♡Capítulo ocho

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Ajusto el tirante de mi hombro, deslizo las palmas de mis manos por el escote en forma de corazón. La textura es suave, tiene algunos dobleces que hacen fruncidos en la parte superior. Continúo con mi camino por el resto del vestido, tiene un poco de tul, lo que hace que sea que sea esponjado. Por lo que una niña me dijo, es de un color muy claro, casi blanco, ya que otro niño intento corregirla, solo ve varios brillitos.

Me estoy probando el disfraz de la presentación del hada. Me hace sentir como una princesa. Vuelvo a recorrer mi cuerpo, asegurando que el vestido esté puesto de la mejor manera, tratando de evitar accidentes.

Suelto un suspiro con pesadez, me acerco a la puerta del baño, abriéndola. Los murmullos que se escuchaban ya no están más, percibo muchos pares de ojos soslayarme, erizando mi piel.

¿Por qué me miran tanto?

—¿Cómo me veo? —pregunto con un nudo en la garganta.

—Luce como una princesa, no como un hada —chilla extasiada una niña.

—Es que todavía no he terminado las alas. Se te ve muy bien, Jolene ¿Sientes el atuendo un poco ajustado o está suficientemente cómoda? —indaga una voz que pertenece a la costurera, se escucha vieja y cansada.

Ella es un poco más baja, puedo sentir sus paulatinas respiraciones a la altura de mis hombros. Sus manos se sienten suaves y arrugadas. Da una vuelta a mi alrededor, por lo que me hace sentir estudiada, oigo unos murmullos que son ruidos de aprobación.

—Entonces, ¿qué es lo que piensas Odette? —pregunta la costurera, cuyo nombre se me ha olvidado— ¿Te gustan todos los trajes o deseas alguna modificación? Recuerda que ya dentro de dos semanas es la presentación.

—Todos me han gustado, todavía no has terminado las alas de Jolene, ¿verdad? —Odette guarda silencio por unos instantes, supongo que esperando una respuesta—. Acuérdate que quiero mucho brillo.

—Sí, ya sabes que los avance te mando foto.

—Por eso me gusta trabajar contigo —canturrea con un tono de diversión—. Joly, por favor ve a cambiarte que ya terminamos la práctica y la prueba de vestidos.

Camino por el piso de madera con solo las medias rosas puestas, conozco bien la academia. Mis pies incluso van hacia el baño, tocando con los nudillos para ver si está desocupado. Al no recibir respuesta, sé que lo está, por lo que giro el pomo. A un lado del lavamanos hay un mueble donde he dejado la mochila y mi roca.

Me quito el vestido con delicadeza, bajando el cierre que se encuentra en un costado. Lo dejo en ese mueble, y termino de quitar el resto de la ropa, dejándome unos shorts de mezclilla con una blusa holgada. Tomo asiento en el retrete, doblando mi espalda para ponerme los tenis.

Kaleth no ha podido asistir, porque tenía que realizar pendientes en el santuario, como una organización de alguna excursión a unos niños. Tienen una pequeña campaña donde se intenta hacer conciencia o al menos eso fue lo que entendí.

La buena noticia es que al menos sé llegar a mi casa. El subterráneo no se encuentra lejos, cinco cuadras. Lo memoricé desde la primera vez que él me trajo, todavía desconfiada, pues en ese entonces era un desconocido.

Me pregunto si la imagen que he creado de él en mi cabeza, se acerca a él. Solo lo he visto con mis manos un par de veces, pero estoy segura que tiene una sonrisa encantadora.

Con mis pensamientos, guardo todas las cosas en la mochila y cuelgo el traje en la percha. La paso por mis hombros y salgo del cuarto, asegurándome en alzar lo suficiente para que no se arrastre en el piso. Cruzo por la zona de baile, yendo hacia la entrada.

NefelibataWhere stories live. Discover now