♡Capítulo nueve

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Escucho cómo alguien está llamando a la puerta de mi hogar, me parece extraño, porque se supone que nadie me viene a visitar ¿A quién intento engañar? Tengo la esperanza que sea Kaleth el que esté del otro lado.

Me levanto del sofá dentro de mi habitación, cruzo por el umbral y me dirijo directamente a la puerta con agilidad. Tomo un bocado de aire profundo antes de abrirla con mi rostro inexpresivo.

Sin embargo, ningún aroma a hierbabuenas llega a mi nariz. Este en cambio, es un poco más dulce y femenino, pero no logro reconocer quién es.

Me siento un poco decepcionada, la verdad creía que sería él.

—¿Hola? —indago con cautela, esbozando una sonrisa sin mostrar los dientes.

—Hola, Jolene —saluda aquella voz que ya he escuchado, hago un rápido recuento dentro de mi memoria para comprobar de dónde proviene.

No tengo que seguir buscando en mis recuerdos, porque añade:

—Soy Bea, mi prima planeó un ataque contra ti, es Lucie.

Sí, la ubico desde que dijo su nombre, no es necesario que repita el resto.

—Sí, Kaleth me dijo que tenías el cabello corto, mitad negro y la otra rubia. —Hago un ademán, partiendo la mitad de mi cabeza, imitando su look.

—Sí, esa soy yo. Te he enviado unos mensajes, ¿no los...?

Me parece gracioso cómo es que está buscando una palabra adecuada sin herir mis sentimientos.

—...No escuché mi celular sonar, lo lamento. —Sacudo la cabeza.

—Habíamos quedado en preparar pasta con queso, ya que me dijiste que lo único con lo que sabías hacerlo era con salsa de tomate. —Menea sus brazos y hasta ese instante soy consciente de las bolsas de plástico que sus manos cargan.

Me deslizo hacia un costado para que ella pueda ingresar a mi apartamento. Señalo el lado izquierdo, donde se encuentra la cocina y en el centro hay una mesa circular, ahí puede dejar las bolsas.

—No recuerdo que hayamos quedado en que me enseñarías a hacer pasta con queso. —Muerdo el interior de mi mejilla.

Las manchas que logro captar se deslizan hacia mi cocina, colocando la comida. Recuerdo que acordamos vagamente aquel día sobre los platillos, pero nunca fue oficial la sugerencia. Y la mujer está en mi morada, esperando a que compartamos una tarde de chicas. No sé cómo decirle que se vaya de mi casa, no quiero ser grosera y que le diga algo negativo de mí a Kaleth.

Por lo que creo que la mejor opción es que ella haga la comida, se sirve un plato y que se marche. Además, ¿a quién no le gusta la pasta y el queso?

—¿Dónde tienes las grandes ollas para hervir agua? Porque va a ser un puré de papas, la pasta, así y con un queso vegano que Kaleth me ha recomendado —explica ella, a unos centímetros de mí.

—Sí, espera.

Me dirijo hacia la cocineta de madera oscura, me reclino hasta rozar la segunda puerta, la abro y saco dos ollas. Bea se acerca a mí, sujetando los artefactos de cocina. Irgo mi espalda, sacudiendo mis manos en los pantalones. Escucho como ella abre el grifo, llenándolos de agua.

—¿Quieres que prenda la estufa? ¿Qué es lo que vas a hacer?

—Sí, por favor, si eres tan amable.

Doy cuatro pasos cortos a la izquierda hasta llegar a la estufa. Delineo con la yema de mis dedos, en busca de los botones. Presiono el cuarto durante tres segundos, hace un clic que me informa que las llamas de fuego ya están encendidas.

NefelibataWhere stories live. Discover now