CAP.36

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Luna intuía que debía haber muchos Hrithiks en Srinagar, pero estaba segura de que aquel moreno bajito, de cabello ensortijado y piel tostada, que acababa de sentarse en la mesa de Alexander, era el novio de Beth. Dispuesta a alargar la cena como si fuera la última que tomaría antes de llegar al patíbulo, pidió que le sirvieran un poco de té, sacó su cuaderno y algunos lápices del bolso, y se dispuso inmortalizar la escena, y a espiar a los dos hombres mientras hablaban de negocios.

Averiguar quiénes eran en realidad Beth y sus amigos bien merecía correr el riesgo de volver a sufrir alguna otra visión en público, ¿no?

En ese momento, los dos estaban ultimando los detalles de la fiesta a la que la había invitado su compañera de vuelo: el indio parecía obsesionado con conseguir un local llamado <<Pabellón Ananta>>, que era propiedad de los hermanos Aarush y Aashish Kapoor, los cuales también poseían el Gran Hotel de Kodagu. Al parecer, eran dos tipos tan ricos como prepotentes, presumidos, elitistas y difíciles de tratar.

—Los tengo comiendo de mi mano—presumió Alexander —. No podía arriesgarme a que el preludio del monzón espantase a nuestros invitados.

Hrithik se llevó las manos a la cabeza y saltó en su asiento.

—Es perfecto...Los muchachos no lo van a creer...Nos dijeron que hay que reservar con al menos un año de antelación. ¡Sé de buena tinta que jamás se lo alquilarían a nadie como yo! —se congratuló, obligando a su amigo a levantarse para darle un abrazo— ¡Oh!! ¡No sé cómo te lo voy a agradecer! ¡Eres el mejor amigo que un hombre puede aspirar a tener! ¡¿Qué digo amigo?! ¡Eres mi hermano!

Alexander respondió a tanta efusividad rígido como un palo y con una exagerada mueca de hastío, que hizo sonreír a Luna.

—¡No seas tan egocéntrico! Lo hago en nombre de mi padre y por el bien de los niños, no para cumplir tus fantasías de estrella frustrada de Bollywood—le aseguró al indio, antes de zafarse de él para poder volver a sentarse—. Poco más del diez por ciento de la gente joven de este país puede acceder a la universidad. Te prometo que, o amplio la cifra, o me aseguro de que nuestros chicos estén dentro de ese ridículo maldito porcentaje de aquí en adelante.

Hrithik asintió complacido.

—Lo conseguiremos juntos, ya lo creo que sí —apostó—. Pero primero tendré que pagarte todo el dinero que te debo, porque más que jefe y empleado, o amigos, parecemos amantes.

Ante aquella descabellada ocurrencia, Alexander soltó una enorme carcajada; cuando su familia le había alejado a propósito de Grecia, Rhithik le había ofrecido su amistad y el apoyo y el cariño incondicional de su familia, si alguien estaba en deuda era él.

—No te preocupes, <<mi amor>>, que ya encontraré la manera de cobrártelo... Aunque te aseguro que, por muy desesperado y solo que esté, no buscaré en ti favores románticos—se burló de sí mismo, a todas luces incómodo, frente a un nuevo despliegue de halagos por parte del indio.

<<Solo y desesperado>>. El corazón de Luna brincó en su pecho.

Como no podía ser de otro modo, dedujo que su objetivo besable tenía un mal historial amoroso y que no estaba acostumbrado a las muestras de afecto. No parecía tímido, pero era obvio que detestaba ese tipo de atenciones. Su actitud la intrigó hasta el punto de perder la poca buena educación que le quedaba, para quedarse mirándolo como Uri Geller miraba a sus cucharas.

Alexander sacó un sobre del bolsillo de su pantalón y se lo entregó a su amigo.

—Con esto tendrás suficiente para contratar a ese primo tuyo que canta en las bodas —le aseguró con un guiño.

RASSEN IWhere stories live. Discover now