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La fría madrugada era aterradora y escalofriante, azotaba con su helada ventisca cada cuerpo que deambulaba por las calles bajo su velo nocturno. Entre las penumbras se escondían tantos demonios que aguardaban el momento adecuado para poder ejercer su malicia y contaminar la poca pureza que aún se resguardaba entre los escombros de un mundo desolado y sin esperanzas.

Las calles estaban solitarias a esa hora, el ruido de ciertas especies nocturnas y el golpear del viento era todo el sonido que alcanzaba a escucharse a kilómetros de distancia.

Todos pensaban que el lado Norte de Angelical era la parte segura de la gran ciudad, donde la humanidad podía vivir sin problema alguno. La parte Sur por otro lado, era el lugar donde estaba concentrada la mayor cantidad de vampiros, actos ilegales y vandalismo.

No obstante, aquella seguridad con la que contaban los seres humanos se fue al infierno cuando varias personas empezaron a aparecer muertas en los límites de ambos lados de la ciudad.

Culpar a los vampiros no fue algo arbitrario, todas las pruebas apuntaban a ellos, especialmente las marcas en los cuellos de los cadáveres humanos y las condiciones en las que estos murieron; hasta la última gota de sangre de sus cuerpos drenada.

Los vampiros eran los malvados seres con poderes extraordinarios, y los humanos eran los buenos e indefensos; las víctimas de los actos desalmados de aquellas criaturas de la noche.

¿Hasta qué punto aquello era cierto?

¿Hasta qué punto los humanos eran débiles e indefensos?

Eran preguntas retóricas.

No se necesitaba de una respuesta, puesto que la misma estaba implícita en cada uno de los actos de la humanidad.

Posiblemente los seres humanos no tenían poderes extraordinarios como las demás especies que habitaban en el mundo, pero muchos de ellos contaban con la suficiente malicia para dañar a otros sin la necesidad de aquellas habilidades.

Tan solo con su alma corrompida.

—Sí, ya estoy llegando mamá — habló una joven mientras caminaba bajo el cielo lóbrego de la noche, después de haber terminado su jornada de trabajo.

Llevaba el celular en su mano izquierda, pegado a su oído, mientras que con la derecha cargaba una bolsa de papel con lo que sería la cena de esa noche para ella y su progenitora, aunque lastimosamente su turno se extendió más de lo debido y la hora de llegada a su hogar se vio retrasada.

—No... no te preocupes, llego en un rato — avisó con voz tranquilizadora, tratando de transmitirle aquella sensación a su madre, ya que podía percibir la preocupación latente en ella por la forma angustiosa que tenía de hablarle y preguntarle sobre su llegada.

Entendía a la perfección su inquietud, con todo lo que había ocurrido en los últimos meses, era más que obvio lo peligrosas que eran las calles a esas horas de la madrugada, sobre todo para una humana como ella, sin embargo, la zona por la que caminaba estaba muy alejada de cualquier avistamiento de muertes. De hecho, ni siquiera era un lugar que los agentes especiales de Angelical tuvieran bajo vigilancia debido a lo lejano que se encontraba de los límites de ambas zonas de la ciudad.

—Sí mamá, ya te dije que se me extendió el turno, no te preocupes, en un momento llego — repitió con voz cansada, sin recordar por cuantas veces ya había dicho las mismas palabras en busca de calma para la contraria —. ¡Alégrate! Hoy tenemos pollo frito para la cena — exclamó, canturreando con una sonrisa, la cual fue eliminada de sus labios casi al instante. Detuvo su andar al sentir una presencia a su espalda, como si alguien la estuviera acechando, pero al voltearse no vio nada, solo la oscuridad de la calle por la que caminaba, regresó su mirada al frente —. Uhm, mamá, hablamos cuando llegue — dijo, colgando sin esperar una respuesta y guardando su teléfono en el bolsillo delantero de su pantalón.

Bloody Attraction [KookTae]Where stories live. Discover now