♡Capítulo veintiséis

9.7K 642 82
                                    

Mi respiración es irregular cuando aterrizo en las plantas de los pies antes de volver a pararme en las puntas, los protectores amortigua un poco el dolor, pero me encanta sentirlo. Es como si me estuviera diciendo que lo estoy logrando.

El ballet para mí ha sido parte de la terapia. Mi psicóloga me ha dicho que es una manera en la que yo saco todas mis emociones, que a veces, no sé cómo describirlas. Después de cada clase, al llegar a casa, me ducho y caigo rendida en la cama, durmiendo como una bebé.

La madera vuelve a vibrar, alguien más está dando ese salto en el aire con las piernas extendidas, pero su caída es un poco tosca. Entrenar en el estudio de ballet no es suficiente, por eso entreno dentro de mi habitación.

Es un poco más difícil, porque el piso no es tan suave con la madera y puedo lastimarme más fácil, pero es una necesidad que se ha creado en mi interior.

—¿Sabías que antes se colgaban a las bailarinas con un arnés para levantarlas en sus puntas? —inquiere Edith, llegando a mi lado.

Su respiración es irregular, por lo que me pregunto si ella ha sido la última persona que ha brincado.

Parpadeo con asombro, desconozco la historia del ballet, pero me imagino que ha estado vigente por mucho tiempo. Nota mental: buscar información sobre inicios de la danza para tener tema de conversación con Edith y que no me tome desprevenida.

—No, la verdad es que no sabía —respondo, girando la cabeza en su dirección.

—Se intentaba dar el aspecto de que la bailarina está flotando, en el aire —sigue ella—. Después, se hizo un arduo entrenamiento para los pies, para quitar el arnés y que soportan el peso de los cuerpos. Tú entrenaste muy rápido los tuyos.

—Es interesante, gracias por compartir la información, Edith. —Esbozo una sonrisa, mostrando los dientes.

—Creo que es mi manera de darte las gracias por el consejo del otro día. —Me codea con suavidad las costillas.

—Siempre en lo que te pueda ayudar, lo voy a hacer.

—Mi sueño es ser una bailarina profesional, pronto que termine la escuela, voy a irme a París para ir a las grandes academias. Por eso estoy estudiando, no quiero que se me vaya a acumular dentro de un año.

Que haya compartido su sueño conmigo me da envidia, porque siento que yo podría ser esa chica. Una que puede bailar en teatros con grandes papeles y le paguen por ello. Debo ser realista, no tengo la capacidad económica para irme de la ciudad y menos para ir a una prestigiosa escuela. Un anhelo que nunca me he permitido creer y tengo que borrar de inmediato de mi cabeza, evitando ser miserable.

Me detesto por unos segundos, no quiero sentirme así. Intento sacudir los hombros, intentando que los sentimientos absurdos se alejaran. Pero permanecen ahí, estancados en mi pecho, por lo que es aún peor.

—Estoy segura que lo vas a conseguir. —Mo obligo a pronunciar por cortesía, fuerzo una sonrisa.

—Gracias, Jol. —Acerca su mano a mi hombro, apretándome el hombro—. Deja sigo brincando.

Se marcha, dejándome sumergida en mi propia miseria.

Yo nunca podría ir a una academia, estoy segura que tendrán clases y deben apuntar cosas que están en el pizarrón. Recuerdo poco sobre las letras, pero no lo voy a poder hacer. Esa fue una de las razones por las cuales abandoné la escuela para tomarlas en casa.

Era más económico ir a una escuela especializada, por eso se tomó esa decisión.

Odette se tomó el tiempo en enseñarme, corrigió mis posiciones. Me instó a seguir practicando y por eso he llegado hasta donde estoy, pero en otra escuela no se tomarían la dedicación a mí cuando hay otras niñas, lo único que haría... Sería retrasar el cronograma.

NefelibataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora