Capítulo 60

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Su omega estaba acostado con un brazo descansando sobre el abdomen y, el otro, doblado sobre su cabeza. El rostro se inclinaba ligeramente hacia un lado, respirando acompasadamente con los labios entre abiertos y el pecho subiéndole y bajándole, siguiendo el ritmo. Deseaba dejarlo dormir, pero Harry había insistido en acompañarlo a correr esa mañana. De alguna forma, se había convencido de que había ganado "mucho" peso mientras estuvo en Vancouver y debía perderlo. La realidad es que los pantalones se le ajustaban a las caderas y los muslos un poco más que antes, pero a él le gustaba.

Tenía pocas oportunidades de ver su cuerpo estirado sobre la cama, completamente en paz. Generalmente, Harry conseguía despertar sobre él de alguna forma u otra: pegándose a su cuerpo, acurrucado sobre su pecho, rodeándolo con los brazos. Siempre sosteniéndolo cerca. Cuando tenían sexo, sucedía algo similar. Varias veces había tenido que recordarle que podía soltarlo. Poco a poco había dejado de enterrarle las uñas, pero no había perdido el hábito de aferrarse a él.

Esta mañana, sin embargo, lo tenía a pocos centímetros. Podía ver cada peca en sus hombros, los delicados lunares decorando su piel y los vellos delgados que bajaban por su ombligo, escondiéndose bajo la tela clara de sus bóxers. Levantó la mano y, con cuidado, acarició sus cejas, las pequeñas bolsitas bajo sus ojos y la línea de su boca. Cuando Harry sintió las puntas de sus dedos sobre sus labios, los abultó, dejando un beso y sonriendo con los ojos cerrados.

- Buenos días, alfa. - Balbuceó, con la voz grave, por el sueño.

- Buenos días. - Se inclinó y besó sus labios. - ¿Aun quieres ir a correr conmigo?

- Mhhhhm... - Asintió, aun sonando dormido, acurrucándose un poco contra él. - Necesito un segundo para despertar.

- Puedes quedarte, pequeño. - Insistió, incapaz de apresurarlo. - Estaré de vuelta en 1 hora. Puedo traerte lo que quieras de desayuno.

- No, no, no. - Respondió, entreabriendo los ojos y arrastrando la mano de Louis hasta que estuvo en la ligera curva de su cadera. - Esto tiene que irse.

- Nada tiene que irse, Harry. - Aseguró Louis, entre risas. - Tu cuerpo es hermoso así.

- Los pantalones me quedan muy ajustados y las camisetas, también.

- Bueno, eso pasa. - Dijo, encogiendo los hombros. - Tú viste cómo me queda la ropa que dejé en casa de mamá.

- Sí, Lou, pero esa ropa es de cuando eras un cach... - Paró de golpe, viéndolo a los ojos, avergonzado. Louis le sonrió con ternura, acariciándolo con la mano que permanecía en su cadera.

- De cuando tenía 17 o 18, amor. Y no me quedan más. Está bien no ser tan delgado como lo eras hace un año.

...

Y bueno, Harry era rápido. Por un momento, se había olvidado de que su omega solía correr como hobbie cuando estudiaba en Doncaster. Desde que Harry había llegado, Louis había roto la rutina, saliendo a correr sólo un par de veces. Sin embargo, había pasado el último año haciéndolo varias veces a la semana y habría jurado que tenía buena condición física. Aun así, las piernas kilométricas de su omega lo habían hecho acelerar el ritmo varias veces y, cuando finalmente terminaron el circuito, tuvo que apoyarse sobre sus rodillas, con el aire faltándole.

- Lou, no, no, tienes que estirar los músculos. - Le reprochó Harry, viéndolo desde arriba, mientras se tiraba de espaldas sobre el pasto.

- Harry... no puedo... me muero. - Respondió entre jadeos, mezclándose con una carcajada entrecortada.

- No seas dramático, alfa. - Se burló, sentándose a su lado, comenzando a doblar y estirar las piernas y los brazos. - Dios, hace mucho que no corría. Después de lo que pasó con Jason, no pude volver.

No Lie In His FireWhere stories live. Discover now