|Semana difícil |

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Podía ver como los ojos de ambos chicos se llenaban de sentimientos, y tenía que admitir que no solo ellos; aún cuando no había dicho nada extraordinario yo también me sentí algo sentimental al escucharla, quizás simplemente estaba un poco raro por todo lo ocurrido. Tomé de la muñeca a Eleanor para salir finalmente y dejar a la familia solos.

-¿Estás bien?-pregunté, al mismo tiempo que me incliné un poco teniendo en cuenta que ella era de baja estatura; trataba de analizar la situación y entender si acaso le pasaba algo por lo que debía preocuparme. Pero no estaba seguro si su expresión distante e impasible era señal de que algo estuviera mal.

-¡Eleanor!-la voz de Rebecca al final del pasillo nos hizo girar a los dos de golpe. Comenzaba a pensar que estos giros que le provocaba a mi cuello próximamente me comenzarían a pasar factura- es hora de ir a casa.

-Vale- respondió. Estaba por retirarse sin siquiera dirigirme una mirada o tal vez un adiós, cuando la tomé rápidamente del brazo-¿Qué?- preguntó con ese tono altanero.

-Creí que continuaríamos hablando- mencioné haciendo énfasis en la conversación que teníamos hace tan sólo unas hora en la cafetería.-¿Acaso no vamos a continuarla?

-No-Respondió con seriedad. De hecho no estaba seguro si de verdad es que lo hacía por retarme, o si ni siquiera se daba cuenta, pero me comenzaba a joder un poco su forma indiferente de dirigirse a mí -debo irme, me están esperando.

"Tan rara que me enferma..."

-Entonces yo le hable anoche, le prometí que lo haría después de todo- continúo hablando Rafael, mientras Giovanni lo escuchaba con atención dándole un largo sorbo a su cerveza-pero de la nada ¡Fue su novio quien cogió la llamada!

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-Entonces yo le hable anoche, le prometí que lo haría después de todo- continúo hablando Rafael, mientras Giovanni lo escuchaba con atención dándole un largo sorbo a su cerveza-pero de la nada ¡Fue su novio quien cogió la llamada!

-¡Mierda! !¿Qué hiciste?- pregunto Giovanni quién hacía un esfuerzo por no derramar la cerveza debido a la risa.

-Le dije que era una agente inmobiliario- ambos estallaron en risa, cosa que provocó que regresará de mi pequeño viaje al universo, tan sólo me limité a fingir una mueca que les diera pauta a creer que en realidad les estaba prestando atención.

-Joder, que si no te quieres reír no lo hagas, pero por favor no dibujes esa sonrisa de Wason- recriminó Rafael, una vez que se giró con el ceño fruncido a mí.

-Has estado muy raro estos días- se le unió Giovanni-¿Ocurre algo?

-Nada- respondí evasivo.

La realidad era que durante todos estos días no había tenido noticias de Eleanor, incluso hubo un día de la semana en el que estúpidamente llamé a su trabajo, creyendo que la encontraría ahí, pero me informaron que ella había renunciado. Traté de hablar con Rebecca pero siempre que escuchaba el primer bip terminaba colgando.

Aún así, conforme pasaron los días y había llegado el sábado comencé a sentirme enervado y ansioso.

-¿Esto tiene que ver por lo que ocurrió el día que nació Samy?-inquirió Rafael.

-¿El qué?- soltó Giovanni.

En el acto lancé una mirada fulminante a Rafael, para indicarle que se mantuviera a raya con sus comentarios. Después de todo aún no había mencionado nada sobre que lentamente estaba cancelando la boda. Primero había sido el banquete, después la ceremonia en la iglesia, la cual resulto que fue sin duda lo más difícil, debido a que el sacerdote era amigo mío; me vi en la necesidad de decirle que sólo estábamos dándonos un tiempo. Sin embargo aún no había hecho pública la noticia.

-Tuvimos un problema con un asunto en el despacho- respondí tan rápido como me fue posible para no verme sospechoso- Esas cosas pasan.

-Claro que pasan- contestó Rafael lanzando una mirada fulminante.

-¿Chicos?-una voz femenina y conocida se escucho a nuestras espaldas, a lo cual giramos los tres al mismo tiempo para ver a Rebecca, quien llevaba unas gafas de sol muy al estilo de Willy Wonka.- ¡Qué sorpresa! ¿Pasando el rato?

-Semana difícil -respondió esta vez Giovanni lanzando una mirada coqueta a la chica quién le siguió el rollo con sonrisa.-¿Nos acompañas?

-Claro- se acomodó justo a mi lado dejando su bolsa en el suelo.

-Rebecca ¿Dónde está Eleanor?-pregunté cual ráfaga, no podía creer que saliera sin ella.

-Nathan, suelta mi brazo- me indicó con seriedad- pareces una garra- ni siquiera me había dado cuenta del momento en que la tomé del brazo, sencillamente me reprendí mentalmente al ver la forma tan exagerada en la que había actuado. Sin embargo la miraba fijamente para que me diera información, pues parecía que no planeaba hacerlo- salió.

-¿Salió? ¿Cómo que salió? ¿A dónde fue? ¿Cómo pudiste dejarla sola?- las preguntas prácticamente salieron como vomito verbal. Sentía la vena de mi cuello tensarse, hasta que la mano de Rebecca se extendió frente a mi rostro frenando así mi voz.

-Pero bueno...- soltó ella con suspiro-Nathan, tenía cosas que hacer, déjala respirar hombre, cuando se casen la tendrás para ti.

-Rebecca- susurré un poco molesto, por alguna extraña razón me encontraba más nervioso que nunca, y sentía que se reflejaba en mi mandíbula, la cual se tensaba y hacia que mis dientes chocaran entre ellos- por favor, no le des rollo. No he tenido noticias suyas y comienzo a ponerme rabioso.

-Tiene cosas que hacer- continuó diciendo.

-Joder ¿Qué cosas?- comenzaba a perder la paciencia y no solía ser una persona muy agradable cuando la perdía. Podía sentir mis uñas incrustarse en la palma de mi mano y mis nudillos tornándose blanquecinos-Rebecca... ¿Dónde?

-Ella...-estaba por hablar, cuando en eso su móvil comenzó a vibrar sobre la mesa. En la pantalla se dibujo una imagen de Eleanor con unas gafas enormes con forma de estrella, seguramente tomada en su despedida de soltera.

No le di tiempo de que fuera ella quién cogiera el móvil, me apresuré para tomarlo y fue cuando contesté. Al instante lo que escuche fue el sonido de una ráfaga de aire. Tuve que separarlo de mi oreja para que el ruido no me molestara.

-Rebecca, he llegado... ahora voy anotarme para el salto en Bungee- la escuche hablar con gran esfuerzo, prácticamente tenía que gritar.

"¿Qué mierda, salto en bungee?" Me giré a ver a Rebecca y la vi con el rostro cubierto con sus manos, rápidamente me di cuenta; no era una broma, esa chica estaba por saltar en bungee.


La muerte se llama... Eleanor. ||| Mrs. Write ||| EN EDICIÓN.Where stories live. Discover now