Ambición.

由 nickrespin

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La dependencia es un estado físico y mental al que Alessia se niega ser una adicta. Ella es un mujer que ha... 更多

♣ADVERTENCIA♣
Epígrafe.
Sinopsis
♣PRÓLOGO♣
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Extra Matías
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 12/2
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 15/2
Capítulo 16
Extra Javier
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Extra Vilma
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 32/2
Capítulo 33
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
EXTRA VYSHE
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Final
Epílogo

Capítulo 34

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由 nickrespin


Unstoppable - Sia. One hour.

Horas antes.

Hace un frío de muerte, no cabe duda de que Oleg es un idiota, le dije que quería respirar aire fresco porque no quiero que nadie me esté molestando, él lo entendió, pero este lugar no me agrada, quizá lo que no me agrada es lo que pensé.

Debo admitir que mi arranque de... no sé cómo demonios llamar a todo el drama que hice. Recordarlo me da pena, porque no es algo común, molestarme porque las personas se vayan de mi lado.

Suponer que lo del video cambiaría algo en él, me molesto, pero luego recordé que estoy hablando de Oleg y aparte de que a él le vale mierda todo, no es algo que la Bestia haría.

Me agrada y aterroriza en la misma cantidad, lo poco o mucho que estoy conociéndolo.

No importa.

Al encontrar una habitación me meto en la cama y me cubro con las mantas térmicas. Faltan algunas horas para que amanezca y hoy se me apetece dormir hasta tarde. Mentalmente, no me siento mal y eso está bien.

Dejo que el sueño se apodere de mi cuerpo, no sé cuánto tiempo duermo, solo sé que unos gruñidos molestos me despiertan. Abro los ojos y lo que veo me deja atónica.

—¡Virgen santa! —frente a mí hay dos pitbulls, cachorros.

Uno es color gris quemado y el otro café.

¿¡Mierda, que demonios es esto!?

Con una graciosa agresividad muerden la sabana que cubre la cama, son muy bonitos, con cautela, quito la manta térmica de mi cuerpo y bajo los pies, ellos al percatarse del movimiento se hacen para atrás.

No me vuelvo a mover, únicamente veo como la mirada de ellos están en mis pies desnudos. Se sientan y así como yo estoy sin moverme ellos también.

¡Diablos, que intenso!

Necesito saber más de ellos, así que tomo la decisión de levantarme, lo hago despacio bajo su atenta mirada, voy en busca de mis cosas sin perderlos de vista.

Cuando encuentro el móvil no dudo en hablarle a Oleg. Le hago un sin fin de llamadas sin éxito alguno.

¡Idiota, me está ignorando!

Necesito aclarar mis pensamientos, por ello no dudo en tomar un baño.

Antes de seguir matándome con los insanos pensamientos sobre como asesinar a la Bestia, ingreso al baño y ver mis cremas, champú y todo lo que utilizo para el cuidado de mi piel, me da la idea del motivo por el que están aquí.

No son las mías, son de las que yo uso, pero todas se encuentran selladas.

—Porque mierdas tienes tantas cremas. —lo veo mal mientras cierro el gran compartimiento que está frente a nuestras narices y abro otro dándole un cepillo nuevo.

—Por si lo has olvidado, aunque lo dudo, mi piel es suave, cremosa y perfectamente linda. —le doy la espalda caminando a la ducha. —Amo mi cuerpo y lo cuido como lo más sagrado. —espeto.

No hay sonido de sus pies desnudos sobre el suelo, pero sé que viene siguiéndome.

—Me encanta tu piel. —me estremezco al sentir sus labios en mi hombro y sus manos en mi abdomen. —No me importaría ver tu cuarto de baño repleto de botes que ni idea de para que son, si el resultado será este. —bordea desde mi cadera hasta el inicio de mi pecho.

No hay mayor satisfacción que apreciar mi piel, no sé si es una obsesión, pero adoro cuidarla, creo que me volvería loca verla con alguna imperfección, es enfermizo, lo sé, pero no me disculparé por ello.

De las únicas que me sentiría orgullosa serían las arrugas de la edad o momentáneamente algunas leves estrías en mi vientre.

Nada más.

—¿Qué usas tú? —toco sus brazos. —Todo es músculo, pero tu piel no raspa, ni siquiera tus manos son callosas.

—simple genética. —maldito presumido.

Entrelaza sus dedos con míos, trazando las líneas de la palma de mi mano.

—Mis manos son las que más cuido. —no sé por qué se lo digo. —Dependo de ellas, en todos los sentidos.

Acaricia mis nudillos con sus pulgares, haciendo que suelte dramáticamente el aire contenido.

—Son unas hermosas manos que valen millones. —asiento con una sonrisa. —Sé meten con tus manos y te destruyen al acabar con tu trabajo.

Siento un cosquilleo en mi vientre ante sus palabras. Todos saben que un cirujano no es nada sin sus manos, pero que la Bestia lo reconozca me hace sentir demasiado, bien...

Dejamos de hablar y nos concentramos en tratar de saciarnos, duro, rudo, violento ¡Me encanta!

Subo mi pie a la tina y me recargo en la pared para que me penetre más profundo. Dios se siente tan rico y...

Dejo a tras el recuerdo y tomo una ducha larga, utilizo las cremas y tratamientos que necesito, depilo mi zona íntima y hago cálculos de cuanto falta para cambiar mi DIU.

Sin duda aún no es el momento, pero cuando regrese de este viaje improvisado necesitaré limpiar mi sangre, lo cual significa que estaré sin ningún método anticonceptivo.

Necesito implantar otro de inmediato porque ya sé lo que siente hacerlo sin condón y es de lo más gratificante, jamás obligaré a Oleg que los vuelva a ocupar conmigo, desperdicie mucho tiempo cuando no permití que el contacto fuera piel con piel.

Las cosas cambiarán entre nosotros, de eso no tengo dudas.

Espero que todo sea para mejor, porque mis ataques de ira, drama y posesividad siempre vienen de la mano con los Bogdánov.

Y no me agrada verme como una loca posesiva frente a Oleg, no me arrepiento de como actué en la playa con Mariana, pero sé que esos comportamientos no son buenos aunque...

¡Me vale madres! Soy una maldita posesiva y sé poner barreras ante mis inexistentes límites, así que no tengo problemas.

Salgo del cuarto de baño para vestirme, y al verme en el espejo sonrío al observar que mis caderas tienen las marcas simbólicas de lo duro que fue el agarre de mi ruso al follarme.

Evito verme los glúteos porque sé que las de ahí se borraron, antes de irme al anfiteatro me aplique una crema para la hinchazón, provocada por sus azotes.

Me coloco una mudada de ropa deportiva que estaba en un maletín, no se dé quien.

Bueno, sé que lo trajo la Bestia.

Al salir me alarmo cuando no veo a los perros los busco y no sé como llamarlos para tratar de buscarlos.

—Perritos. —silbo. —¿Dónde están perritos revoltosos? Aún no es hora de jugar, así que vengan con la tía Aless. —silencio.

¡Mierda, ya los perdí!

Ni un ruido ni nada, voy a la cocina y los veo frente a dos platos que supongo son de ellos. Están a un metro de ellos, viéndolos fijamente.

Alzan el rostro para verme y trago grueso ante lo que provocan su presencia, se siente raro en un buen sentido, no, es como algo, ¿cálido?

—¿Tienen hambre?

Con un poco más de confianza tomo los patos que tienen el espacio indicado para los nombres. Pongo los platos en la repisa y sigo llamando a Oleg, al no responder decido llamar a Rustam, él a los pocos segundos responde.

¿Boginya? A que debo el placer de escuchar tu voz. —ruedo los ojos.

Hay mucha interferencia detrás de él, lo que significa que no está solo.

—No sea dramático, Superior, dos horas después de unas alitas de pollo, no van a hacerle daño a nadie. —reconozco la voz de Iryna y la respuesta de Oleg.

—¡Al cuartel, de inmediato! —ordena con un grito.

Dejo de tratar de escuchar concentrándome en porque lo llame, ya luego hablaré con la Bestia.

—Hay dos pequeñas cosas peludas, que necesitan cuidados y están rondando por toda la cabaña. —me excuso.

Pasan algunos segundos, así que quito el celular de mi oído para verificar que sigue en línea. No hace falta porque escucho su exquisita risa ronca.

Hablas de los pitbulls. —le confirmo. —Oleg creyó buena idea que tuvieras algo con que entretenerte. Pensó en algo para que practiques tu puntería, pero yo tuve una mejor idea y deje a los perros.

El color sube a mi rostro. Es obvio que no necesito nada con que entretenerme, porque lo que necesito es irme de inmediato, en este lugar no me siento cómoda.

Veo los perros quienes me miran como si fuese el ser más interesante

—No sé nada sobre el cuidado de ellos. —el único perro que he tenido murió hace unas semanas y no me quiero arriesgar a hacer algo mal con ellos. —Habla si es que ya superaste lo del auto, yo no supero que intentaras atropellarme, pero estoy dispuesta a desperdiciar valioso tiempo en escucharte.

Sé que se te ocurrirá algo. —se ríe por lo mencionado, sin embargo, lo deja pasar. —Pero en una de las gavetas de la alacena hay un manual que te puede servir. Tienes el honor de darles un nombre digno y... no los malcríes en estos momentos cualquier cosa los puede afectar.

¡Mierda! Es una responsabilidad que no se me apetece tener.

>>los tendrás solo unos días, luego se irán al cuartel a que entrenen con los otros, por lo que te pido que no te encariñes.

No pienso encariñar de ellos, veo mal a los perros quienes me miran raro, ¿Querrán comerme?

—Dile a Oleg que lo odio y es la peor Bestia.

Boginya, es la única Bestia que se encuentra. Te veo luego.

—¡Espera! —cuelga, imbécil. —¿Cómo mierda regreso a la capital? Esto es por su culpa. —Señalo a los perros.

Como lo dijo Rustam, hay manuales que hablan sobre el cuidado de ellos, por lo visto tienen tres meses, son unas pequeñas bolitas andantes. Les preparo la comida y las pongo en el suelo.

Se quedan viéndola con los ojos brillosos.

—¿No que tenían hambre? Coman. —ordeno. —Creo que no me están entendiendo, cuando yo les diga que coman, tienen que comer. C-O-M-E-R.

Ninguno se mueve. Bufo. Me siento en el suelo de madera junto a ellos, por primera vez me atrevo a tocarlos y observo como empiezan a mover su cola, y se acercan para tener más de mi contacto.

Los acaricio unos minutos para después ponerlos enfrente de los platos. Ven la comida y ninguno hace el intento de comerla.

¡Demonios! En que problema me vine a meter.

Me estreso y sigo leyendo el manual. No dice nada en el área de alimentación y cuando voy a la de adiestramiento leo algo que me desconcierta. Vuelvo a dejar el manual en la repisa y me acerco a ellos que ven de la comida a mí.

Se quedan viendo mis ojos esperando que les dé permiso.

—¡Ahora!

Solo hace falta que termine de hablar cuando las dos bolas de pelos empiezan a comer. Me quedo con la boca abierta al ver que son unas mierdecillas que apenas pueden comer cuando ya están siendo adiestrados.

No sé en qué clase de lugar han estado los pobres y me alegro al saber que cada parte de ellos sigue en su lugar. Como debe ser.

Hablaré con Oleg, no quiero que corten nada, así nacieron, por lo tanto, así se quedarán. Los veo comer mientras pienso como llamarlos.

—Tu cafecito ojos bonito te llamarás. —lo reflexiono. —Bolas, y tu gris también ojos bonitos te llamarás pelos. —sonrío al saber que ya tienen nombre.

Cuando terminan de comer me vuelven a ver a los ojos y les indico que pueden retirarse, debo admitir de que es un poco perturbador conocer su adiestramiento a tan temprana edad, pero me encargaré de que eso cambie.

Abro la puerta que da a los grandes pinos, hay una cerca a unos 10 metros que impedirán que se salgan, regreso con una cobija térmica y la pongo a la par de la cerca para que puedan dormir cuando lo deseen, los dejo libre para que jueguen.

Salen y yo preparo algo sencillo para mí, tomo jugo de naranja y un sándwich.

La señal es un asco y me desconcierta, ya que hace unos minutos estaba perfecta y ahora no hay nada, ¡Nada!, esto es extraño. Salgo al aire libre para encontrar un lugar que me permita comunicarme.

Antes de cerrar me llevo las llaves, un suéter y en una mochila meto dos botellas de agua y algunas semillas por si me da hambre, al regresar, los cachorros necesitarán comer, por lo que dejo en una cesta todo lo de ellos, encima del desayunador.

Dejo con fuego la chimenea porque si no logro que me vengan a traer necesitaré mantener el sitio caliente para no morir de hipotermia.

