- "¿No es importante?" - repitió con ironía y cierto tono altanero- Nathan, no seas idiota... Anoche fue lo suficientemente importante como para olvidarte de mi ¿Acaso eres de los que sólo les interesa algo durante unos minutos?

Sabía qué no estaba en condiciones de reclamar o defenderme, pero no podía evitar sentirme algo ofendido por la forma tan despectiva con la que se dirigía a mí. La sentía tan hostil, que prácticamente me ponía nervioso... Sabía que había hecho mal y que estaría furiosa, aun así me confundía su actuar tan cargado, si era por abandonarla... Bueno estaba siendo algo dramática — aunque tampoco podía ponerme a la defensiva cuando llevaba las de perder—.

- ¿Te quedarás ahí? -inquirió mientras agitaba sus manos frente a mis ojos- apresúrate y paga.

-¿Ah? Claro, lo siento- me acerqué hasta la recepcionista, quien me esperaba con una de sus mejores sonrisas- vamos a dejar la habitación.

La señorita se limitó a dar sus preguntas acostumbradas sobre si tuve buena estancia, si el servicio fue bueno y todas esas cosas a las que no podía dar una respuesta, ya que ni siquiera pase la noche aquí. Me fue entregada una factura en la que podía ver de forma ordenada todos los servicios que supuestamente había utilizado. No pude evitar sonreír cuando vi las primeras cosas: sodas del frigobar, chocolates y una que otra chuche — parece que tener a la señorita Muerte quieta resulta algo caro— pensé de forma bufona, hasta que noté la última cosa en la lista; la cual consistía en platillos para cenar—mierda... Ella pidió la cena para nosotros.— La conciencia me abofeteó con guante blanco y esta vez se dibujó ante mí, como un pequeño grillo que me miraba con ojos juzgones y pegaba pequeños pisotones al suelo imaginario.

-Sería todo, muchas gracias- respondió jovial aquella chica para despedirme con una sonrisa del hotel.

-Gracias. Es todo Eleanor, ahora a donde...- al momento que giré, me di cuenta que no estaba a mi lado-¿Eleanor?

Todo ocurrió en cámara lenta, mi corazón comenzó a latir cual locomotora y mis ojos se paseaban cual canicas, buscando con desesperación a una chica morena de melena negra y baja estatura; el pánico se comenzó apoderar de mi cuerpo, justo como esta mañana cuando al entrar no la encontré... Comenzaba a preocuparme y las costillas me oprimían al intentar respirar —No Eleanor, Eleanor ¿Dónde...?— tan sólo avancé unos cuantos pasos, cuando llegué hasta un pequeño pasillo, en donde al fondo se escuchaba la marcha nupcial y una hermosa puerta blanca adornada con un arco de orquídeas blancas, en la entrada se encontraba una silueta de melena negra, quién estaba levemente inclinada para ver cual niña curiosa al interior. Me acerqué con sonrisa y con el aire regresando a mí, mientras mi corazón dejaba escapar un suspiro de alivio.

- No desaparezcas de esa forma - reprendí con sutileza. Pero la chica estaba realmente absorta ante aquella escena.

Al inclinarme un poco, pude apreciar una ceremonia llevándose a cabo. Todos los invitados sentados en hermosas bancas, un pasillo con alfombra roja y los novios al fondo frente a un juez tomados de la mano. Se miraban mutuamente con sonrisas honestas en los labios, con un ambiente de puro amor y tranquilidad, era incluso fácil dejarse llevar y sonreír ante la imagen — una boda — pensé con amargura al recordar ciertas cosas y la forma tan miserable que actúe ayer.

-Tan ilusos...- hablo por lo bajo Eleanor llamando mi atención- son sólo promesas vacías.

- ¿De qué hablas? - cuestioné sin despegar la vista de aquel cuadro. Justo en ese momento estaban por intercambiar los votos.

-Ustedes son tan estúpidamente ilusos- soltó con la voz deprimente y pensativa. Debido a su tendencia de soltar comentarios extraños y misteriosos preferí esta vez quedarme callado.

Ambos permanecíamos en silencio mientras escuchábamos los votos de aquella pareja. Se colocaron los anillos para finalmente dar pauta a que el juez presentara a la nueva pareja. El pecho me golpeó y sentí deseos de llorar, al recordar que para estas fechas yo estaría disfrutando de mi luna de miel.

- ¿Cuando dicen amar a alguien después de la muerte...- susurró Eleanor de pronto, deteniendo a mis pensamientos marginados- lo dicen de verdad o son sólo promesas vacías?

- ¿A qué viene eso?- cuestioné sorprendido.

-No lo sé, es sólo que me quede pensando...-comentó con misterio. Sin embargo de inmediato dibujó una sonrisa que me congelo de sobremanera- pero creo que son votos muy aburridos.

- ¿Aburridos?- repetí con sonrisa mientas arqueaba una ceja, finalmente me miraba y sonreía juguetona- ¿Qué clase de votos esperabas escuchar?

-No tengo idea-confesó con sinceridad mientras que yo soltaba una carcajada. Algo que pareció contagiarla, pues en un segundo ambos nos encontrábamos riendo hasta que poco a poco fuimos cesando; la mirada de Eleanor regresó al interior del salón, en donde los novios se encontraban tomándose fotografías -pero creo que si aquello es como un sueño; un momento realmente feliz, merece algo que sea igual de original.

-¿Qué se te ocurre? - pregunté aun entre risas, sin embargo ella se giró y extendió sus manos frente a mí; no sabía exactamente por que había hecho aquello, motivo por el cual me quede observándola algo confundido, fue entonces cuando ella me tomó de las manos. Su tacto tan sorpresivo aunque algo agradable me dejo por unos segundos perplejo. 

-Yo diría algo como: por favor rompe todos mis dedos-declaró con inocencia. Sin embargo yo estaba seguro que me había pintado de miles de colores- ¿Demasiado?

-Es digno de ti- mencioné. Al igual que ella, tomé sus manos y me acerqué sólo un poco, acomodé sus dedos entre los míos y sin avisarle terminé tronando alguno de ellos; no para fracturarlos pero si para dejarle un cosquilleo durante unos segundos.

- ¡Idiota! - se quejó- ¡Ha dolido!

-Ahora hazlo tú, por favor rompe mis dedos- solicité entre sonrisas.

- ¿Seguro? - inquirió con mirada interesada.

- ¡No lo digo literal! –exclamé asustado al ver qué no había entendido el punto. Sin embargo de la nada dibujó una de sus mejores sonrisas, sosteniendo mi mano entre la suya, imitando con delicadeza la misma acción; el crujido de mis huesos y el cosquilleo recorriendo las yemas de mis dedos, pasaron a último término, cuando sus ojos cafés se cruzaron con los míos- tienes razón, suena mucho mejor.

-¿Estamos prometiendo algo?

-No... No soy bueno con las promesas -comenté con pesadez al recordar todo lo sucedido; la vergüenza se plasmó en mi rostro, provocando que desviara la mirada, pero antes de siquiera lograr mi cometido, ella me tomó de la mandíbula y casi como si de una estrella fugaz se tratase, sus labios me rozaron ligeramente, prácticamente apenas y lo sentí-¿Eleanor?

-Hora de irnos- demandó  tomando sus cosa e ignorándome, para luego comenzar a caminar.

"¿Qué fue eso?"

La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Where stories live. Discover now