♡Capítulo catorce

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La música deja de escucharse, mientras cuento en la mente hasta el tiempo ocho, por lo que todo el cuerpo se detiene, recuerdo las posiciones de mis manos e intento tener una respiración calmada. Los músculos están entumecidos, duele deliciosamente. Se siente tan bien.

Odette da un aplauso que da como señal que podemos descansar, las piernas me están temblando cuando pongo toda la planta del pie en el suelo sin dejar caer la gracia.

—Muy chicas, pueden tomar un poco de agua. Bailamos otra vez la canción y nos vamos para la casa —indica nuestra maestra.

Me encuentro en el grupo de niñas entre doce y quince años, ellas suspiran a cono y por las vibraciones de la madera en el suelo, sé que se están moviendo al cuarto. Espero unos segundos antes de encaminarme, porque estoy sedienta, pero ese aroma a hierbabuenas me paraliza, además está sujetando mi muñeca derecha, sintiendo un hormigueo recorrer cada rincón de mi cuerpo.

—Aquí hay agua, cada vez fluyes mejor —halaga Kaleth, acariciando mi cabello recogido.

—Gracias, Kal. En serio me estoy esforzando un montón —confieso un poco cohibida.

Es como si por primera en mi vida tiene un poco de sentido, y eso me hace sentir completa, como si por fin perteneciera a un lugar.

—¿Recuerdas que te dije anoche estaba buscando trabajo extra? —inició Kal, mientras daba otro sorbo.

Asiento con la cabeza, limpiando las gotas que caen por la comisura de mis labios. Tampoco puedo tomar mucho, odio que mi vejiga no pueda retener tanto tiempo el agua.

—Bueno, hoy voy a ir a una prueba. Voy a tocar enfrente de sus comensales, y si creen que les gusta, pues estableceremos un horario, y me gustaría mucho que me acompañaras.

—Sí. —Agito la cabeza frenéticamente, ni siquiera lo pienso dos veces.

Pero una idea atraviesa mi mente, por lo que me comentó la noche anterior, sé que está en la zona más costosa de la ciudad, por ende, debe de tener un código de vestimenta. Y lo más elegante que tengo en mi armario es el vestido de cumpleaños que utilicé hace unos meses.

Arrugo el entrecejo, irritada. Ni siquiera tengo tiempo para poder buscar renta en alguna tienda, muevo mi nariz, cabizbaja.

—Colette va a venir por ti, me dijo que tiene un vestido morado de su hermana que puede prestarte. Después paso por ti a la casa de ella. —Kaleth lee mis pensamientos, colocando su mano en mi hombro, apretujándolo con cariño.

—De acuerdo, acepto eso. —Esbozo una sonrisa.

Odette vuelve a aplaudir, le ordena a Kaleth a regresar a un piano, las niñas están a mi alrededor, cuando la maestra dice que tomemos un espacio, ya que la última canción es para relajar los músculos.

—Tienes un novio muy guapo —fanfarrea una niña a mi izquierda—. Cuando sea mayor, quiero uno igual.

Lamento decepcionarla, pero mi Kaleth es inigualable.

Lo anterior solo es un pensamiento.

—Estás muy chiquita para pensar en eso.

—Pues, Moon. —Carraspea su garganta, creo que apunta a otra niña, tal vez atrás. No logro visualizar dónde está—. Ya tiene un novio.

Estoy a punto de argumentar, sin embargo, la voz de Odette me detiene, dice que alcemos nuestra pierna y empecemos a girar el tobillo del lado izquierdo, cuenta hasta ocho paulatinamente. Mis manos están en las caderas, para el equilibrio. Al terminar de contar, pide que repitamos la acción, pero girando al lado.

NefelibataWo Geschichten leben. Entdecke jetzt