3 - ¿Pierre?

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- Hola mama lamento no haberte llamado antes- estaba tan emocionada con todo este nuevo comienzo que me había olvidado por completo d marcarle a mi madre, obviamente al contestarme me regaño por haberla tenido preocupada por un día completo- he estado ocupada con las clases y re acomodar el departamento que me había olvidado por completo de mi teléfono.

- Te perdono solo por esta vez, pero la próxima que me dejes en vela por no recibir una llamada tuya volare hasta Nueva York y te daré un buen jalón de oreja.

- Tranquila mama, no lo olvidaré mas- le respondo- ¿Cómo esta papa?

- Está trabajando, ya sabes, para mandarte un poco de dinero el otro mes.

- Mama, sé que ustedes no quieren que yo trabaje mientras esté estudiando, pero va a ser necesario que lo haga, puedo conseguir un trabajo de medio tiempo y pode ayudarlo con los gastos.

- Tu padre fue claro Rachel, tu solo encárgate de estudiar y todo estará bien.

- Está bien mama, ya es momento de que cuelgue, estoy llegando a la universidad. - sí, me encontraba en subterráneo con mi teléfono en la mano sin miedo a que me robaran, no iba a ignorar la llamada de mi madre, y como ella lo dijo ahora mismo estaría volando a Nueva York.

- Que Dios te bendiga hija, cuando llegue a tu departamento me llamas para saber cómo llegaste.

- Hasta luego mama- cuelgo la llamada y de inmediato las puertas del vehículo se abren, salgo directo a las escaleras del Subway.

Camino por los pasillos de la universidad buscando el salón que me correspondía, al igual que el día de ayer todos me miraban y murmuraban cosas, hoy me había decido por un atuendo más sobrio, un Jean que era dos tallas más grandes que la mía dejándome la libertad de caminar con comodidad, no podían faltar mis camisas, hoy opte por una blanca que al igual que el pantalón me quedaba ancha, en mis pies llevaba unas converse desgastadas y el mismo abrigo de ayer, hoy mi cabello si estaba desenredado y un poco húmedo porque decidí lavarlo por la mañana. Yo me sentía absolutamente cómoda con mi forma de vestir y mis padres nunca me obligaron a cambiarlo, sé que ellos respetan mis opiniones y mi actuar ya que nunca les he fallado como hija.

Entro en al auditorio y esta vez me siento en unos de los puestos de adelante, el recinto lugar solo tenía tres personas contándome, me coloco los audífonos y espero por la llegada del profesor. Los minutos pasaron y poco a poco el lugar se fue llenando, las mismas caras de ayer entraban mientras le comentaban algo a sus compañeros, mientras yo, era aquella chica solitaria que nunca logro hacer amigos en el curso.

Apenas esta primera clase termino, tuvimos que buscar otro salón en donde ese daría la segunda clase del día, el reloj marcaba las 10:00am, eso quiere decir que después de esta hora estaré completamente libre, y dispuesta a buscar un empleo para ayudar a mis papas con mis gastos. Ellos no deben porque saber que estoy trabajando, igual es algo que me beneficia a mí, porque así no tendré que estar pidiéndoles dinero para cosas que quiero comprar. Mis padres siempre han sabido que soy así, cuando era más pequeña le pedía a mi madre que prepara galletas para yo poder venderlas en la escuela, aquel negocio fue un rotundo éxito, los profesores me pedían galletas para sus hijos, en el recreo los niños me compraban galletas para y me resulto muy rentable hasta que entramos en secundaria, allí mi método fue diferente, aproveche el potencial que tenía para escribir, y comencé a producir ensayos, también hacia todo tipo de tareas pero lo mío siempre fue escribir. Hasta que mis padres se dieron cuenta de lo que hacía y me prohibieron hacer eso y ese fue el fin de mi negocio rentable, estoy segura de que muchos me odiaron después de eso.

- Es la segunda vez que te veo en la semana y tu vestimenta de hoy está un poco más aceptable que la de ayer- era el chico que se había sentado a mi lado ayer, hoy su vestimenta no era para nada gótica, tenía una camisa blanca como la mía y un pantalón junto con unos caquis negros, no lucia para nada mal si les soy sincera. - deja de mírame así feíta y acomoda tus lentes que están a nada de caerse.

No me llamo FeaWhere stories live. Discover now