Epílogo

6.6K 226 42
                                    

                     Matthew

Quería correr detrás de ella. Quería que se quedara a mi lado. No podía decirle lo que ella quería pero lo sentía, sentía algo tan inexplicable hacia ella. 

Ella se convirtió en mi vida, en mi luz y lo más amado. Me deje engañar por Beatriz, me odio por haberla tratado de aquella forma, por no haberle levantado cuando se arrodillo ante mi, por no haberle creído. Sabía que era incapaz de hacerlo y me siento tan culpable de ver sus ojos apagados, sin vida. Ella volvía a sufrir por mi culpa, porque yo tenía el poder de hacerla feliz y destruirla.

Y lo hice, la destruí nuevamente.

Cuando la vi luego de tres días pude respirar, ella estaba más delgada y sonreía, pero no de esa manera como siempre lo hace.

Su sonrisa estaba vacía y el culpable era yo.

Solo pude sentir su empujón, solo pude ver como el auto chocaba contra su pequeño cuerpo y salía volando. Todo sucedió en cámara lenta, tan lenta que sentía que arrancaban un pedazo de mi alma. No podía perderla, ella era todo lo importante para mí.  Ella es lo que más amo. Y solo me di cuenta hasta este momento.

Su cuerpo cayó al suelo y se quejaba del dolor. Su cuerpo estaba herido y maldije, era yo quien tenía que estar en su lugar. Es mi maldita culpa que ella esté ahí. La agarre, puse su pequeño cuerpo sobre mis piernas y le suplicaba que no se fuera.

Mi miedo se hizo más fuerte cuando me dijo que todo se estaba volviendo oscuro. ¡Se estaba yendo!

¡El amor de mi vida se estaba yendo!

Gritaba con desesperación, necesitaba ayuda, no podía dejarla morir. No puedo dejarla morir. Ella me pedía que le dijera que la amaba, pero no podía. No podía decírselo en estos momentos. ¡Debía decírselo mientras le hacía el amor! 

—Te amo Bonita— las palabras se quedaban en mi garganta. Se lo dije, pero era tarde... Ella ya había cerrado sus ojos. 

Lloré sobre ella mientras tocaba su pulso. Aún tenía, aún estaba con vida. Los médicos no venían y yo no podía dejarla morir. Se que quizás esto tenga consecuencias porque no se que heridas internas puede tener. La agarre en mis brazos y el portero cuando me vio abrió la puerta y avisó a los médicos que había una emergencia.

Ellos no tardaron en llegar, y quitarla de mis brazos, me negaba a soltarla pero si no lo hacía iba a perderla. De pronto toda su familia estaba a mi alrededor, todos me miraban tratando de entender ¿Por qué estaba lleno de sangre? ¿Por qué alguien tan frío como yo lloraba? No podía explicarlo, simplemente no podía explicarlo. No sabía cómo decir qué mi bonita se la acababan de llevar a urgencias.

¡¿Cómo mierdas decirle a la familia de Mi Bonita que ella está muriendo? Que estaba muriendo por salvarme ¡¿Cómo explicar que quien debió de estar en esa habitación debía ser yo y no ella?! ¡¿Como mierdas hacerlo?!

—Eliza...—pasaba la mano llena de su sangre por mi cara. Su madre me veía impaciente — Ella está muriendo...

No podía terminar de hablar, las lágrimas me abundaban los ojos. Su madre se tiraba al suelo y lloraba en los brazos de su esposo. Clar y Sebastián me abrazaron. Recibí el abrazo, necesitaba que ella me abrazara, pero ella no podía. Me tuve que conformar con los brazos de mi cuñado y mi hermano. 

Las horas pasaban y no sabíamos nada, estaba muriendo de angustia. Porque si yo no la hubiese hecho sufrir de tal manera ella estaría con vida y celebrando el nacimiento de su sobrino. Estaría encantada de verlo y tenerlo en sus brazos y escuchar las palabras de su madre cuando le decía que solo faltaba ella. Me daba mucha ternura su cara. 

