Capítulo 49

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Aflojó el seguro del tripié y separó la cámara. Con cuidado, retiró el lente para guardarlo en el pequeño estuche cilíndrico y, después, colocó la cámara en su funda. Empezó a desarmar uno de los flashes, mientras Ena desarmaba el otro. Elliot, su otro compañero de equipo, se encargó de desconectar y enrollar cada uno de los cables. Había sido un día largo. Dos veces a la semana, tenía estas clases prácticas con dos módulos seguidos, cada uno de 3 horas. Sólo les dejaban 20 minutos intermedios para comer algo. A pesar de que terminaba exhausto, eran sus días favoritos.

Llevaban varias de semanas trabajando con fotografía de cuerpos translúcidos. Durante las primeras dos, habían hecho ejercicios con la maestra fotografiando diferentes objetos, con distintos tipos de iluminación, fondos y ángulos. En esta clase y las tres siguientes, cada integrante del equipo tendría que producir una sesión personal, apoyado por los otros dos, para agregar al portafolio personal que presentarían al final del semestre. La primera entrega había sido con cuerpos opacos y la siguiente, para su deleite, sería la de alimentos.

- ¿Subes a mi departamento o al tuyo? - Preguntó Ena al picar el botón de su piso en el elevador, conteniendo una sonrisa.

- Voy a mi departamento a dejar todo esto y subo. - Dijo, señalando la mochila en la que, todos los días, transportaba su cámara, los lentes y un pequeño flash portátil de medio uso que había comprado. - ¿Nos vemos entonces?

- ¿Tú y yo? - Preguntó, burlona, empujándolo con el hombro.

- Ya deja eso, Ena.

Para su suerte, las puertas del elevador se abrieron y comenzó a caminar de prisa por el pasillo, sacándole el dedo a la alfa por encima del hombro. Al entrar, se encontró con una escena a la que ya debía haberse acostumbrado después de casi dos meses, pero que siempre lograba sorprenderlo y sonrojarlo. Sentado sobre las piernas de Charlie, Leo le llenaba el cuello de marcas, mientras el alfa se dejaba pacientemente, acariciándole el cabello. Era algo entre ellos que, honestamente, no tenía idea de cómo funcionaba. El alfa tenía que pasarse la vida con cuellos altos o bufandas cuando estaba en clases, pero lucía las mordidas y marcas violáceas casi con orgullo el resto del tiempo. En algún momento pensó que no podría sentirse cómodo con la idea de alguien dejándole el cuello lleno de marcas e, inmediatamente, se odió por tener que aceptar para sí mismo que estaba mintiendo.

- ¿Vas a ir esta noche, H? - Preguntó Leo, poniéndose de pie y saludándolo con un abrazo. - Anda, vamos...

- No, lo lamento. Sé que habíamos quedado, pero estoy agotado. Mi semana estuvo terrible.

- ¿Estás seguro?

- Sí, está bien. Creo que veremos películas o algo.

- Veremos... - Murmuró Leo, levantando una ceja.

- Se me hace tarde. - Dijo, poniéndose de pie apresuradamente. Después, viendo a Charlie a los ojos y fingiendo decirlo en secreto, agrega. - Quítale los shots a tiempo esta vez.

Guardó su mochila, se cambió la camiseta por una fresca, se lavó la cara y los dientes. Viéndose al espejo, se dio cuenta que su cabello se veía bastante desordenado, así que se amarró una pañoleta para detener sus rizos. No se había cortado el cabello desde diciembre y comenzaba a ser caótico. Era suficientemente largo para que le cayera en la cara todo el tiempo, pero suficientemente corto para que no pudiera atárselo. Amarrarse cosas en la cabeza había sido idea de Niall. Alguna vez, se había quejado por lo incómodo que se estaba volviendo y pensó en cortárselo, pero el omega lo amenazó. "Si te lo cortas antes de que te vea y te pueda hacer trenzas, voy a raparte mientras duermes".

Paul, uno de los roomies de Ena, le abrió la puerta del departamento. En el pequeño espacio de la sala, estaban la alfa y Aida sentadas en el sofá, compartiendo un porro, Lani, la novia de Paul, forjando otro y Kaiden sentado en la alfombra del lado contrario, fumando un cigarro regular. El alfa le sonrió apenas lo vio entrar, apagó la colilla en el cenicero sobre la mesita de centro y se puso de pie. Era algunos centímetros más bajo que Harry, con el cuerpo delgado y las clavículas marcadas. Tenía tatuajes cubriendo ambos brazos y algunos de sus dedos, contrastando con el cabello completamente decolorado. Pudo ver sus cejas gruesas levantándose como saludo mientras caminaba hacia él. Aunque lo intentó, no pudo evitar lamerse los labios, preguntándose cómo se sentirían sobre los suyos.

No Lie In His FireNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