♡Capítulo veintinueve

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Narra Kaleth

Es divertido ver como su delgada mano intenta atrapar la toalla que muevo para que no la atrape. Está demasiado nerviosa y creo que es la más adorable. Decido que es suficiente, por lo que ya no la voy a torturar.

Rechina los dientes cuando sus dedos sujetan la toalla, cerrando la puerta con fuerza. Me dirijo hacia el armario, donde Jolene colgó nuestra ropa el día anterior, la saco y la dejo tendida en la cama desordenada. Deslizo las piernas por el pantalón de vestir negro.

Justo delante de la puerta del baño hay un espejo de cuerpo completo, por lo que me detengo enfrente. El cabello todavía está largo, pero me es más fácil peinarlo, por lo que agarro un poco de gel y con los dedos pelo hacia atrás. Me gusta que me de la oportunidad para moldearlo.

Por el reflejo veo a mi novia salir del baño, cohibida, con la mirada gacha y sujetando la toalla como si su vida dependiera de ello. Sus mejillas están sonrojadas y camina hacia la cama.

—¿Necesitas que te ayude en algo? —pregunto con amabilidad, caminando hacia ella buscando algo en la maleta.

Me siento un poco juguetón, pero no quiero incomodarla, porque es tan inocente. Me ahorro de valor para poner las manos en su cintura, sobre la toalla. Se tensa al instante y su piel se eriza por completo. Deseo ver su rostro y poder saber cómo se siente ella, aunque no hace nada por alejarme.

—No, gracias. Vine por el maquillaje —balbucea con la garganta seca.

Se gira sobre su propio eje, no la suelto, pero es suave para que se pueda mover. Creo que ha dejado de respirar cuando su mano descansa en mi pecho desnudo.

—¿Todavía no te has vestido? —indaga con nerviosismo.

El calor de sus mejillas incrementa, parece que no sabe si estoy como vine al mundo.

—Si, ya traigo puesto los pantalones —informo con diversión, sintiendo como el pulso cardiaco incrementa.

Estoy extasiado, porque en un par de horas voy a estar delante de mí pianista favorito de todo el mundo. Quiero sentarme lo más pronto posible. Aunque ver a Jolene con solo una toalla es tentativo.

Me pongo la blusa blanca, abrochando los botones, fajándola delante del espejo. Quiero verme excelente en este día que he esperado una eternidad. Desde que tengo trece años, me ha cautivado él, y las veces que ha ofrecido conciertos por una situación u otra no pude ir.

Hasta hoy.

Me rocío por completo del perfume que me regaló ella, agarro la corbata verde militar, que hace juego con su precioso vestido, que es de Gilia cuando era más joven. Me hago el nudo con lentitud, es que necesito estar haciendo algo, porque de lo contrario, voy a creer que el tiempo pasa muy lento, pero a la misma vez, rápido.

No estoy seguro cuánto tiempo pasó Jolene en el baño, yo estoy a punto de acomodar el cuello de la camisa. Pero, verla salir, aún con la toalla envuelta en su cuerpo. Luce preciosa con su maquillaje sutil, resaltando sus largas y voluminosas pestañas. Aunque no sé si sus adorables mejillas están pintadas o todavía está apenada por ir desnuda.

—¿Está bien el maquillaje o está corrido? ¿Necesito cambiarlo?—pregunta, avanzando hacia mí.

Me giro para mirarla, porque la belleza que se ve en el reflejo es distinta a la que mis ojos están admirando. Su cabello está completamente recogido en un moño bajo, está cubierto por unas trenzas despeinadas. Creo que lo ha hecho espléndido, estudio sus labios rojos brillantes y me apetece besarla.

—Estás perfecta, bonita —afirmo con seguridad.

Extiendo los brazos hacia ella, atrayéndola. No sé si es mi corazón o el de ella, pero siento cada bombeo. Me inclino para darle un beso en la frente, porque no quiero arruinarlo. Le acomodo un par de mechones, que parece que los ha dejado a propósito.

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