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"A veces amamos aquello que odiamos y viceversa" -Andrés Serrano.

Me levante enderezándome rápido al notar el sol resplandeciente en mi rostro recordando que debía ir a trabajar, pero un dolor insoportable me vino de golpe mareándome. "Creo que bebí demasiado anoche". Al abrir bien mis ojos supe que esta no era mi habitación por lo que tampoco era mi departamento.

Lo peor de todo es que no recuerdo que paso a noche. Levante las sábanas y tenía ropa puesta, lo que me alivio un poco el pensar que no estuve involucrada en ningún momento íntimo con alguna persona. Trate de ver si había algún retrato para averiguar de quien era la habitación. Cuando observé con más detenimiento a mi alrededor supe que en el mueble del lado de la cama estaban mis cosas, al agarrar mi bolso y ver la hora en mi teléfono, casi me dio un pequeño infarto. ¡¡14:30!!

-Buen día -Entro una señora de más o menos 60 años, que abrió las puertas corredizas que llevaba al balcón para que entrara aire -El señor me pidió que la atendiera. Vine antes, pero seguía durmiendo.

-Ehh, ¿disculpe? -Me rascaba la nuca sintiéndome desorientada mientras me levantaba aun avergonzada e incomoda -Perdón, ahora tengo tantas preguntas, ¿Quién es? ¿Dónde estoy? ¿Y quién es el dueño de esta casa? -Sonrío.

-No se preocupe. Me llamo Karen y soy la nana de la mansión Moon y esta es la casa de Roman Moon -Cerro los ojos tratando de recordar quien era, hasta que se me prendió la lamparita.

- ¿Roman? -Puse mi mano en mi rostro al momento de que una serie de imágenes comenzaran a caer como agua fría en mi cabeza -Debo tomarme seriamente la idea de dejar de tomar. Ahora me siento muy avergonzada.

-Bueno, la entiendo, si estuviera en su lugar pensaría lo mismo. Roman la esta esperando en el comedor para almorzar. Si necesita arreglarse, ahí al frente se encuentra el baño.

-No quiero ser una molestia, solo me cambiare y me iré, mire la hora, hace 7 horas que debería de estar trabajando.

-Esta bien, de todos modos Roman quiere conversar contigo.

Cuando Karen se retiro de la habitación por un momento entre en pánico pensando en como me había metido en problemas. Me coloque mi zapatos y fui hasta el baño cerrando con seguro mirándome en el espejo. "En que te metiste Rose". Me rasque la cabeza despeinándomelo más de lo que estaba. Suspire y trate de ser positiva. Comencé a lavarme la cara y arregle mi cabello mientras sacaba el poco maquillaje que traía en mi bolso y me colocaba un poco de el.

Al estar lista guarde todo en mi bolso y al salir vi que todo ya estaba ordenado. "Que rápido", me acerque a la salida abriendo la puerta para ya salir de la habitación pasando a un pasillo largo. Había muchas puertas que de algún modo me mareo, seguí caminando hasta llegar a unas escaleras que bajaban hasta un gran espacio con decoraciones hermosas.

"Esto si es una mansión; cuánto dinero tiene este hombre". Era como estar en un museo de exhibición de cuadros y estatuas. Era muy grande que hasta me dejo perpleja y perturbada, seguí caminando hasta llegar a un comedor donde estaba sentada una mujer con una niña y Roman.

-Buen día doctora Bellemore -Incómodamente camine lo más lento posible.

-Buen día -Me sentía fuera de lugar -Perdón las molestias -Sonreí nerviosamente.

-O no te preocupes, ven siéntate -Dijo alegremente la mujer de cabello marrón claro que estaba dándole de comer a una niña de más o menos 4 años. Me senté en una de las sillas que parecen de cristal, muy caro para mi gusto, al lado de la pequeña.

-Hola pequeña -Sonreí alegremente a la pequeña.

-Ala -Sonreí de ternura al escuchar su dulce voz y las palabras que le costaba decir.

Curando HeridasWhere stories live. Discover now