♡Capítulo treinta y cinco

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Estamos terminando el mes de mayo, solo queda una menos de diez días para que se acerque el siete de junio, el día de la obra, lo cual estoy nerviosa, un montón. Justo porque hoy vamos a ir al teatro para ensayar, lo haremos tres veces cada semana para conocer el escenario y sincronizar todos los grupos, sobre todo cuando dos se unifican. Estas semanas que han pasado, en serio son arduas, al terminar el día siento un pinchazo en las piernas, algo que ya no me sucede desde que inicie con el baile.

¡En un teatro! ¡Yo! Con un bonito vestuario, una pieza para mi sola es incrédulo todavía. No tengo ni la menor idea de por qué estoy tan nerviosa. Kaleth me va a llevar, por lo que lo estoy esperando en la sala de mi casa, Aketus tiene recargada su cabeza en mi regazo y le acarició detrás de las orejas, tocarlo aminora los sentimientos.

Eso sí, todavía creo que se está tardando demasiado.

Escucho como alguien llama a la puerta un par de veces, creo que lo he invocado con el pensamiento. Por lo que, como una desesperada, tomo todas las cosas y salgo corriendo. Me impulso hacia arriba, depositando un beso brusco en su mejilla que lo hace desequilibrarse. Se estabiliza al sujetarme de la cintura, pero yo ya le estoy poniendo la cerradura, lo más apresurada.

—Hola, bonita...

No lo dejo terminar de saludarme, porque lo sujeto de la muñeca mientras corro escaleras abajo. Cuando llegamos a la acera, agarro con firmeza la correa de mi perro.

—Te has tardado un montón —recrimino, con la otra mano en la cadera, torciendo la boca en una mueca.

Lo único que hace Kaleth es reírse, acercándose a mí para besarme en la frente ¡Que no tengo tiempo!

—Vengo con tiempo, gruñoncita. No te preocupes que hasta nos va a sobrar tiempo.

Me sujeta de la mano, entrelazando nuestros dedos, guiándome hasta llegar a su motocicleta. Se vuelve a reír cuando aprieto las correas del casco en lo que acomoda a mi perrito. Tampoco lo espero para sentarme, palmeo ansiosa el hueco libre delante de mí.

—Kal... —llorqueo, echando la cabeza hacia atrás—. Eres muy lento cuando me quieres torturar.

El desgraciado lo único que hace es reírse, pero me controlo, ya que sé que, si me sigo exaltando, va a seguir con su modo tortuga.

El recorrido hacia el teatro en verdad me parecía eterno. Sin embargo, me siento aliviada al llegar al lugar. Huele un poco viejo, pero no le doy importancia. Lo que si me ensordece son los gritos de las niñas, incluso puedo sentir las vibraciones en mis pies de donde están corriendo. Desde que inicio el mes, hemos venido a ensayar una vez a la semana para estar todos sincronizados.

Es complicado con los más pequeños, porque se distraen con facilidad y dejan de prestar atención. Los ensayos duran dos horas, por lo que también se aburren.

Aketus nos guía por el pasillo, llegando al escenario, donde Odette ya está dando instrucciones, preguntando si estamos todos, por lo que empieza con su lista de asistencia.

—Después vengo por ti, bonita —murmura, dándome un beso en la frente—. Disfruta de tu ensayo.

Me toma desprevenida cuando al mismo tiempo que se gira para darme una ligera nalgada, lo que me hace abrir los ojos con sorpresa, aunque al menos siento que nadie lo vio. Me estremezco cuando escucho nombrarme, respondo con la garganta seca.

—Chicas, por favor. Sé que tal vez tienen proyectos escolares y otros pendientes que no son de acá, pero les suplico que por favor no falten a los ensayos generales —implora con desesperación, aplaudiendo para iniciar con los ensayos—. Mientras tanto las que van llegando, por favor esperen a que Jolene se termine de arreglar para que las ayuden a calentar.

NefelibataWhere stories live. Discover now