♡Epílogo

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Miro mi reflejo en el gran espejo que está delante de mí, sonrío al ver a una soñadora que está cumpliendo sus metas, porque el salón en el que voy a practicar es de la escuela de ballet en París, donde tengo casi una beca completa.

Conecto mi celular a las bocinas para hacer el calentamiento y estiramiento para que los músculos no se desgarren. Ato la melena de mi cabello en un alto moño, retirando cada mechón del rostro.

Camino de reversa hasta llegar a la barra de calentamiento, donde comienzo mi rutina con una canción de fondo. No dejo de observar cada uno de los movimientos, verificando que los ángulos estén correctos. Hago círculos con el cuello y, del otro lado, continúo con una segunda canción. Una vez que termino, opto por bailar libremente una canción que compuso Kaleth. Pongo el celular que me dieron en la escuela para grabar los vídeos que necesitan para sus redes sociales.

Sonrío con nostalgia, por lo que tomo mi celular para revisar los vídeos que Kaleth grabó, me causa ternura cómo casi siempre empiezan los vídeos.

—Esta es mi novia Jolene, tiene discapacidad visual, pero eso no le impide practicar lo que más ama, después de mí —inicia, cambiando hacia la cámara trasera.

Enfocó la cámara hacia mí, en esa toma me encontraba en mi habitación, bailaba con pasión, luego giré sobre mi propio eje, con los brazos extendidos sobre la cabeza. Recuerdo ese día como si fuera ayer, tenía unos tres meses con Odette y yo estudiaba todo el día para ser mejor, quería dar lo mejor de mí.

Por lo que decido recrear esa coreografía. Dejo el celular en el piso, a un lado de donde va a grabar, pongo la canción y empiezo a dar largos brincos en split hasta estar en el centro, donde apunta el celular. Me paro en las puntas de los pies, girando en mi propio eje. Lo que sigue es libre, solo siento la música correr en mis venas, por lo que bailo en lo que disfruto de cada uno de los movimientos.

Adoro la manera en la que la falda transparente y color rosa me da vuelo y la manera en la que se mezclan con las zapatillas. Creo que es una perfecta manera de combinar la música con el atuendo.

Al terminar, contengo el abdomen para no respirar con agitación. Hago una reverencia delante del espejo, camino hacia el celular para que deje de grabar, lo observo para ver si repito la toma o se lo puedo mandar a la persona que lo va a publicar.

Escucho un carraspeo de garganta que atrae mi atención, pero no alzo la barbilla, porque afuera de la puerta he dejado claro que el salón está ocupado.

—En una hora más, vas a tener el salón libre —respondo, continúo viendo el vídeo y me muerdo las uñas de la mano.

Estoy analizando cada uno de los pasos, soy perfeccionista y puedo fijarme hasta en la manera en que aprieto el abdomen y el trasero. Sin embargo, soy interrumpida, porque vuelven a llamar a la puerta.

—Ya te dije que he reservado el salón y en una hora ya va a estar vacío —repito con irritación.

—Te he estado mirando desde hace un rato y me gusta verte, pero prefiero hacerlo más de cerca.

El celular se me resbala de las manos, el corazón da un vuelco en el pecho y alzo el mentón con lentitud. No puedo creer quién está delante de mí. Esto no puede ser real.

Es demasiado bueno para serlo.

De todas formas, no planeo resolver mis preguntas en este momento.

Por lo que corro en diagonal hasta llegar a sus brazos, le rodeo la cadera con las piernas. Acuno su rostro con las palmas de mis manos, por lo que empiezo a depositar besos alrededor de toda su carita. Entierro mi nariz en su cuello, absorbiendo su característico olor que me vuelve loca.

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