♡Capítulo veinticinco

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La chasse au bombons (la caza de dulce) es algo de que las niñas más pequeñas no han dejado de hablar, sobre todo, porque hace un par de días, la semana pasada, me comprometieron junto con Kaleth que iríamos juntos a pedir unos dulces, después de las clases.

—¡Kaleth! —grita una de las niñas, entusiasmada cuando la puerta principal se abre.

Dejo de escuchar sus pasos en la madera, interrumpiendo la danza, indignando a la maestra quien resopla.

—Niñas, ahorita que terminemos la canción y después tenemos que hacer la rutina para descansar los músculos, pueden ir a molestar a mi hijo —ordena con firmeza— ¡Vamos!

Las niñas rezongan, pero terminan por regresar a sus posiciones, curvo mis labios en una sonrisa cuando escucho a mi perrito ladrar en la dirección a mi novio mientras sus ojos se posan en mí, estudiándome, poniéndome nerviosa, por lo que sacudo los hombros, intentando enfocarme en el trabajo.

Odette me pide que corrija la posición de Fancy a mitad de la canción, camino entre las niñas, intentando no perturbar su tranquilidad. Acomodo los brazos de la niña y regreso al medio del salón, repitiendo las acciones de la maestra.

Al terminar la canción, inicia otra más lenta, Odette pide que absorbamos el aire por la nariz, que lo contengamos por tres segundos en los pulmones y que exhalemos con lentitud, extendiendo los brazos a los costados. Dejamos caer el pecho hacia delante, el dorso de las manos acaricia la madera encerada, contamos hasta ocho antes de levantarnos.

—Y esa ha sido la clase por el día de hoy, ahora pueden ir a bombardear a mi hijo con las cosas.

Como una manada, los pasos vibran en el suelo, chillando extasiadas hacia mi novio.

—¿Dónde está la chica que nos va a maquillar?

—¿Si vamos a ser las bailarinas tenebrosas?

—¿Cuántas casas vamos a recorrer?

—Mi mamá va a recogerme a las nueve aquí, ¿verdad?

Están preguntando las niñas que estoy segura que Kaleth no es capaz de contestar, lo cual creo que es divertido, aunque lo maneja bien.

—Niñas, niñas, puedo responder todas sus preguntas, pero es importante que nos mantengamos en silencio —apresuro a decir antes de que lo siguieran atacando con las preguntas—. Si alguien tiene una pregunta, que levante la mano y nos vamos en orden.

Odette se para a un costado mío, suelta una risilla divertida, un ligero aire me acaricia el brazo, por lo que supongo que está negando con la cabeza.

—Kaleth sabe muy bien cómo controlar a trece niñas, yo estoy cansada y me voy a ir a la casa —explica con tranquilidad—. Los padres van a venir aquí a las nueve por sus hijos, confío en ustedes.

—Solo vamos a ir a pedir dulces, no hay nada de qué preocuparse.

—Pongo mis esperanzas en ti, rara vez Kaleth le puede decir "no" a un par de niñas, ahora no quiero saber cuándo estén multiplicadas —fuerza la voz, intentando sonar relajada.

—No tienes nada de qué preocuparte, van a venir Brenton, Colette y Bea. —Tomo un bocado de aire con confianza—. Somos cinco personas adultas.

Mi perro interrumpe nuestra conversación, haciéndose notar.

—Cinco personas adultas y un canino responsable ¿Qué podría salir mal? —pregunto sarcásticamente.

Odette resopla con diversión, da unas suaves palmadas en la espalda, antes de marcharse en silencio en lo que Kaleth resuelve las dudas de ellas en orden. Mis sentidos se prenden al notar una sombra atravesar por la puerta, pero se multiplican. Se acercan a mí y reconozco a quiénes pertenecen por sus aromas.

NefelibataWhere stories live. Discover now