Capítulo 53

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- Dieciocho... diecinueve... veinte...

Tenía entumidos los brazos, doblados detrás de su espalda y apretados a la altura de las muñecas. Los músculos de sus hombros se sentían tensos por la posición en la que estaba y le temblaban un poco las piernas. Respiró profundo, intentando recuperar el aire que parecía haberse esfumado. Tenía el corazón desbocado, sudor humedeciendo su frente, ardor sobre su piel. Kai lo sujetó por la cintura y lo jaló hasta ponerlo de pie. Lo pegó a su cuerpo y él dejó caer la cabeza sobre su hombro, agotado. El alfa acarició la línea de su espalda y tocó suavemente la piel lastimada de sus nalgas, haciéndolo erizarse.

- ¿Color?

- Verde

Lo ayudó a acostarse boca arriba sobre la cama, colocándole una almohada en la cadera, tanto para que su piel demasiado sensible se protegiera, como para dejarlo en un ángulo más cómodo.

- ¿Estás listo?

- Sí, estoy listo.

- ¿Recuerdas las reglas?

- No puedo venirme hasta que me digas y no puedo moverme.

- Bien.

Se sentía al mismo tiempo flotando y completamente presente. Las cuerdas raspando sus muñecas, el ardor que habían dejado las nalgadas y la voz de Kai eran un constante recordatorio de dónde estaba y qué estaba haciendo. Aunque siempre había tenido curiosidad por el dolor y ceder el control, jamás imaginó hacer tantas cosas en tan poco tiempo. Sin embargo, ningún paso era espontáneo. Hablaban y establecían límites cada vez, con cada una de las prácticas que Harry había decidido explorar. Esta noche, especialmente, Harry le había pedido dolor. No había tenido la mejor semana y, de alguna forma que no terminaba de comprender, su cuerpo y su mente terminaban relajados cada vez que Kai lo hacía contar cada nalgada.

Sintió los dedos del alfa entrando en él y cerró los ojos. Iba a necesitar estar en control y concentrado si planeaba cumplir las reglas. Comenzó a inhalar y exhalar lentamente, entre gemidos, mientras Kai doblaba los dedos en su interior, intentando encontrar su próstata. Cuando lo logró, la sensación fue tan intensa, que tuvo que apretar los puños en la sábana para no arquear la espalda. Sentía sus dedos entrando, saliendo, moviéndose, mientras él jadeaba y apretaba los dientes, obligándose a permanecer inmóvil. El alfa lo llevó varias veces al límite, parando justo cuando estaba a punto de venirse. Apenas su respiración comenzaba a ralentizarse, sus músculos a relajarse, comenzaba de nuevo.

Cada vez se le hacía más difícil mantenerse quieto. Hacía mucho que había dejado de ser consciente de los gemidos, jadeos y gritos que salían de su boca. Sus dedos estaban entumidos de tanto apretarlos, tenía el cabello pegado a su frente, el sudor cubriéndole todo el cuerpo y la presión en su vientre era casi insoportable. Lo único que podía escuchar, era al alfa dándole órdenes, diciéndole que se quedara quieto, recordándole que no podía venirse. Lo único que podía sentir, eran sus dedos dentro de él, volviéndolo loco. Perdió el control un momento y, sin que pudiera evitarlo, empujó la cadera hacia arriba por impulso. De inmediato, sintió la palma del alfa estamparse contra el interior de su muslo, en reprimenda. "Pórtate bien", gruñó severamente y Harry se congeló. Cerró las piernas, repentinamente sintiéndose vulnerable y expuesto. Comenzó a jalonear sus brazos, que seguían amarrados, intentando soltarse.

- Rojo, rojo, rojo. - Dijo, casi a gritos, con lágrimas nublando sus ojos.

- ¿Harry? Espera, ahora te suelto.

En el momento en el que sintió los brazos libres, se abrazó a sí mismo, intentando cubrirse con ellos. En seguida, Kai tomó una manta, la pasó por sus hombros y, un momento después, la luz de su habitación se encendió. El alfa buscaba su mirada, preocupado, intentaba calmarlo, lo sintió abrazándolo, pero su mente estaba en otro lado.

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