Prólogo- Asesinos

33.2K 1K 188
                                    

                  

Las espadas chocaron, una y otra y otra vez. El filo rojo de ambas armas centellaba al golpearse una contra la otra.

Alain es el chico de pelo blanco y tez clara. Su cuerpo ágil y musculoso te harían pensar en una especie de ángel caído, eso claro si los ojos dorados no te hacían pensarlo antes; con una espada en una mano y una garra con tres cuchillas Alain era un guerrero grandioso y temible. El otro muchacho, pelo corto, cara normal y cuerpo entrenado a base de palizas, sosteniendo una espada exactamente igual a la del otro chico... bueno ese vendría siendo yo. Curiosamente vamos igualados en la pelea y eso es solo gracias a que he practicado con este tipo desde el inicio de toda esta locura. Me llamo Miguel y justo ahora es un mal momento para relatar una historia.

Solía ser un chico común, feliz y corriente. Ahora estoy tratando de matar a mi propio hermano. Sí, mi hermano es el que parece serafín sin alas.

De acuerdo el parecido físico no es mucho, Alain tiene un suave y perfecto rostro de actor de cine, con largo cabello de plata y un par de ojos dorados que miraban al resto del mundo con gélida y cruel indiferencia. Cierto, cierto... muy guapo y todo, pero quien sea que lo mirara intentaría salir corriendo al lado opuesto. Su presencia por si sola era simplemente aterradora. Aparte de ser mi hermano también he aprendido a llamarlo de otro modo: "Asesino"

Su espada defendía todos mis embistes sin mucho problema, cada ataque que le lanzaba era fácilmente esquivado o bloqueado, cada que veía una oportunidad daba una estocada. Alain es un asesino puro, su mirada me seguía sin perder un solo detalle, ni la más mínima tensión del más pequeño de mis músculos pasaban desapercibidas para sus ojos, buscando ese único ataque que le daría la victoria... lo que muy probablemente signifique que voy a quedar desangrándome a sus pies o algo parecido.

Otra de sus problemáticas habilidades es fundirse en la sombras y recorrer oculto de esa manera un poco de distancia, por algo es llamado el asesino de luz y sombras, asesino para los cuates. Su molesto truco le permitió esquivar mi ataque de nuevo, pero claro que yo no iba a detenerme por pequeñeces. Cargue con todo lo que tenía, avanzando casi tres metros de un solo impulso, lance el siguiente golpe a su cuello, el simplemente esquivo mi espada arqueándose hacia atrás y, desde esa posición, me lanzo una patada al costado que me envió al suelo. Antes de poder incorporarme intento clavar su katar* en mi cabeza, ya saben, ese es el nombre de la extraña arma en forma de garras que mi hermanito sostenía en su mano izquierda y que me habían hecho un corte superficial en la sien.

En una caricatura tomaríamos descansos cada tres golpes para hablar de cuanto nos odiábamos, en la vida real una distracción de tres segundos te cuesta desde un mal golpe hasta el privilegio de seguir respirando. Tan pronto me levante volví a atacar, Alain esquivo hacía atrás adivinando mi movimiento. Antes de que pudiera responder en mi contra, una fuerte ráfaga de viento lo envío hacía atrás de forma violenta.

La verdad es que, a comparación de mi hermano, soy bastante normal, alto y de pelo corto y negro. Ojos cafés y un rostro alegre. Un tipo común y corriente, tal vez un poco atlético, pero cualquiera que entrene en un tipo de academia militar sabrá cómo es esto, nada excepcional... excepto tal vez por un detalle.

-Siempre has sido bueno con el Viento- dijo con calma, sin que pareciera que el golpe le hubiese afectado.

-Bueno, ¿Qué esperabas? Fue mi primera expresión- dije lanzándome al ataque.

Verán, Alain no es el único raro por aquí, yo también tengo mis propios trucos. Puede que ya sea un cliché a estas alturas, pero soy capaz de usar los cuatro elementos en una batalla. Mi espada, más larga que mi brazo, se movía perfectamente en mis manos. La empuñadura, perfecta para mí, estaba adornada en el guardamano por cuatro gemas de colores diferentes. Pero, por si las piedras preciosas no les parecen suficientes, entonces pongan atención a la hoja, de doble filo hecha con un metal negro en el centro que enrojecía hacía el filo. El filo de mi arma era rojo como la sangre y en ese momento parecía estar brillando de forma siniestra.

HermanosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum