♡Capítulo veintitrés

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La canción se detiene al mismo tiempo que mi cuerpo, suelto el aire contenido en los pulmones, pero sigo manteniendo la posición de los pies cruzados y en punta, uno delante de otro, parecido a un pingüino. Los brazos están por encima de la cabeza.

Bajo con delicadeza, al mismo tiempo que los brazos, con el mentón girando hacia un lado.

Mi perro ladra, dándome suficientes ánimos. Él es mi fan número uno, pero ese ladrido es distinto, sé que me está diciendo que quiere dar vuelta.

—Está bien, vamos. Seguro que has estado aburrido durante todo el día —afirmo, dibujando una sonrisa en el rostro.

Doy dos pasos al sillón, me siento y tomo los tenis que se encuentran a un lado para ponérmelos. Le hago el moño con los cordones. Preparo los accesorios de Aketus que están en uno de los cajones de la mesita de noche. Silbo, atrayendo su atención, por lo que viene obediente.

Le pongo el collar, él queda inmute, por lo que hace mi tarea más sencilla. Cuando termino, tomo la bolsa de enseguida y saco el bastón. Camino con facilidad por el apartamento hasta la puerta de la salida. Al ponerle seguro, porque está vacía, agarro la pechera, bajando por las escaleras y llegar a la banqueta.

Me dejo guiar por él, no estoy apurada por regresar al apartamento. Colette dijo que podía pasar a verme, pero tuvo que cancelar, ya que debía de ir a trabajar. Le dije que no había problema, pero ella se sentía fatal por cancelarme y puedo entenderlo.

Aunque Colette tiene sus horarios, si maquilla a varias personas en horas distintas si se le ofrece un trabajo. Mencionó que iba a maquillar seis chicas y que no pidieron ningún descuento. Ella odia aquellas clientas que piden maquillaje por mayoreo, por lo que no quiso desperdiciar la oportunidad. Además, que se va a ampliar su cartera de clientes.

Yo trabajo también, todavía tengo que terminar de pagarle las entradas que le regalé a Kaleth a su mamá. Y eso me emociona. Me gusta trabajar con sus grupos más pequeños, como asistente, porque siento que me miran con admiración, como si fuera irreal.

Que alguien te admire es lo que me gusta al momento de bailar, aunque a veces, me siento presionada y me aterra no cumplir sus expectativas.

Tengo que ir a la academia en un par de horas para su clase de niñas entre ocho y diez años. Ellas son más dedicadas, pero siempre está la que su mamá la anotó por decisión propia.

Me detengo cuando Aketus se atraviesa en mi camino, mi cuerpo está sincronizado con el de él que puedo acatar sus indicaciones antes que pueda procesar lo está sucediendo.

El celular dentro de mi bolsa empieza a sonar, avisando que es un mensaje de audio de mi novio. Lo saco para reproducir lo que mandó

—¨Hola, mi amor" —carraspea su garganta.

Se escucha música de fondo, sé que está en una de esas reuniones de empresarios, últimamente lo han estado contratando mucho, sé que él está feliz por aquello. Me gusta oírlo hablar de sus presentaciones, me menciona las piezas, que ha practicado más para que sus dedos sean más fluidos, pero cuando lo escucho, es lo más bonito.

—¨Hoy no he comido, porque he estado trabajando desde temprano" —informa, soltando un resoplido—. ¨Por lo que he decidido que voy a utilizar mi regalo de cumpleaños; el cupón de comida y me gustaría que me prepares unas galletitas o algo, porque lo voy a usar. Te veo después".

Joder, ¿no se le ocurrió decirme con anticipación? Quiere algo dulce, pero este hombre no come carnes y rara vez productos que provengan de los animales. Necesito al menos un día para poder organizarme.

Debí poner clausura a ese cupón, ¿y si le compro una tarta? ¿Querrá que la cocine? ¿Se dará cuenta que no la he preparado yo? Es que no sé hacer galletas veganas.

NefelibataWhere stories live. Discover now