Estoy con pie afuera de la cabaña, pero algo hace girar el rostro. Arrugo las cejas, no hay nada relevante, solo cosas de primeros auxilios, me debato en sí llevar algo.

No saber que me encontraré me hace tomar el botiquín y meterlo en la cesta de los perros.

La neblina cubre la mayor parte de los pinos y al entrar al bosque es un poco difícil ubicarme, camino hasta encontrar una barra, levanto mi mano y hay dos. Visualizo un pino con muchas ramas y con un poco de dudas logro escalar no muy alto, al llegar unos 3 metros arriba me agarro de las ramas mientras recuesto mi cuerpo en el árbol.

Juro que alguien pagará el que esté subida aquí.

Saco el móvil y la señal es mejor. Omito llamar a Oleg porque ya sé cuál será el resultado, lo hago con alguien que tendría que estar a mi lado y por razones desconocidas no lo está.

Solo tardan unos momentos cuando el agente toma la llamada.

Dra. Carvajal. —responde Tyler. —¿En qué puedo ayudarla?

La mano con la que me sujeto se me cansa y con dificultad me sujeto con la otra manteniendo el móvil entre mi hombro y oído.

—Tyler no tengo mucho tiempo. —empiezo. —Necesito que rastrees esta llamada y me vengas a recoger. Oleg está ocupado y no puede, pero no tiene problema en que lo hagas tú. —muerdo mi labio.

Doctora, el superior Bogdánov nos ha encargado otras cosas. —maldigo. —De las personas que saben su situación, únicamente el agente Nikolay está disponible. Si lo desea puedo contactarlo y ordenarle que vaya con usted.

Lo pienso un poco, le podría decir que le diga al Gobernador, pero eso haría levantar sospechas y él fue claro al decir que todo lo que hablamos en su oficina es confidencial, el único que lo sabe es Damián.

Así que solo tengo dos opciones, espero que Oleg le ronque y se digne en venir a traerme o permito que el ignorante de Nikolay lo haga.

—Espero que esté aquí lo antes posible, porque si me hace esperar más de lo debido me iré en el auto en el que él venga y lo dejaré en donde estoy. —advierto.

Como ordene, doctora. —cuelgo.

Observo un mensaje de Carla quejándose porque no le había comentado de la seguridad que tiene, también me pide explicaciones por lo mismo y me cuenta que Marta volvió a su tratamiento.

No me interesa contestarle y menos cuando me percato de la pregunta sobre la mujer que contraté, sinceramente ya no me parece bonita la idea de que alguien seduzca a mi Bestia.

Si lo pensé en su momento fue por Mariana, pero ella ya no está en la ecuación, así que ya no es necesario tanto drama innecesario.

Intento guardarme el móvil, pero se me resbala y cae. Mierda. El pino está en una bajada, por lo que el móvil rueda y se me pierde de vista.

—Lo que me faltaba. —murmuro molesta.

Con las manos adoloridas y algunos golpes logro llegar al suelo. Voy en busca del móvil y con odio saco una astilla de mi dedo, ¡Joder! Me tardo quizá una hora en encontrarlo solo para darme cuenta de que la pantalla tiene un rasguño.

¡Oh, por Dios!

Me quedo perpleja al ver el precipicio, un mal paso es una muerte segura. No deseo morir de una forma tan patética. Trago grueso y me doy la vuelta queriendo alejarme del acantilado.

Todo se ve igual y le obligo a mis sentidos ponerse alerta para lograr ubicarme. Ya son las tres de la tarde y me niego a pasar otra noche en este lugar. Camino por horas, sin encontrar la puta cabaña, lo único que veo son los mismos putos pinos.

El sol se ha ocultado ya, sin embargo, un olor a quemado llega a mi olfato junto a pequeños sonidos.

Sigo el sonido que cada vez que camino se hace más nítido, como si estuvieran quemando leña. Sonrío. Si hay fuego, hay personas, si hay personas hay auto, si hay auto hay salida y si hay salida abra venganza.

Eso es perfecto porque...

¡Qué demonios!

Unos gruñidos me detienen, busco de dónde vienen y en el tronco de un pino visualizo un hueco. De ahí salen los gruñidos de los que ya me familiaricé

—Salgan. —ordeno.

Del hueco sale bolas junto a pelos.

—¿Por qué se alejaron de la cabaña? —los reprendo. —Dije que jugaran en el patio de la cabaña, no que se escaparan y...

Me callo al ver como una parte de la cabaña está en llamas. Parpadeo dos veces antes de ponerme en marcha.

—Mierda. —maldigo.

Dejo a los perros junto a mi móvil y mochila en unas rocas. Corro a la cabaña y antes de entrar me quito el suéter y lo pongo en mi nariz y boca para evitar respirar el humo.

Cuando entro el escenario es peor, de la sala salen llamaradas de fuego que se quieren esparcir por todo el lugar, voy a la habitación y tomo el maletín con parte de la ropa, salgo, pero por donde entre ahora está tapado por las llamas.

Trato de calmar mi respiración y con la poca visión que hay por el humo, observo mis alternativas.

Corro a la cocina y me detengo al ver la canasta con las cosas de los cachorros, la tomo con rapidez, pero me detengo al empezar a toser. No me quedo a más porque el fuego llega a la cocina y eso es demasiado peligroso.

Mi huida es todo un caos porque no puedo correr, me encuentro rodeada de las llamas y el calor me asfixia. Vuelvo a toser y me alarmo cuando trago una buena cantidad de humo, aun teniendo el suéter que parece casi inservible.

Me agacho y quito el suéter por unos segundos, en el suelo el humo es casi nulo, así que respiro sin lograr llenar los pulmones como se debe. Lo vuelvo a poner sobre mi rostro y me alejo de la cocina. La desesperación se apodera de mí, no encuentro la salida y la falta de aire no ayuda.

Calma Alessia.

Una biga cae frente a mí, obligándome a dar dos pasos atrás. ¡Diablos! Una pequeña claridad aparece, pero para llegar a ella tengo que pasar sobre la biga en llamas. No lo pienso tanto y salto sobre ellas. Siento un leve dolor y ardor, pero sigo mi camino ignorándolo.

De igual forma ignoro un olor que reconocería en cualquier lado, ni siquiera el humo lo hace pasar desapercibido.

¡Me quieren joder!

La salida es una ventana sellada que está siendo consumida por las llamas sobre la cortina. Al tener mis manos ocupadas le doy patadas al cristal, lo hago dos, tres, cuatro, cinco veces. Cada vez con más fuerza y determinación.

Mi objetivo es salir y una maldita ventana no me lo va a impedir.

El crujido de la madera quemándose junto al calor me da la adrenalina suficiente para sacar fuerzas, no sé de donde logrando romper el cristal de la ventana.

¡No te rindas Alessia!

Tiro las cosas con fuerza para que caigan lo más lejos posible, con el suéter que cubre parte de mi rostro, envuelvo mi puño para quitar el exceso de cristales que me cortarían al intentar pasar.

Sin importar el suéter puedo sentir el dolor en mis nudillos. En estos momentos no me importa destrozármelos. Todo lo hago rápido al saber que cada segundo vale oro. Me agarro del marco de la ventana y logro sentir los vidrios intentando entrar en la palma de mis manos.

Subo un pie en el marco tomando el impulso necesario para salir, son nanosegundos los que me tardo en tomar aire contaminado para hacerlo, sin embargo, ya es demasiado tarde...

Se escucha la explosión que arruina todo, esa explosión es de tanta intensidad que la gravedad logra alcanzarme y me avienta unos 10 metros por el aire antes de tocar el suelo y rodar por muchos más.

¡Joder, esto es...! ¡Mierda!

Cada músculo recibe los daños que me hacen gritar de dolor. Alzo mis brazos cubriendo mi rostro y cabeza, siento como todo mi cuerpo impacta con rocas que me sacan gritos de dolor.

Las ramas me dañan al rozar contra mi piel y los restos de materiales de la cabaña que lanzo la explosión me lastiman, todo me daña y no me contengo al gritar por cada impacto más fuerte que el anterior.

¡No!

Muerdo mi labio y lo siendo sangrar de tanta presión.

Cuando dejo de rodar mi cuerpo termina adolorido ante la colisión.

Trato de aclarar mi mente, pero no puedo. Que mi respiración se calme es otro reto, porque incluso eso me cuesta. Mis oídos se encuentran tapados, únicamente soy capaz de escuchar un pitido agudo y molesto que dejo la explosión.

—¡Ahhh! —grito ante la desesperación.

Cierro los ojos tratando de recomponerme, me tardo menos de lo que estoy segura de que necesito, porque después de lo que acaba de pasar, sé que no es seguro que me mantenga en el sitio.

¡No van a vencerme tan fácilmente!

Al abrirlos me siento desorientada y extraña, observo como los pinos se mueven al compás de los sonidos, mi vista se encuentra empañada y me dificulta ubicarme.

Es entonces cuando el peso de todo cae sobre mí...

¡Hijos de puta!

Me retuerzo en el suelo y odio que al hacerlo todo se multiplique. Grito. El dolor que siento me está matando mientras los efectos de la explosión siguen sintiéndose en mis sentidos como una maldita plaga.

—¡Mierda, ahh! —Me quejo al sentir el cuerpo tan débil y adolorido, estoy segura de que me disloque el brazo y eso me está matando.

Por mi rostro logro sentir un líquido caliente y cuando llevo mi mano sana al sitio, distingo de que se trata, vuelvo a gritar con odio y desesperación.

¡Me tendieron una maldita trampa!

—¡Esto no es mi derrota! —guardo silencio al sentir el ardor en mi garganta.

Incluso mover mi boca me duele y eso solo me ratifica lo mal que he quedado.

Me siento como la peor mierda, dejo que pasen unos minutos y después me arrastro con dificultad al primer pino que visualizo, recuesto la espalda y evito mover el hombro.

¡No van a joderme! Nunca más lo permitiré.

El dolor del disloque de mi hombro me está matando y aunque sienta rabia aceptarlas, las opciones son claras.

—Nadie vendrá por ti Alessia, ¡Entiéndelo! —me grito con odio.

Sé como llevar mi hombro a su lugar, lo he hecho antes, pero nunca lo he hecho en mí, se necesita fuerza y estrategia, pero si continuo así no sé si seré capaz de moverme de aquí.

¡No soy una inválida!

Cierro los ojos cuando he tomado la mejor decisión, tú puedes Alessia, antes de llevar mi mano buena al hombro. Respiro profundo.

—¡AHHH! —grito.

Escucho el sonido de mi hueso volver a la posición indicada.

—¡MIERDA! —me quejo. Gruesas lágrimas bajan de mis ojos ante el dolor de todo.

Me las quito con amargura con la certeza que llorar, no me quitara el dolor que me está destruyendo el cuerpo.

Dolió como la mierda, pero este dolor es más tolerable que el anterior.

Un peso se me quita de encima al sentir mi cuerpo en su punto.

Observo como la cabaña está en llamas en su totalidad y como poco a poco pierde la intensidad de las mismas.

Visualizo como el fuego se extingue y cuando lo creo prudente me paro. Hago una mala cara y suelto otra palabrota. Las piernas me duelen horrores y hasta caminar me pesa.

El dolor es mental Alessia, puedes controlarlo.

Me aliento.

Con cautela me acerco a los escombros de la cabaña, no se distingue de que se trata, las cosas se quemaron en su totalidad, me ubico y llego al lugar que considero que lance las cosas, con el pie aparto algunos trozos de madera que siguen consumiéndose por brazas.

Las encuentro y me obligo a respirar para no maldecir al ver que algunas cosas que saque se dañaron, otras no y esas son las que tomo, cuando finalizo busco a los cachorros.

Rodeo lo que queda de la cabaña y encuentro a los perros en el mismo sitio que los deje. Algunos vidrios están cerca y agradezco que ninguno los haya tocado.

—Vamos. —los llamo, no sin antes también tomar la manta térmica que solo fue alcanzada por vidrios.

Me siguen y me adentro en el bosque para encontrar un claro que vi hace unas horas, cojeo porque siento un dolor demasiado intenso en una pierna.

Cuando llegamos a ese claro dejo mi bolsón y algunas de las cosas que se salvaron de los perros en el suelo. Me quito la blusa manga larga porque tenerla me asfixia, me despojo de los tenis y la licra quedando en el sostén deportivo y las bragas.

Con la poca claridad que da la luna observo mi cuerpo y al hacerlo la sangre me hierve de ira al verlo tan... tan destrozado, maltratado, mayugado y...

Todo el puto dolor que siento está malditamente justificado.

¡Me lastimaron de la peor manera!

Veo al cielo para que las lágrimas de impotencia que surgen se vayan. Llorar jamás hará que las cosas mejoren, lo sé desde hace mucho y es por lo mismo que no lo hago.

Bajo mi rostro de nuevo a mi cuerpo maltratado. En varias zonas ya tengo visibles los moretones sin importar mi piel bronceada.

Me siento adolorida a niveles que nunca pensé estarlo, observo mi pierna y quiero tomar a la primera persona que se cruce en mi camino y golpearlo tanto hasta desquitarme por lo que veo.

¡Hijos de la grandísima puta!

Hay un vidrio incrustado en mi piel y ahora entiendo por qué me duele horrores, es pequeña, pero por el dolor y la sangre que pierdo sé que es profunda, pongo la manta en el suelo y me siento en ella. Con la mirada busco el botiquín.

Lo encuentro en medio de los perros que están sentados observándome.

—¿Me veo fatal, cierto? —llevo mi mano a mi garganta cuando siento que me lastima hablar, es obvio que está herida.

Bolas bosteza, mientras Pelos mueve la cabeza a un lado como si entendiera lo que les digo. Dejo de verlos y me concentro en mí.

Al tomar el botiquín observo como de unas esquinas se encuentra quemada, pero al abrirla confirmo que por dentro todo está en perfecto estado. Busco pinzas, gasas, alcohol, y crema cicatrizante. Me pongo los guantes quirúrgicos y desinfecto las pinzas.

El frío es casi insoportable y me obligo a permanecer unos minutos más, casi desnuda para seguir curándome.

Concéntrate en el frío, canalízalo en calor y olvidarás el dolor.

Al desinfectar lo que necesito tomo una calada de aire. Enciendo la lámpara y pongo el móvil en una rama para que ilumine mi pierna.

La sangre baja hasta llegar a mis medias blancas y con suma precisión llevo la pinza a la herida y saco el cristal.

—¡AHHH! —chillo. —Maldito cristal, ¡Maldita cabaña!

El cristal me volvió a lastimar y de la herida sale más sangre. La dejo salir recomponiéndome, la zona me está pulsando demasiado. Cubro mi boca al volver a toser y trago grueso ante el dolor que eso genera.

Lleno las gasas de alcohol y limpio alrededor de la zona para quitar el exceso de sangre. Cuando está limpio me preparo para limpiar la herida. Muerdo mis labios para evitar maldecir cuando el alcohol tiene contacto con mi piel.

—¡Joder! Esto duele como la mierda. —me quejo ante el ardor y dolor.

Me vuelvo a lastimar el labio, pero en estos momentos es lo menos que me importa.

Limpio rápido mientras presiono la herida, necesita máximo dos puntadas, ya que no es grande, pero si profunda como lo había previsto. Sigo buscando en el botiquín y si hay hilo y agujas, pero no encuentro anestesia local.

—No me jodan. —me desespero al no encontrarla. —Muy bien Alessia o lo haces sin anestesia o te mueres desangrada.

Dramatizo. Es obvio que no moriré desangrada por esto, pero si puedo pescar una infección. No le doy vueltas al asunto y desinfecto las agujas que necesitaré. Del maletín saco una blusa limpia y la meto a mi boca.

Acerco las agujas al lugar y cuando meto la primera grito de dolor e ira, los siguientes gritos se pierde en la blusa.

Sé que puedo hacer esto rápido, pero estamos hablando de mi piel y no importa si mis cuerdas bucales se terminen de dañar, haré una sutura decente que evite una mala cicatrización. En tiempo récord termino las dos puntadas, saco la blusa de mi boca y la aviento.

—¡Maldito, Oleg! ¡Maldito, Rustam! —grito. —¡Maldito, Nikolay! ¡Maldita OFR!

Desde la hora que avise, a estas alturas, Nikolay ya tendría que estar en el sitio y no hay nada.

Limpio mi rostro de la sangre para descubrir una herida en el inicio de mi cabello, es grande, pero superficial, así que dejo salir una bocanada de aire al saber de qué no me quedará ninguna cicatriz si me cuido.

Me coloco un gran esparadrapo que lo cubra, también me pongo otro sobre mi pierna para que cubra los puntos.

Apago la lámpara sintiendo como mis labios empiezan a templar y antes de pescar un resfrió limpio mi cuerpo en general. Es poco lo que puedo hacer y cuando culmino me coloco otro conjunto deportivo, dejo aun lado lo que he ocupado y guardo lo que me queda.

Sigo sintiéndome como la mierda, pero el ya estar curada me da un poco de paz.

Saco la comida de los perros y ellos al percatarse se sientan frente a mí, mal por ellos porque no tengo nada de proteínas. Improviso sus platos con los folletos y unas mantas. Cuando ya lo tengo listo los pongo a medio metro me distancia.

Se paran y empiezan a caminar.

—Alto. —los detengo.

Se me quedan viendo.

—Sentados. —lo hacen. Su mirada en ningún momento se aparta de mis ojos. Espero unos minutos en los que ninguno se mueve.

—¡Ahora!

En menos de 5 segundos ellos están devorando la comida. Sonrío viendo su emoción.

Los dejo de ver cuando escucho algo que me corta la respiración, dejándome sin aliento.

—¡Auuu! —se repite el aullido que me hace palidecer.

¡No me jodan!

Con precisión guardo lo que aún sirve en mi bolsón, mi ritmo cardiaco aumenta al escuchar los aullidos más cerca. Apresuro a los perros y cuando terminan los envuelvo en la manta térmica y los meto al maletín de mi ropa dejando solo sus cabezas de afuera.

Empiezo a cojear entre los pinos. Cada vez voy más rápido y llega un punto que voy corriendo y cojeando. Espero que ningún punto se abra por el esfuerzo que estoy haciendo con él.

Los perros se quejan, pero los ignoro.

¡Necesito protegerlos!

El crujido de las ramas y el aullido constante eriza los bellos de mi piel. No hay como esconderse, ningún pino sería un buen escondite porque los lobos me encontrarían.

Me paro jadeando por la falta de aire, observo los pinos y corro al que tiene las ramas más bajas.

¡Esto no va a terminar conmigo!

Al llegar a él hago un esfuerzo mayor al apoyar mi pie bueno para impulsarme. ¡Joder! El trabajo me cuesta y dificulta, los brazos me duelen y las piernas siento que en cualquier momento me dejaran de funcionar.

Falta poco Alessia, no desistas.

El viento mueve los pinos y el frío incrementa cada vez que tomo altura. Subo cuatro ramas y mi cuerpo no da para más.

—Tranquilo. —le digo a Bolas cuando se queja.

Me sujeto bien del pino y suelto las ramas, poco a poco con dolor flexiono mis rodillas y al final mi trasero toca la rama en donde están mis pies. Con cuidado los bajo y quedan colgando. Mi pecho sube y baja, me aferro al pino con un brazo mientras con el otro quito el sudor de mi frente.

¡Yo no debería estar siendo perseguida por esos demonios!

Juro por mi vida que...

Mis ojos se abren más cuando veo a los siete lobos aparecer de entre los pinos, dejan de correr y huelen el suelo. Aguanto la respiración y no hago ningún movimiento esperando que se vayan.

Mis deseos se interrumpen cuando Pelos y Bolas empiezan a ladrar.

Lo repito, son unas mierdecillas que apenas y saben lo que es ladrar cuando ya me están poniendo al borde del colapso.

Los lobos alzan la cabeza y dejo de respirar al ver sus colmillos filudos. Su mirada es aterradora, un negro alza la cabeza y...

—¡Auuu! —aúlla. Los otros lo siguen y si mi ritmo cardiaco era un asco ahora está peor.

Me siento al borde de la suspensión de mi sistema y todo empeorar cuando tres de ellos se ponen en dos patas y empiezan a rasgar el árbol.

¡No van a joderme! ¡No van a joderme! ¡No dejaré que nadie me joda!

—¡Se necesita más que unos malditos lobos para vencerme! —grito. —¡Ahh! —me quejo de dolor.

Mis palabras son un maldito incentivo para ellos. Siguen aullando e intentando subir al árbol.

El tiempo pasa y en un momento se cansan y poco a poco se van. Los ojos me arden y se encuentran pesados, sin embargo, les obligo a mantenerse abiertos para estar alerta.

Esto es una putada.

Paso las peores horas de mi vida, esto no es gracioso y no entiendo el motivo por el que me río. Mi risa se convierte en una fuerte y clara carcajada de ironía, ¿Ven que no me jodieron?, los pájaros, el viento y el crujido de las ramas es lo único que se escucha.

No quiero pensar en como me voy a bajar, eso me vale mierda. Cuando logro tranquilizarme puedo apreciar el lugar.

Desde mi altura puedo ver el alba sobre los pinos. Hermoso. La escena es algo digno de retractarse. Suspiro.

Me suelto de un brazo del pino y busco mi móvil, la señal aquí es buena, ignoro el sin fin de llamadas y mensajes de todo aquel que se preocupó por mí luego de que el video fuera expuesto.

Abro el mensaje que me llena de ira.

Dra. Carvajal, el agente Nikolay se negó en ir a su búsqueda. Mis más sinceras disculpas, trataré de comunicarme con uno de los superiores y lo enviaré a usted. No se preocupe.

Tyler.

Un motivo más para detestar a Nikolay, los superiores son una mierda. Me trago el nudo que se forma en mi garganta, la rabia está en el último piso, por ello no pienso tanto. Con dedos temblorosos insisto una vez más a Oleg.

Muerdo mi labio que empieza temblar de ira al escuchar el sonido ronco de su voz.

—¡Eres una maldita bestia! ¡Hipócrita egoísta! —grito con odio. —Me trajiste al culo del mundo porque te querías deshacer de mí, no es así Oleg Bogdánov, te lo pregunté Oleg, insistí con lo mismo, y luego me hiciste sentir estúpida al ver cosas en donde no las había, pero tenía razón ¡Te querías deshacer de mí! ¡No soy estúpida! Sentí el olor a gasolina imbécil, no sé cuáles son tus motivos exactos, pero con esto me queda más que claro que eres el peor ser que he podido conocer. Pude esperarlo de cualquiera menos de ti.

Dejo que la ira se apodere de mi ser y grito todo lo que tengo atorado.

>>Que no se te olvide que podrás anteponerte ante tus subordinados en cualquier momento, pero ¡Conmigo no, Oleg! Nunca tu presencia será más que la mía, que te quede claro. Si tanto me odias, simplemente aléjate de mí, que es lo que yo pienso hacer. —informo. —Siempre he estado sola y he sobrevivido a cosas peores, que lo este ahora no hará alguna diferencia. EBÓSIL y OFR, solo es un reto más que puedo superar sin ti.

Silencio. No dice nada y esa es mi señal para seguir gritando.

>> ¡No soy débil! ¡No soy menos! ¡Ni tampoco una ignorante! Y ese es el problema de todos, incluso el tuyo Oleg. —siento mi rostro caliente. —Me subestiman sin terminar de entender que nadie, pero escucha bien ¡Nadie podrá doblegarme! —respiro veneno. —Salí del maldito incendio, hijo de puta. Salí y como si no fuera suficiente quede sola a la intemperie con lobos hambrientos ¡Lobos, Oleg! Animales que no pensaron dos segundos en venir a mí viéndome como su presa, ¡Jamás seré la maldita presa! —mi rostro se empapa de lágrimas que repudio con todo mi ser.

Mi voz con cada palabra es más fuerte y clara. Quiero transmitirle todo lo que sentí.

Dolor.

Ira.

Desesperación.

Coraje.

>> ¡Se necesita más para vencer a Alessia Carvajal! Que te quede claro Oleg, por que esto. —trago grueso. —Esto no te lo perdonare nunca, sabía que eras una mierda, pero por un momento quise creer que el ser importante con el tema de ÉBOSIL les haría valorarme más. —me río de lo ingenua que fui. —Nadie está preparado para desatar a una mujer ambiciosa en busca de poder y será eso lo que los haga caer.

Su respiración se ha agitado.

>>No te salió bien tu juego sucio Oleg, porque no eres nadie y así como te fue tan fácil el querer acabar con mi vida. Así de fácil me será terminar con la tuya. —cierro los ojos. —Nada va a impedirme destruirte a la primera oportunidad, no tengo nada que perder, así que no tengo miedo de arriesgarme. —trago grueso. —¡Te odio, maldita Bestia insensible!

No dejo que responda. Corto. Mi mano tiembla de coraje y rencor a una sola persona, guardo mi móvil y con la mano que no me sostengo limpio mis lágrimas.

Llorar no solucionará nada, ni siquiera el nudo que tengo atorado.

Me siento tan decepcionada que no sé como sigo con las malditas ganas de continuar. No solamente me siento traiciona, ¡Fui traicionada! Y lo pude esperar de cualquiera... pero no de Oleg, no de la Bestia.

¡Maldita sea!

—¡Joder! De ti no.

Pensé que estábamos bien, habíamos superado tantos dramas innecesarios, que a estas alturas nunca imagine que fuera a caer tan bajo.

Me duele, mi orgullo está herido, mi ego pisoteado, pero lo que no logró tocar fue mi armadura de odio y veneno líquido, porque hoy más que nunca deseo demostrar que no soy menos que nadie.

—Y yo que me sentía mal por ocultarle que soy parte de OFR. —me río sin gracia.

Muerdo mi labio que empieza a temblar del coraje que tengo atorado.

No vale la pena.

Me convenzo, porque Oleg Bogdánov con esto firmó su condena y no me importará lo que tenga que hacer, pero me encargaré de que se arrepienta de haberme subestimado.

¡Nadie subestima a Alessia Carvajal!

¡Joder! Cierro los ojos y puedo imaginar la satisfacción de la Bestia al eliminarme del mapa. Si lo que le preocupa es su prometida, no tengo problemas en alejarme.

Se lo dije y lo sostengo, me alejaré de él, y será entonces que se arrepentirá de haber perdido a la mejor amante que pudo haber tenido.

—Dije que no sería una amante conformista y no porque quiero el lugar de otra, sino porque anhelaba la comunicación, una que estábamos teniendo y creo que fue eso en lo que falló Oleg al no pedirme que me alejará. —le digo a los perros mientras los acaricio.

Con cuidado de no lastimarme más, me empiezo a bajar sintiendo mis músculos tensos, me mareo al llegar a la tercer rama, por ello paro y cierro los ojos controlándome.

Continúa, tú puedes Alessia.

Los malditos lobos quebraron la rama más baja, por lo que cuando llego a la segunda rama descanso. Saco a los perros de la manta y con la misma hago un nudo en la correa del maletín. Lo sujeto bien y cierro unos centímetros la cremallera, les meto la cabeza para que no se caigan.

—No se muevan, solamente será unos segundos. —susurro.

Con cuidado empiezo a bajar el maletín, lo voy sujetando de la manta que es lo suficiente grande para que el maletín toque tierra. Me enderezo.

Estoy a un metro y medio del suelo, no es mucho, pero en mi estado tengo que pensar como lanzarme. Podría ocupar la manta, pero estoy tan cansada y deseosa de irme que solo me tiro.

Me tiro sin la intención de caer de pie. Meto mi hombro y espalda, enrosco mi cuerpo para girar. Nunca lo había hecho, pero vi que algo así lo hacían en el cuartel de OFR, me quedo acostada en el suelo unos minutos reconociendo lo que siente mi cuerpo

Si me dolió, si me duele y si me dolerá, pero puedo seguir.

Me paro con esfuerzo y dolor que me obligo ocultar bajo un rostro sin expresión, mis piernas, espalda, brazos y toda mi anatomía duele horrores. Hago algunos estiramientos suaves para que mi cuerpo se adapte a no estar sentada en un puto árbol.

Me doblo cuando vuelvo a toser y el mareo que me invade me hace sujetar de un pino.

—Esto no es bueno. —ruedo los ojos. Me sujeto el pecho cuando el dolor de hace unas horas se hace más agudo.

Creo saber lo que es por ello necesito salir de este territorio.

Saco a los perros del maletín y también los implementos para hacer mi curación.

Quito los esparadrapos, superviso la herida y me tranquilizo al ver que no se soltó ningún punto ni cogió alguna infección, simplemente está roja. La limpio y me vuelve arder cuando tiene contacto con el alcohol. Maldigo y pongo un nuevo esparadrapo.

También cambio el esparadrapo de mi frente.

De mi mochila saco una de las botellas de agua que saque cuando fui a buscar señal, sentir la frescura bajar por mi garganta me da la sensación de paz. Trato de comer algunas semillas, pero dejo la tarea a medias cuando las náuseas me hacen devolverlas.

¡Ay no! Lo que me faltaba.

Las arcadas son terribles y cuando ya no tengo nada, mi garganta lastimada termina peor cuando los jugos gástricos pasan por mi paladar. Me calmo y solo bebo un trago más de agua antes de guardar la botella en el bolsón.

—Bola, Pelos. Aquí. —los llamo y dejan de jugar entre ellos. Corren viniendo a mí. —Sentados. —lo hacen.

Acaricio la cabecita de ambos y le pongo a cada uno su pechera. Bolas es más inquieto, pero al final lo logro. Luego les pongo la correa y me levanto con un poco de dificultad.

—Vámonos. —digo. Dejo el maletín porque ya no lo necesito, las cosas de los perros que sirven los meto en mi mochila.

Empiezo a caminar junto a ellos mientras pierdo la noción del tiempo, pero llega un momento en el que me detengo por cansancio, mi garganta se encuentra seca y el retorcijón en mi estómago no ayuda, con obvios motivos.

Desde ayer no como, las semillas no cuentan si las devuelvo.

Me considero y sé que soy una persona resistente, pero esto es demasiado para ni energía. Saco la segunda botella de agua mientras trato de bajar las náuseas que han vuelto a surgir.

¡Mierda! No recuerdo en algún momento tener este tipo de náuseas.

Cada paso se lleva mis fuerzas de seguir caminando, sin embargo, no me detengo porque mis ganas de salir de este maldito lugar son más grandes que todo lo malo. Me siento a descansar en una roca.

Sobo mis rodillas mientras observo mis nudillos lastimados, quito la vista de ellos para ya no amargarme. ¡Joder! Las pulsaciones en mi pierna han vuelvo, los moretones entre mi cuerpo duelen y a estas alturas no sé que es peor de todo lo que siento.

Me enderezo cuando escucho el crujido de las hojas secas y ramas, giro el rostro sin lograr ver nada, hasta qué...

¡No, no, no, no!

Me levanto de golpe y puedo apreciar que de entre el bosque salen dos hombres vestidos de verde en su totalidad. Tienen armas en su camuflado y manos las cuales me están apuntando, no lo pienso antes de retroceder.

¡Mierda!

Mis oportunidades son nulas, no puedo correr porque ellos me alcanzarían, sé que intentar luchar sería en vano porque ¿vamos? Soy una doctora sin experiencia en enfrentamientos de este tipo, estoy golpeada, cansada y herida.

—No estoy armada. —alzo mis manos. —No soy una amenaza, así que les exijo que se retiren.

¡Odio estar en esta situación! No quiero parecer vulnerable.

Se ven entre ellos y me tenso cuando escucho como quitan el seguro de sus armas.

Observo rápidamente a mi alrededor buscando una salida... no acepto mi derrota, siempre hay algo, que se puede hacer y esta no será la excepción.

—¿Algo que decir antes de morir Alejandra Carvajal? —me enderezo al sentir como si me jalaran el cabello.

Camino en dirección a los que me apuntan. Se ven de reojo entre ellos sin dejar de apuntarme.

—Sí. —sonrío. —¡Soy Alessia Carvajal, imbécil! Y mi puntería es una de mis mejores cualidades. —grito.

Me agacho y tomo dos piedras, no logran procesar ni prevenir mi siguiente movimiento cuando una piedra impacta con el cuello de un enmascarado y la otra en el estómago del otro.

El primero bota el arma mientras el otro solo se dobla maldiciéndome.

Cojeando me acerco al arma y con manos temblorosas la tomo.

—¡Hija de puta!

—¡Y lo que le sigue, cabrón de mierda! —mis manos tiemblan sosteniendo el arma.

No quiero morir.

Visualizo a los perros y con la mirada les indico que se queden quietos. Diablos no... Tengo que practicar más, porque lo que hacen es salir de entre los pinos.

Corren y ladran a ellos, Bolas muerde la cinta de la bota del que está doblado mientras Pelos con sus pequeños dientes filudos gruñe y muerde el camuflado del que callo

—¡Suelte el arma doctora! —ordenan.

Los gruñidos de los perros y el palpitar de mi corazón es lo único que capto.

Pierdo las esperanzas cuando salen otros varios hombres de entre los árboles, me apuntan mientras el más fornido camina con la espalda recta y rostro fijo en mí. Todos tienen cascos y pasamontañas que me impiden reconocerlos.

—Se le dará una oportunidad. —dicen. —Colabora y nos da la ubicación del cuartel de México de OFR o se atiene a las consecuencias. Y créame, cuando nos lo proponemos, somos creativos.

La ira se refleja en lo que se asoma en mis ojos, no quiero morir, me trago el nudo amargo de mi garganta y los apunto. Se ríen al ver como tiembla en mis manos, nunca las he tenido y mucho menos usado.

—¡Si me matan, los siguientes serán ustedes! —amenazo, sabiendo que nadie podría cazarlos.

Se lo grité a Oleg, estoy sola, sin embargo, nada me impide decir lo contrario a ellos.

Mi corazón se detiene en el momento que Bolas sale por el aire después de la patada que le dan. Pelos deja al sujeto y corre al lugar donde cayó el primero.

>> ¡Con mis perros nadie se mete, hijo de la chingada! —lo siguiente que escucho es el sonido de la ametralladora cuando pulso el gatillo que me provoca un desequilibrio, pero logro mi objetivo.

Todos se ponen alertas, el cuerpo de quien golpeo a Bolas se desploma en el suelo cuando las balas lo tocan.

La adrenalina corre por mis venas, me giro y apunto a los otros. Estoy más lejos, porque los primeros disparos que solté me mandaron atrás y el arma golpeo mi pecho en repetidas ocasiones, sin embargo, no la solté.

La siguiente vez que jalo el gatillo me manda más atrás, me golpea fuertemente y pierdo el poco equilibrio que mantenía antes de caerme. No toco el suelo porque unos brazos me sujetan con brusquedad y cuando lo veo me deja caer.

Me quejo sintiendo el dolor y cansancio, no me doy por vencida y cuando intento volver a tomar el arma, el sujeto más fornido, la patea. Otros dos hombres me toman de cada brazo y me obligan arrodillarme.

¡No me están doblegando! Me niego a aceptarlo.

—Última oportunidad doctora.

Sé quienes son, sé que quieren, pero me niego a hablar.

—Si me matan quien perderá más son ustedes. —miento. —La cura de EBÓSIL soy yo, y si muero también mueren ustedes.

Siguen insistiendo, pero lo único que reciben de mi parte son groserías cargadas del odio que les tengo, dicen ser H.B., pero saber que ellos no saben de mí, me dice que son los farsantes.

Así que no sé exactamente quiénes son, pero solo por estar dañándome ya los aborrezco y juro por mi vida que los voy a destruir.

>> ¡Váyanse al diablo! No les diré nada. No les diré nada de OFR ni de EBÓSIL.

Pasan otros minutos y siento mi paladar llenarse del líquido carmesí, luego de la bofetada que me da el más fornido que no ha inmutado palabra.

Escupo la sangre a sus pies y lo escucho...

—La lealtad es el principio que gobierna a OFR. — Me paralizo al escuchar esa voz... su voz.

El hombre que me abofeteo se quita el caso y el pasamontañas, me deja ver su rostro que desde hace mucho reconozco, miles de insultos se me vienen a la mente, pero callo.

Mi vista va al hombre al que le apunte, entre dos lo están levantando y quitando la parte superior del camuflado que muestra un chaleco antibalas.

También se quita el casco y pasamontañas. Su cabello rubio alborotado es lo que veo, sus ojos azules con motas verdes se conectan con los míos.

Nikolay.

>> Felicidades Carvajal. —continua sin dejarme procesar. —A superado la primera prueba de OFR.

***

¿Quién creen que fue el último?

¿Dudas?

Por cierto ¿Si descubrieron eso que odia, pero la hace sentir? Es probable que más adelante tengan que releer para entender que son pequeños actos los que demuestran las cosas que es incapaz de formular con palabras.

pd: Después del próximo capítulo hay un extra de Iryna, en él se narran un poco sobre lo que pasará con Alessia, y los nuevos personajes que son muy relevantes, pero la pregunta es. ¿No les gustan los extras? 

Me he dado cuenta de eso, si no les agrada lo puedo omitir, pero eso significa que me tardaré un poco más en el próximo capítulo porque los hechos se van a narrar desde el punto de vista de Oleg.

***

¡Spoiler!

—¡Dame el panorama! —exijo.

—Superior, llevo un mes sin aparecer, pero no se preocupe estoy bien. —responde con sarcasmo. —Tengo la ubicación Oleg y aunque me cueste admitirlo quien se llevara el crédito es Young Min. —me tenso. —no es una traidora, simplemente estaba muy en su papel incluso cuando nadie nos veía es por ello que obtuvo mejores resultados.


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