CAP.11

10.2K 458 29
                                    

Casa de los Munt

Bruma

Mendoza se había esforzado por parecer centrado en la conversación y en realizar sus preguntas con tacto, pero su mente parecía estar muy lejos de allí. Aunque para el sargento eso era indudable, la psicóloga parecía no percatarse de ello, quizá por eso acabó perdiéndose en un monólogo lleno de datos irrelevantes sobre la vida de su paciente.

— No hay indicios de la presencia de más personas en la casa, ni de delito alguno. Tampoco podemos obviar que estaba desnuda cuando abrió la puerta, que la casa está impoluta, ni ese tentador y exótico perfume que flota en el ambiente... Aseguras que no hay ningún chico, pero podría habértelo ocultado por miedo a tu reacción —apostó el capitán—. Tendría su lógica: está sola y en una situación muy vulnerable a nivel personal. No deja de ser poco más que una adolescente y tú eres lo más parecido a una madre que ha tenido nunca—divagó, con voz serena—. Quizá tomo algo para envalentonarse y le sentó mal. Incluso puede que su enamorado le diera plantón o que discutieran... Que tenga pocos amigos y una vida casi monacal no implica que no pueda enamorarse, de hecho, sería de lo más lógico que buscara apoyo en alguien, ¿me equivoco?

Clara meditó su respuesta un instante y negó rápidamente con la cabeza, como si intentara convencerse a sí misma de algo. Ese gesto y la expresión de sus ojos la delataron; la teoría que le exponía el guardia civil era desagradable, pero no podía descartarla sin más. La desesperación podía hacer impredecibles a las personas, lo sabía mejor que nadie.

— Luna lleva años enamorada de mi hijo Gabriel y no tiene ojos para ningún otro—se apresuró a argumentar—, aunque él solo la ve como a una hermana. No sucede lo mismo con el chico de los Belmonte, que, como ya sabes, fue su hermano de acogida durante unos meses; la tenía sofocada con sus continuas insinuaciones "románticas".

—¿Esteban Belmonte interesado en ella? —dudó el capitán.

—Lo estaba, pero Luna jamás se fijaría en alguien como él. Supongo que su rechazo ha sido un incentivo más para que la torture; es todo un narcisista, sabe manipular muy bien a la gente y no está acostumbrado a que le rechacen.

Reyes, que no daba crédito a lo que acababa de escuchar, estaba convencido de que señalando a Belmonte la doctora pretendía asegurase de que su hijo no se viera implicado en un asunto tan turbio como aquel. No podía obviar que su actitud era muy extraña; parecía estar preocupada por la chica, pero había aceptado de buen grado que fuera él que estuviera sentado a su lado mientras yacía semidesnuda en el suelo. De forma inconsciente, negó rotundo con la cabeza.

—¿Belmonte? No puedo creerlo...—farfulló—. ¿Se puede cortejar a alguien arrojando animales descuartizados en su jardín?

Mendoza miró de soslayo al sargento, masculló algo entre dientes y dejó que algunos pensamientos enturbiaran aún más su humor.

Sí, estamos de acuerdo en que Belmonte es un hijo de Satanás, pero no podemos descartar que la chica se sintiera en algún momento atraída por él; según mis propias hijas, su éxito con las mujeres es tan desorbitado como inexplicable.

La doctora Vega apretó los puños y le dedicó al capitán una mueca de profundo disgusto, antes de rebatir su teoría, asegurándole que, a pesar de sus problemas de autoestima, Luna no era del tipo de chicas que se dejaría impresionar por un narcisista, que mataba el tiempo saltándose la ley.

—¿Sabes cuántas muchachas como tu protegida han ido al cuartel a denunciarle por algún tipo de agresión y cuántas de esas denuncias han seguido su curso? ¡Ninguna! Porque todas se arrepienten a los pocos segundos de haber entrado por la puerta—insistió el capitán—. No sé qué es, supongo que tú sí, pero el tipo tiene algo que le otorga un poder extraño sobre ellas. Iris Blake, sin ir más lejos: esa niña sabía que había sido uno de los implicados en la profanación de la tumba de sus padres y a pesar de ello siguió relacionándose con él como si nada... Una buena chica, que esta noche ha aparecido muerta por sobredosis en los baños de una sala de fiestas, ¿imaginabas que acabaría así?

RASSEN IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora