Capítulo 37

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Toco la puerta de mi la casa de mi mejor amigo, con la esperanza de que este. Necesito hablar con alguien.

Un chico vestido solo con una sudadera abre la puerta y me mira con el ceño fruncido.

–Eliza ¿Que haces aquí a estas hora de la madrugada?— pregunta y paso sin permiso.

—El murió Miguel— el me mira y no es necesario que haga nada, ni diga nada. El me jala a sus brazos y me abraza, me abraza tan fuerte, el abrazo que necesitaba—¡El murió Miguel!, ¡El murió y nunca más mi volveré a ver!— sollozo contra su pecho.

—Llora preciosa, llora todo lo que tengas que llorar y no te detengas— acaricia mi cabello— Siempre estaré aquí para ti. Así que llora, desahogate, pegame, gritame y haz todo lo que quieras. Pero hazlo preciosa, no te guardes eso— lo miro con adoración y también con irá. Me imagino la cara de david en él.

—Te odio, te odio, te odio— pego con todas mis fuerzas en su pecho, mientras el aprieta los músculos. Le pego y  le pego hasta que mis manos no pueden más. El me mira y sonríe, no hay reproche en sus ojos, ni nada que demuestre otra cosa que no sea lo que siempre ha sentido por mi, un cariño inmenso de mejores amigos.

Las imágenes de David se vienen a mí mente y limpió mis lágrimas queriendo pagarle con la misma moneda.

—Quiero que me hagas el amor— digo y el se sorprende— Dijiste que estás para lo que sea, así hazme el amor— alzo mi cabeza y aprieto los dientes.

—¡Eliza no!–exclama cuando me lanzo sobre el besando sus delgados labios.

El cae al suelo, mientras intenta separarme de él, pero me resisto y termino encima de el moviendo mis caderas causando una erección en el.

—¿Lo haremos aquí o en la cama?— pregunto como si nada.

—Eliza esto está mal, yo solo puedo verte como una hermana— dice.

—Pero esa cosa horrible que tienen los hombres demuestra otra cosa así que decídete. Mañana no habrá pasado nada y tu y yo solo seguiremos siendo los amigos— lleno mis ojos de lágrimas y termino de convencerlo.

El hace el intento de pararse conmigo a horcajadas y lo consigue. Me lleva a su cama y se asegura que este segura de lo estamos por hacer. Se lo confirmo y el empieza a desvestirme  y besar cada parte de mi cuerpo.

Y esa noche me entre a Miguel, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, recordando a David con aquella mujer. Y que mi Ángel más nunca me volvería a sonreír como lo hacía llenado de paz y alegría mis días.

****

05/10/2020

Mis manos viajan por debajo de mis ojos, las bolsas cada vez son más grandes y más notables. Me veo espantosas llevo cuatro días sin salir a la luz del sol. Sin salir de casa y recibir una llamada de Matthew. Estoy mal, no lo voy a negar. En frente a la mujer que pasea por mi departamento con una taza de sopa  resien hecha me siento bien. Ella me mira y sonríe mientras me entra la taza.

—Gracias Juana— susurro apenada por tantas atenciones.

—No es nada— dice sonriendo me devuelvo el gesto y rápidamente agarro mi teléfono cuando suena, con la esperanza de que sea Matthew.

Pero no falló en el intento es Sandra.

—Bueno— trato de sonar lo mas alegre posible.

—¡Joder!— se queja— Hola liz ¿Como estas?

—Increible ¿y tu?— pregunto.

—Me alegra morenaza. Te llamaba para decirte que bueno... ¿Como decirlo?— arrugó las cejas.

—¿Que pasa?— preguntó.

—Mama y papá se casaron— abro mis ojos como platos y se me escapa una risita.

—¡Eso es una gran  noticia!— exclamó con sonora alegría.

—Te has vuelto loca— me regaña— Se supone que nosotras sus hijas debemos estar come ellos— ataca.

—Venga Sandra, deja de ser tan perfecta y alegrete un poco por la alegría de los demás y deja de estar queriendo el matrimonio perfecto. Tu no eres perfecta, ellos no son perfectos y yo tampoco lo soy. Deja que disfruten y calla tus reclamos, pareces una mocosa queriendo llamar la atención todo el tiempo– cuelgo. No le doy tiempo de responder porque cuelgo. Y aquí otro cambio de humor más para agregar a la lista.

Apagó el teléfono sin querer recibir llamadas de nadie y me levanto caminando al baño. Me quito el vestido y quedo solo en bragas, entro a la Tina y espero que se llene, recordando aquel momento que pase con Matthew aquí.

****

–Venga Bonita, démonos una ducha— sonrie de lado y me invita con su mano a que me siente a horcajadas sobre el.

Su miembro entra en mi vagina y ya no se siente tan doloroso como la primera vez.

—Muevete— lo hago y me muevo de arriba abajo, disfrutando de cada movimiento y jala mi cabello mientras besa mis senos. Esto es estar en la gloria.

Esto es realmente estar en la Santísima gloria, el agarra mis caderas sin dejar de chupar y mordisquear mis senos llenandomen de un rico orgasmos que llega junto a su eyaculación. Sonrio y pegó mi cabeza a la suya.

***

Ese recuerdo me causa una excitación tremenda, una excitación tan profunda, que meto dos dedos en mi vagina y luego agrego otro. Mordisqueo mi labio, y muevo mis caderas en círculos mientras me penetro con mis dedos y juego con mi clitoris. Su rostro viene a mi cara, junto a esos recuerdos tan llenos de morbo que pasamos juntos. Toco y penetró hasta tensar mis piernas cuando llego al clímax.

Me dejó caer en la tina de espuma  y me siento mas relajada. El deseo aún está, y solo el puede matar estas ganas que tengo.

Me quedo metida en la tina hasta que escucho a Juana tocar la puerta.

—Ya salgo— respondo.

—Tranquila solo quería asegurarme de que estas bien— dice al otro lado de la puerta.

—Tranquila no haré ninguna tontería.

Todo queda en silencio.

En estos momentos la Eliza guarra, que no se le queda callada a nadien, de temperamento fuerte, divertida y sonriente no esta. Solo estoy yo, la Eliza que ocultó cada año y solo dejo salir éstos días. La Eliza que realmente soy.

Una Eliza llena de dolor, de descontrol emocional y bipolaridad que me causó mi pasado, haciéndome infeliz.

lo siento, Es Imposible ✔ #1Where stories live. Discover now