♡Capítulo diecisiete

12.7K 925 339
                                    

Froto las palmas de las manos contra el pantalón de mezclilla que estoy utilizando, tomando un gran bocado de aire antes de que vaya a escupir a la chica que me está dando terapia y es la cuarta sesión.

—Te veo un poco tensa, Jolene ¿Hay algo de lo que quieres decir?

Parpadeo sin frenesí, intentando contener las lágrimas que se están acumulando en los ojos, cada vez me he estado abriendo durante las sesiones que no puedo resistirme por mucho tiempo.

—Un mes después del accidente, mi donador de esperma se escapó. Fue la excusa perfecta para él, mi discapacidad, pero yo todavía lo quería mucho. Había algunas cosas en ese entonces que no terminaba de entender...

El nudo dentro de mi estómago cada vez se siente más apretado y las palabras salen de la boca con dificultad. Creo que Sandrine entiende que estoy a punto de llorar, por lo que coloca un pañuelo en mi regazo.

La agarro, haciéndola bolita, por lo que libera un poco de tensión, resoplo antes de continuar con el momento exacto.

—Un día, mientras Gilia discutía con ese ser por el teléfono, yo escuchaba desde otro celular y sus palabras son algo que recordarépor el resto de mi vida.

—¿Qué fue lo que te dijo? —inquiere con suavidad, luego de que ya haya guardado silencio por un largo tiempo.

— "Esa niña no va a hacer nada nunca, será un estorbo que siempre tendrás que cuidar. Ese día del accidente debió de perder la vida ese día y no solo sus ojos. No me vuelvas a buscar nunca" —imito con una voz más profunda, pero quebrada y con respiraciones entrecortadas.

Muerdo el labio inferior con fuerza, el dolor que crece sobre el pecho es insoportable. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas, aunque las limpio tan pronto caen con el pañuelo, pero parece que no se terminan.

—¿Es la primera vez que se lo dices a alguien?

Asiento con la cabeza, incapaz de pronunciar una sílaba.

—Está bien, llorar, sana el alma.

Las palabras de ese sujeto me marcaron en lo más profundo de mi ser, y por un momento deseé lo que él quería, que mi vida terminase. Pero, nunca tuve esos pensamientos de ser yo misma la que me arrebatará las respiraciones.

Cierro los ojos por unos instantes, es como si un peso de los hombros desapareciera.

Entierro con fuerza las uñas sobre las rodillas, desesperadas porque las gotas saladas no cesan, en lo que ella me dice algunas frases de motivación, de las cuales no pongo atención ninguna, ya que esas palabras suenan con eco dentro de mi cabeza.

Me siento miserable el resto de la hora, por lo que intento hacer que ya no caigan las lágrimas, implorando que mis ojos no estén hinchados ni haya rastro de evidencia a la que me exponga.

Sandrina me dice que la sesión ha terminado, por lo que me informa las sesiones la próxima semana, por lo que agendo una cita. Ella y yo mantenemos una relación profesional. Un día me confesó que le gustaría invitarme a un helado, pero se abstuvo. Eso, porque todavía no se consideraba lo preparada para mantenerse separada de lo personal, por lo que yo la entendía.

Inhalo con profundidad antes de levantarme del sofá, estirando las piernas, debido a que estaban cruzadas. Le agradezco a la mujer en lo que tomo el bastón, caminando hacia la salida, dejando de pensar en lo anterior, ya que estoy enfocada en contar los pasos.

Al llegar a la entrada, arrugo la nariz en busca del característico olor de mi novio, sé que está por aquí. Siempre concurre cinco minutos antes, porque no le gusta hacerme esperar.

NefelibataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora