Capitulo 32

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—¿Por que tengo que sonreír a personas que no me agradan?— sonrió.

Mi mamá sigue poniéndole su esmoquin mientras yo los mismo desde el umbral de la puerta.

—Es una manera de ser educada— susurra mamá y río.

–Venga mamá, no puedes obligarlo a sonreír— camino hasta el y lo abrazó—Tu no sabes que los angeles tienen la manera correcta de ser agradables.

–A ver Eliza ¿según tu cual es?

—Ser felices— sonrio y termino de acomodar su corbata.

Sus sonrisa crece y me abraza mientras me felicita por ser la mejor.

—Mama Liz tiene razón. Yo soy un Ángel y soy feliz, tu eres un Ángel y eres feliz y no necesitas sonreír a las personas para demostrarle que lo eres. A demás Liz me dijo que las personas son unas mierdas que se quieren ganar tu confianza y luego te destruyen. Yo no quiero esas personas en mi vida.

Miro a mi madre y ella abre sus ojos como dos discos cuando mi pequeño Ángel termina de hablar. Mamá me mira y niega.

—Hijo, está mal decir palabras como esas, liza esta un poco loca, pero las personas no son malas.

—Yo siento que si lo son, la tía Beatriz es una.

*****

01/10/2020.

Miro a mi alrededor y no puedo creer que lo que esta pasando, no puedo creer que vayamos hacer esto. Me siento en un sueño, un sueño del que no quiero despertar jamás y encontrarme con una realidad muy lejana a este momento.

La cara me duele de tanto sonreír, siento que nada en este momento me haría más feliz, siento que estoy en una nube y no puedo bajar de ella porqué es indestructible. Mi mente viaja a las personas que quisieran que estuvieran aquí, pero no podrían. Esto era un secreto. Un secreto que solo podíamos saber él y yo.

Las ganas de lanzarme a sus brazos y besarlo me consumen, me siento inquieta y mi cabeza está que estalla de la emoción. Y joder, ese gran dicho siempre tuvo razón. Nunca digas de esta agua no beberé. Me sentía emocionada pero traicionada, me traicionaba a mi misma.

Pero eso no me importaba, y apesar de que se que cuando mi familia se entere me matará es lo menos que me importa, solo quiero disfrutar este momento como si fuese el último momento de mi vida, como si fuese uno de los últimos momentos más hermoso con mi francés.

Necesitaba gritar a los cuatro vientos, que estoy enamora, que soy feliz y que nada de eso podría cambiar, necesitaba esto y en mucho tiempo volví hacer feliz, volví a sentirme viva, sin necesidad de psicólogos ni nada.

Era yo, era la misma Eliza Andrade que todos conocían, esa que no te temía a nada y le gustaba lo arriesgado, aquella que soltaba el veneno sin importar a quien dañara, porque si me lo guardaba sería peor.

Me casaba, no podía creerlo, me estaba casando con el hombre de mi vida. Esto era como un sueño, y aunque hace unos días le dije que no estaba lista para un matrimonio al final terminamos aquí en la ciudad de Las Vegas cumpliendo una loca fantasía y un loco momento que estoy segura que jamás en mi vida me arrepentiría. Matthew apretaba mi mano mientras escuchábamos las palabras del Padre y recibíamos su bendición.

—Lo que a unido Dios, no lo separe el hombre. Puede besar a la novia.

Y no fue necesario una palabra más cuando me lanze contra su boca en un beso urgido y necesitado de tener sexo. Un carraspeo hace que nos separemos de nuestro ardiente besó.

lo siento, Es Imposible ✔ #1Where stories live. Discover now