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A pesar de la pelea que estaban teniendo los espíritus de la naturaleza y su maestro por así llamarlo, el gran lobo blanco no les hizo caso debido a que no sería la primera vez que escucha una pelea; es más, le llama la atención que la magnitud haya sido poca. Usualmente, tienden a destruir todo a su paso cuando se ponen en ese plan. No obstante, su oreja derecha se mueve al oír algunos pasos los cuales se dirigen hacia la salida del lugar.

Al despertar por completo, se percata de que esos pasos son pertenecientes al humano quien ha salido de la cueva de hielo sin ser visto por ninguno de los espíritus. El lobo blanco gruñe ante ello, no puede creer lo descuidados que son y decide ir detrás del humano con la intención de que no escape; su maestro se molestaría mucho si se entera que el descendiente del clan Kim huyó.

Aunque, al lobo de invierno, todavía, le cuesta asimilar que el humano con aroma dulce es descendiente de aquel clan; ya que, todos los descendientes del clan Kim tienen un aroma desagradable, similar a la muerte. Aún así, el humano no tiene tan marcado el aroma al clan Kim; es decir, el gran lobo no niega que es descendiente, sin embargo, el aroma desagradable es mínimo. Por eso, no pudo reconocerlo al comienzo; su aroma dulce es mayor, mucho y aquello sigue perturbando su nariz, pues no creyó que un aroma pudiera opacar a otro. Debe haber una explicación.

El gran lobo blanco se da cuenta de que el humano está alejándose cada vez más de la cueva de hielo y trata de detenerlo mordiendo la manga de su vestimenta; pero es imposible, el humano continúa caminando sin rumbo y con la mirada perdida. Si sigue por ese sendero, va a llegar al abismo de la montaña y si cae lo único que le esperará es la muerte; por lo que, se coloca al frente del humano para que deje de caminar y este lo esquiva sin problemas.

Gruñe por haber sido ignorado e intenta empujarlo para que desvíe su camino del abismo; no lo consigue. Parecería que el humano está siendo guiado y el lobo comienza a ponerse intranquilo al sentir peligro: el humano está más cerca.

Haciendo caso a sus instintos, el gran lobo blanco suelta un aullido el cual es un llamado a su maestro en donde le avisa que el humano está por caer por el abismo. Sabe que su maestro lo va a escuchar, pero no sabe si podrá llegar a tiempo; aún así, continúa tratando de detener al humano y vuelve a aullar, esta vez cambiando el mensaje diciéndole a su maestro que el humano ha caído por el abismo.

🌓

Baja las escaleras del pasillo secreto del castillo real hasta llegar a una puerta metálica. Abre la puerta usando la llave dorada y el horrible chirrido del metal abriéndose resuena.

Ingresa, mientras sus ojos recorren con frialdad cada parte de la tétrica habitación y hace mueca de desagrado cuando alza el libro de tapa negra hasta la altura de su rostro.

—Quién diría que esta cosa sería resistente —habla mirando el libro el cual trató de quemar hace minutos atrás y no tuvo éxito—. En fin, no van a encontrarlo, aquí.

Arroja el libro de tapa negra hacia cualquier parte de la habitación y gira para salir; no obstante, no lo hace debido a que ha podido visualizar la pintura la cual está a su lado derecha y está medio tapada.

—Aunque, quisiera eliminar esta pintura…, no puedo hacerlo —su tono sale con rencor y su mirada solo refleja odio—. No quiero olvidar tu desagradable rostro.

Acomoda la tela, tapando por completo la pintura y sale de la habitación; subiendo las escaleras y saliendo del pasillo secreto del castillo real.