♡Capítulo dos

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Dejo caer mi cabeza en el respaldo de mi habitación, escuchando el audiolibro que el asistente virtual me está leyendo, tomo un gran bocado de aire mientras que continúa con el capítulo trece. Aunque le digo que se detenga cuando escuche sonar el timbre del apartamento. Arrugó mi nariz, tal vez se vaya en unos segundos al no encontrar respuesta. No obstante, me sorprende que se vuelva a timbrar una vez más.

Me encojo de hombros, restándole importancia, esperando a estar sola nuevamente. Sin embargo, escucho que mi asistente virtual está afirmando que me han llegado unos mensajes del chico del metro, preguntando qué si me los quiere leer.

—Estoy afuera de tu casa —inicia la asistente con una voz femenina y formal—. Sé que estás adentro, le pregunté a tu mamá.

Resoplo, cubriendo mi rostro con las manos. Gilia chismosa, no debe de andar compartiendo mi ubicación.

De todas formas, no voy a abrirle la puerta.

Se debe cansar esperando, ¿verdad?

—¿Deseas que le escriba un mensaje a un chico del tren? —irrumpe la voz de mis pensamientos.

—No, reproduce el siguiente capítulo.

Mi asistente empieza a narrar el nombre del siguiente capítulo, cuando es interrumpida por una llamada entrante del chico del tren.

—Rechaza la llamada —respondo, el sonido del ringtone se detiene.

Sin embargo, vuelve a timbrar la entrada, esta vez un poco más insistente y no me permite continuar con la lectura tranquila. Intento seguir, pero el sonido no me deja en paz.

Ese hombre no me va a dejar serena, mejor debo de confrontarlo antes de arrancarme el cabello por la frustración.

Me levanto del sofá, no me pongo las sandalias y salgo de mi habitación. Me dirijo hacia la entrada con gran habilidad por mi escasez visual, debido a que conozco a la perfección el apartamento. Extiendo la palma de mi mano hasta la perilla, pero el timbre deja de sonar por un segundo que creo que por fin se ha rendido.

Estoy equivocada, ya que con el ruido que me tiene hastiada vuelve a sonar.

Abro la puerta con brusquedad, implorando que deje de llamar.

—¡Ya, Kaleth! ¡Harta me tienes! —vocifero, tomando un profundo bocado de aire, su característico olor a hierbabuenas llega a mi nariz.

—¿Dónde están los modales, gruñoncita? —replica él—. Se saluda primero.

Fuerzo mis ojos a fijar su dirección, y puedo distinguir su sombra. Muerdo el interior de mi mejilla al ver como intenta infiltrar a mi casa.

—Malos modales son entrar a casas ajenas sin permiso. —Cruzo mis brazos sobre el pecho al sentir las pisadas del hombre.

—Le pregunté a tu mamá...

—Pero, ella no está —corto en seco, esperando a que se marche—. Ella viene como a las nueve de la noche, así que no es necesario que estés aquí

No entiendo su insistencia, después de mi cumpleaños ha estado intentando contactar conmigo, debido a que Odette me ofreció ser su alumna, ya que las niñas sugirieron que era una idea fantástica para regalo.

Evidentemente la decliné, y lo volveré a hacer si es necesario.

—No, de hecho te quería invitar a ti a un santuario de animales que están en peligro de extinción, a las afueras de Lyron. Acaba de empezar, tiene un poco más de un año y medio, por lo que queremos que más personas conozcan a Le santuaire de la riviére y exista más conciencia. Ya llevé a varios de mis amigos y otras no quieren ir, porque hay mucha tierra y bichitos, que según, les puede irritar —explica, puedo percibir la emoción en su voz, y podría asegurar que está sonriendo.

NefelibataDove le storie prendono vita. Scoprilo ora