♡Capítulo cuatro

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La primera clase de ballet fue un poco estresante, aunque puedo percibir algunas sombras y sentir las presencias de los niños, siempre me dio miedo dar un paso en falso y lastimar a uno. Odette nos puso a hacer calentamiento para que no nos diera calambres en los músculos durante el baile, explicó la manera de posicionar el cuerpo, que cada movimiento debe de ser frágil y elegante a la vez. Yo traté de seguir sus indicaciones, pero en realidad desconocía si estaba siguiendo correctamente cada una.

La verdad es que me sentí fatal, lo único que quería hacer era salir corriendo del estudio e ir hacia mi habitación donde me sentía mejor, mi lugar seguro. La hora y media en lo que a mí respecta, fue una completa tortura.

¿Es que cómo iba esperar yo que podría hacer el padebure?

—Ilusa fuiste —me reprocho, atrayendo con más vigor las rodillas sobre mi pecho, muerdo con fuerza el interior de mis mejillas en lo que con el dorso de la mano limpio las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos.

No le he respondido a Kaleth el celular los últimos días, sus mensajes son frecuentes. En serio me dan ganas de estrellarlo contra la pared para que me deje en paz de una vez por todas, como todas las personas lo hacen.

¿Cómo puedo deshacerme de él?

Mudarme de continente lo considero una buena opción, aunque el idioma podría ser un problema.

Aunque, no sería tan grande como que un hombre está forzando nuestra amistad.

Me estremezco cuando escucho como alguien llama a la puerta de mi habitación. Por lo que me paralizo al instante, tal vez Gilia crea que estoy dormida y eventualmente dejará de insistir.

Refunfuño lo más bajo cuando es insistente los golpes en mi puerta, suelto mis piernas, extendiéndolas por la cama y al final hundo mi rostro en las almohadas. Es tarde, por lo que creo que Gilia no va a estar por más tiempo, ya que mañana debe de ir temprano a sus trabajos.

Transcurren unos minutos más, cuando escucho el chirrido de la puerta abrirse.

Carajo, debí de ponerle el estúpido seguro.

Intento relajar mi cuerpo, giro mi rostro a la pared contraria de la puerta y cierro los ojos. Regulo mi respiración a una lenta y pausada para fingir que estoy dormida. Mi nariz detecta ese aroma a hierbabuena cuando la presencia de la persona está más cerca de mí.

¿Qué demonios hace él aquí a esta hora? Son más de las diez de la noche.

¿Es que no tiene cosas más importantes que venir a mí?

El colchón se hunde a un lado de mí y resisto mis ganas de patear su culo de mi cama. Él se inclina a mí, por lo que siento su rigurosa mirada sobre mí.

—Estás mintiendo, gruñoncita —agrega, sus labios húmedos rozan mi oreja—. Te conozco lo suficiente para saber que finges.

Me niego a darle la satisfacción de decirle que está en lo correcto.

—Estás apretando un poco los ojos, y tu nariz te delata. —Sus dedos rozan la punta de esta, y por inercia, suelto un manotazo en la suya para que no me vuelva a tocar—. Te lo dije —refuta con orgullo mientras yo me siento, recargando mi espalda en la fría pared.

—Eres como Newton descubriendo la gravedad —murmuro con ironía.

—Pues me preocupaba que no has respondido ni mis mensajes, ni mis llamadas. Y para rematar, no has ido a la práctica de ballet de antier —enumera, siento que lo hace con sus dedos—. Me preocupas, Jolene.

—No es tu trabajo.

No quiero admitir que en realidad me sentí como la mierda en la primera práctica. Le pise el pie a un niño por accidente, él no dijo nada. Solo soltó un diminuto chillido y se alejó de mí. A ese paso, voy a lastimar a todos los bailarines y no estoy dispuesta a arruinar sus sueños.

NefelibataWhere stories live. Discover now