12: Juzgar.

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"El error del anciano es que pretende enjuiciar el hoy con el criterio de ayer" -Epicteto de Frigia.

Ya paso una semana desde que había visto a Roman en su casa. No he tenido el tiempo de poder hablarle ya que tenía doble trabajo, el director del hospital junto con el Dr. Rayan me hicieron como su "mano derecha" ya que me tienen confianza y vieron un gran potencial en mí, lo cual no tenía problema en serlo, solo que me gusta más compartir tiempo con los niños que en los negocios del hospital. De todos modos, hubo algunas ocasiones en el que nos mandábamos mensajes, pero no era lo mismo que conversar en persona.

Y no quiero admitirlo, pero lo extraño. Extraño verlo en el jardín, poder conversar con él, poder usarlo como mi almohada de lloros, poder sorprenderme cuando me sonríe o escuchar cuando ríe. Extraño las veces en la que dijo que no necesitaba mi ayuda cuando en realidad si lo necesitaba, extraño como se exasperaba cuando yo tenía razón.

Creo que estoy mal. Roman tampoco pudo hablar mucho porque luego de su recuperación tuvo demasiado trabajo que hacer y arreglar ya que uno de sus empleados realizo mal unos cálculos por lo que el contrato que estaba realizando se fue a la basura. Debió de estar demasiado estresado, pobre.

Le pedí al director del hospital una semana libre ya que iré a Malibú con las chicas a visitar a mis tíos y de paso a mis padres. Hace mucho que no me tomaba vacaciones. Trabajar era mi forma de no pensar en mi desastrosa vida y de poder desahogarme cuando me sentía hundida en mis pensamientos, por lo que ver a niños y firmar papeles lograba que me concentrara en eso.

Así que ir de vacaciones era como revivir todo en una, pero ahora que las chicas querían hacer este viaje conmigo, tomare esas vacaciones por ellas. El director sin poner trabas me dejo ir ya que nunca pedí vacaciones. Cuando salí del trabajo fui directo hacer unas maletas y ya estar preparadas para el viaje.

Como solo era un viaje de una hora y minutos decidimos ir mañana en la mañana, tipo 9 a.m. y antes de llegar a casa de mis padrinos visitar a mis padres. Cuando deje todo preparado, tocaron el timbre por lo que fui hasta la puerta y mire por el mirador dándome una grata sorpresa. Me mire en el espejo que estaba en la entrada y me arregle por las dudas.

-Hola -Dije al momento de abrir la puerta con una sonrisa.

-Hola Rose. ¿Molesto?

-No, para nada. Pasa -Me hice a un lado dejando pasar a Roman quien me había dejado sorprendida - ¿Por eso me pediste mi dirección?

-Si -Dijo con una sonrisa -Quería verte antes de que te vayas.

-Vaya estas lleno de sorpresas. ¿Hay algo más de la que tengo que asombrarme?

-Puede -Me sonrió guiñándome el ojo contagiándome la sonrisa.

- ¿Cómo estan tus piernas? -Lo invite a sentarse al momento de sentarme en el sofá.

-Mejorando. Ahora puedo caminar sin usar las molestas muletas.

-Bueno, esas "molestas" muletas te ayudaron de alguna forma. Eres muy terco eh.

-Siempre -Me reí mordiéndome el labio inferior por la terquedad de Roman.

Conversamos una hora entera de tantas cosas e incluso nos reímos de lo borracha que me encontraba en ese entonces. Finalmente me hablo de su familia, Kimberly se había divorciado de su exmarido porque le había sido infiel y además era muy malo con ella y su hija, por lo que ella misma lo paro ahí y decidió dejarlo. "Como quisiera haber tenido el mismo valor que tuvo ella". Sus padres se habían jubilado y le dieron la herencia junto con la empresa a Roman quien no tuvo problema de compartírsela con su hermana quien no le importo mucho. Solo quería a su hija y mantenerla con ella dándole todo su amor.

Curando HeridasWhere stories live. Discover now