre bobeando por todo mi cuerpo.

-¿Funciono ahora?- preguntó con inocencia Nathan, para luego sonreír sin culpa alguna. -¿Estás bien? Ahora eres tu quién esta...

- ¡Ni una palabra más idiota! -bramé con vergüenza. A lo que Nathan simplemente soltó una carcajada.

-¿Quieres dar una vuelta?- inquirió una vez que había parado de reír.

-¿Una vuelta?

-Sí, aunque sólo para aclarar, no me refiero a una vuelta literal- mencionó Nathan mientras pellizcaba una de mis mejillas. Ante la vergüenza que no dejaba de sentir terminé sembrando un golpe en su hombro- anda vamos Eleanor.

Sin dar respuesta a su petición, me limité a seguirlo en silencio por toda la cuadra; a cada paso que dábamos sentía que mi cabeza estaba a punto de explotar, ante las preguntas y cosas que quería hablar con Nathan.

Estuvimos caminando en línea recta por un largo rato, viendo pasar los carros y a una que otra persona, con el sol saliendo detrás de nuestros hombros. Sin darnos cuenta terminamos en un pequeño parque frente a un colegio. Ambos nos acercamos hasta un columpio en donde nos sentamos en silencio, el pasto se sentía húmedo y frío debido al rocío matutino.

-¿Sabes?- finalmente habló Nathan-Es curioso... Cuando era joven y me tocaba compartir asiento en el autobús con algún extraño, esperaba a que llegáramos pronto, pues no sabía de qué hablar con esa persona y el silencio me resultaba incomodo- mencionó Nathan con sonrisa nostálgica mientras se mecía en el columpio- sin embargo con mis amigos es diferente, nunca existe el silencio entre nosotros... De hecho podemos vernos todos los días y siempre habrá algo de qué hablar.

"Entiendo, sé por dónde va todo esto... Sólo dilo"

Me sentía incómoda, sentía que de alguna forma siempre existiría algo de mí que incomodaría a Nathan; aún así no podía evitar sentirme extraña cada vez que lo señalaba.

-Sin embargo... Tu eres diferente- soltó girando su cabeza para finalmente hacer contacto visual y darme un primer plano de su sonrisa. Aunque yo me encontraba anonadada.- contigo siento que hay mucho de lo que quisiera hablar pero las palabras no conectan con mi boca. Existen muchas cosas de las que quisiera preguntar, como... ¿Qué es lo que más te gusta de este mundo desde que llegaste? ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Qué te molesta de este mundo? ... Aunque todas las palabras se cruzan entre sí y se hace difícil colocarlas en una oración.

"Igual que yo..." pensé con asombro. Nerviosa y quizás hasta tímida de ver como nuevamente Nathan parecía haber leído mis pensamientos, por lo que terminé bajando la cabeza. Sentir que de alguna forma Nathan decía justo lo que yo pensaba, me hacía sentir algo vulnerable y sin palabras. Era la primera vez que alguien hacia eso... Se sentía como si hubiera una conexión, una de la que yo no sabía cómo manejarla.

-Suena como frase de película ¿no?- preguntó Nathan con sonrisa nerviosa- sólo olvida lo que...

-Me gusta ver el amanecer...- respondí en voz baja- desde que llegue a este mundo eso es lo que más me gusta.

El silencio que se formó entre nosotros tras mi respuesta fue abrumador, el aire se cargo de incomodidad y de bochorno, incluso respirarlo resultaba pesado. Mis mejillas se sentían entumidas y podía jurar que estaban algo rojas, pero me negaba a que Nathan me viera, no había caído tan bajó para que alguien me viera en ese estado. Soy la Muerte al final.

-Gracias...- comentó con timidez Nathan-Eleanor... Tengo la impresión de que hoy fue la última cosa en la lista, ¿Me equivoco?

-No... No te equivocas- respondí con sinceridad- después de esto regresaremos a New York...

-Lo sabia...-declaró con risita extraña-  se que no ha pasado mucho tiempo, pero de alguna forma se siente extraño volver.

-Sí, será extraño regresar...

-¿Volverás con Rebecca?- preguntó Nathan

-Si- me limité a decir con un suspiro- regresare con ella.

-Ya veo, supongo que...- estaba por decir algo Nathan, cuando me puse de pie y me planté con expresión serie frente a él, enmudeciendo a su boca parlanchina.

-Cuando regresemos... Nuestro matrimonio se cancelará oficialmente.

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora