50. Touched

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Layla

Corro al baño de mi oficina para secar mis lágrimas. A lo largo de este último mes, las lágrimas me han estado tomando por sorpresa en cualquier momento durante el día. Me resulta difícil concentrarme en el trabajo y más de una vez he tenido que luchar contra ellas y fingir una sonrisa durante eventos públicos. Mi matrimonio está fracasando y la carga es demasiado pesada para mi sola, pero mi esposo, la persona con la que pensé que podría contar para esto, piensa que todo está bien, que yo estoy exagerando y que lo único que necesito es cambiar de actitud e intentarlo un poco más.

Con un pañuelo desechable, me seco las esquinas de los ojos para que el maquillaje no se me arruine. Después de tirar el pañuelo, tomo otro para limpiarme la nariz. Cuando doy un par de pasos hacia el basurero, puedo sentir la falda moverse un poco alrededor de mi cintura. Intento arreglarla, hacerla más ajustada, pero nada funciona, me queda demasiado grande. ¿Cómo es eso posible viéndome como me veo ahora? Echo un vistazo al espejo pero casi no puedo soportarlo. Eso es todo, solo comeré una ensalada hoy.

Cuando regreso a la oficina, me asusto al ver a Farouk de pie frente a mi escritorio, vistiendo una kandura blanca y sosteniendo un folder en la mano.

"¡Ay, hola!" Lo saludo.

"Este... lo siento, llegué un poco temprano. Espero que esté bien," se disculpa mientras camino hacia él para intercambiar un beso en la mejilla.

"No te preocupes," miro mi reloj. "Son solo diez minutos. ¿Por qué no vamos al majli? No quiero que Maktoum ni nadie de su gente te vea aquí."

Él accede a mi sugerencia y nos dirigimos a nuestro usual y más privado punto de encuentro. Nos sentamos en el mismo sillón, viéndonos de frente y yo me froto las palmas, anticipando las noticias.

"Los tenemos," me anuncia.

Me sorprendo. "¿En serio? ¿Quiénes son?"

Él abre el folder y aclara la garganta. "Bueno, con las otras dos cartas que recibiste, fue bastante evidente que no estábamos lidiando con profesionales o las mentes más brillantes que pudiera haber, ¿sabes? Lo cual puede ser bueno y malo."

"Okay," asiento con la cabeza expectante.

"La cuenta bancaria que nos dieron fue rastreada hasta una tal Harriet Taylor."

"¿Quién?" Frunzo el ceño.

Farouk me entrega una fotografía de una mujer rubia de cabello corto, probablemente en sus cincuentas, cargando bolsas de mercado en la calle.

"Ahí la tienes," me dice.

"Jamás he escuchado de ella, ¿quién es?"

"Pues," él continúa. "Después de seguir a la señora Taylor por un par de días..."

Mis ojos viajan de la fotografía en mis manos hacia Farouk y no puedo evitar sonreír.

"¿Qué?" Me pregunta cuando se da cuenta.

"Creo que de verdad estás disfrutando todo esto, pretender ser un espía, un tipo de 007," le explico.

Él suspira. "Ahora que lo mencionas, creo que es momento de que haya un 007 árabe."

Me río con su idea y se siente tan bien, no puedo recordar la última vez que me reí honestamente de algo, y él hace lo mismo.

"No puedo creer que nos estemos riendo en medio de todo esto," le confieso.

Su voz se torna más grave y levanta solo una ceja. "La risa es la más poderosa de mis armas."

Reímos un poco más y después él vuelve a ponerse serio.

Coming Home (Versión Español)Where stories live. Discover now