♡Capítulo treinta y tres

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Últimamente me ha estado gustando Lana del Rey para bailar, el ritmo de sus canciones, calmadas. Aunque he investigado lo qué dicen, no logro comprender palabra por palabra. Algunas tienen letras profundas y otras me sacan una carcajada.

Por ejemplo, ahora estoy con "Yes to the heaven" y mi cuerpo se mueve solo. Las manos hacen un círculo y subo la pierna derecha recta con el pie en punta. Lo entrelazo con el brazo para mantenerlo ahí por unos segundos, luego me dejo caer, formando un arco, pero mi mano evita que me caiga. Me incorporo con delicadeza doy un giro en las puntas y termino con un salto en el aire, extendiendo las piernas.

No calculo bien, ya que mi desconcentración se ve afectada por la cama, no hay tanto espacio para mis brincos. Cruzo los brazos con frustración, enojada. Con ganas de romper la base, para que pueda levantar el colchón.

Me estremezco cuando escucho una carcajada, frunzo el entrecejo ¿A qué hora llegó Kaleth y por qué no me ha saludado? Coloco con indignación las manos en la cadera.

—¿Y por qué no me has saludado tú? —Hago un mohín con los labios, que se vea que estoy molesta.

Se le hace costumbre observarme mientras bailo y estoy tan enfocada en mí que no noto su presencia hasta que termino de bailar.

Él solo se ríe mientras se acerca a mí, rodeándome la cadera con los brazos, y me da un pico en los labios. Intento mantener una distancia, porque estoy empapada de sudor y no quiero ensuciarlo. Él lo sabe, no le importa, debido a que me atrae con fuerza.

—Creo que eres sexy toda sudada —murmura con voz ronca—. Demuestra lo dedicada que eres en lo que te apasiona.

Plasmo una sonrisa en los labios, pero aún así no quiero ensuciarlo por lo que me escurro de su abrazo. No lo he visto en varios días por su trabajo, y luego con las clases que tengo con su mamá nos da menos tiempo, sobre todo, ahora que me toca ensayar las coreografías de todas las escenas, debido a que ya pasaron varias semanas desde que regresamos de las vacaciones. 

Pero, siempre me regala su tiempo libre.

—¿Qué es lo que vamos a hacer? —pregunta Kaleth.

—Pues Colette va a dar una clase de maquillaje, porque les va a enseñar cómo maquillar a los papás a las estudiantes para el día de la función...

—Lo sé, no vas a tener clases por eso. Quiero pasar un rato con mi preciosa novia que la extraño ¿Estás de acuerdo? —pregunta, haciendo un berrinche con la voz.

—Claro, ¿qué te gustaría hacer? Solo déjame me ducho —explico, corriendo hacia el cuarto de baño sin esperar una respuesta.

Me estoy enjabonando el cabello cuando Kaleth entra al baño para orinar. Pero, en lugar de irse, se queda ahí, conversando de su día. Me pasa la toalla al terminar, me envuelvo el cuerpo antes de deslizar la cortina para salir.

Regresamos a la habitación y le pregunto a dónde vamos a ir, porque necesito saber qué es lo que me voy a poner.

—La verdad estoy cansado y no quiero ir a ninguna parte ¿Te parece si nos quedamos aquí? —sugiere, suspirando.

Asiento con la cabeza, buscando en el armario algo cómodo. Kaleth me sorprende cuando me abraza desde atrás apretándome con fuerza, aspirando el olor del cuello, por lo que me provoca cosquillas. Giro la cabeza, besando su mejilla antes de que me suelte para cambiarme.

—¿Te apetece que te lea algo? —ofrezco, pasando el peine por el cabello—. Siempre me lees a mí, me toca hacerlo para ti.

—Sí, por favor —suplica, me parece adorable—. Yo aprendí las sesenta y ocho combinaciones de las letras, pero todavía soy lento.

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