Pero lo peor de todo esto fue que yo me di cuenta tarde. Me di cuenta muy tarde, que la amaba y ella sería incapaz de engañarme porque ella me lo dijo... "Jamás lo haría porque te amo". No podía perdonarme haberla tratado de tal manera. 

Había aceptado muy tarde que el temor de que me traicionaran me estaba consumiendo y lanzándome al vacío y soledad de la vida, estaba perdido todo y a todos.

Trataban de convencerme de que debería ir a casa y cambiarme, que debería ir a descansar y me llamarían cuando el doctor que la estaba atendiendo saliera. Me negué, me negué rotundamente, la única manera que yo me moviera de aquí es con ella. Con ella, con Mi Bonita.

El doctor venía, me levanté de golpe. Necesitaba saber lo que tendría para decir.

—Lo siento— ¡No mierda!— Hicimos todo lo que pudimos...

Mi mundo se calló, las puertas que se habían abierto para ellas se habían cerrado y quedado llenas de grietas.  Se rompieron, se rompieron por ella.

—Déjenme continuar por favor— dime el doctor— Ella está en coma. El golpe le ha hecho un hematoma en el cerebro y una parte de él está inflamado.

—¿Y despertará?— pregunta ansiosa su madre.

—Hay que esperar, tendremos que esperar que el hematoma sane y no cause una hemorragia. Solo no sabemos cuando despertará— pausa— Pero a pesar de todo eso, el bebé está en perfecto estado— ¿El que...? El doctor nota la sorpresa de todos y continua— La Señorita tiene tres semanas de gestación.

Joder como esto es posible ¡Voy hacer padre! ¡Voy a ser padre!

Bebés de ella y yo, suyos y míos, míos y de ella. ¿Cómo es posible que me enteré de esto justo ahora?

—¿Cómo es eso posible doctor?— pregunta  Sandra cuando ven que yo no puedo gestionar palabras.

—El golpe sólo ha afectado a su  cerebro. Con suerte el feto está bien, es muy fuerte— sonríe— Se nota que quiere vivir.

Quisiera tener las palabras correctas para hablar, pero es imposible. Esta noticia es algo bueno en mi vida, pero no si no es ella. Podría imaginarme su cara al enterarse. Tendría miedo, miedo a no ser una buena madre, no saber cómo educarlos. Pero yo estaría ahí para apoyarla y no dejarla sola.

—¿Cuánto tiempo cree que tarde en despertar?

—Eso no lo sé, quizás duren meses años o...no...— lo corto antes de que pueda decir algo más.

–¿Puedo pasar a verla?

—¿Usted es?— pregunta el doctor.

—Soy su esposo— trago grueso ante las miradas acusadoras detrás de mí.

—Claro... es bueno que ellos escuchen el apoyo y el amor de su familia— asiento y me lleva hasta ella.

Cuando entro la veo ahí, pegada a unos aparatos para respirar y su hermoso rostro lleno de raspones al igual que sus brazos y cuerpo.

–Mi Bonita lo siento– susurro besando su mano— Si no me hubieras empujado, hubiese sido lo mejor. No estarías aquí. Acostada en esta cama, sin hablar, sin entenderme o escuchar el te amo que siempre me pediste— pongo mi cabeza en su vientre— Estarías disfrutando por ambos la noticia de ser padres. Pero soy un maldito egoísta que no pudo hacer las cosas bien.

Solo puedo escuchar el pitido de los aparatos.

—Te amo Eliza Andrade y así pasen los años que pasen te amaré y te esperaré de por vida– beso su frente. — Nunca olvides que eres Mi gatita Bonita

.

.

.

.

.

.

Pueden encontrar la segunda parte en mi perfil con el nombre de "Lo siento, Bonita".

lo siento, Es Imposible ✔ #1Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum