38 Enfrentamiento de elite

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Tenia la mirada perdida en el gran patio de la mansión Pierre, me sentía imponente y dueña de lo que pronto va a suceder, esto ya era una cuestión personal, no merecía como estaba siendo tratada, no dejaría que los miembros de esta familia de destruyeran.

Había llamado a Joey unos minutos atrás, le pedí que me recogiera ya iba a ser la última vez que trabajaría en esta casa, ya firme mi renuncia y debía admitir que me encontraba libre de toda esta prisión, pero había algo en lo que nunca iban a lograr que renunciara, y era mi universidad. Desde el primer momento en que yo pise esta ciudad nunca debí mezclarme con este tipo de personas, porque ellos iban a poder hacer lo que sea sin importar quienes se llevan por el camino.

Escucho que se abre una puerta detrás de mí, ya sabía de quien se trataba.

— No me extraña verte aquí Rachel. — giro y ahí se encontraba él con su mirada de orgullo.

— Hola de nuevo Dalton. —­ Sonrió.

— Y dime ¿ya te arrepentiste de estar con mi hermano?

— No cantemos todavía victoria querido.

No se como he aguantado toda esta impotencia que llevo por dentro, sabiendo que solo quería echarme encima de él como una fiera y rasguñar su perfecta cara de muñequito.

Si supiera lo que se le venia en estos momentos, ya lo sabia absolutamente todo y merecía que yo me vengara de la mejor forma y la más cruel de todas.

La puerta se vuelve abrir, solo que esta vez era una sola persona, eran cuatro para ser más exactos. Dalton se giro y vio de forma extraña a su novia y a sus hermanos.

— ¿Rachel? — pregunta extrañado Derek al verme en la habitación de su hermano. — ¿Qué haces aquí?

— No, la mejor pregunta es ¿Qué hacen todos ustedes aquí? — pregunta Dalton.

— Pronto lo sabrán, ahora tomen asiento donde les plazca. — respondo con cinismo. Katherine me habría más los ojos, para que disimulara un poco lo maquiavélica que me iba colocando.

— Saben, no sé qué hace ella en la habitación de mi novio, pero esto no debe ocurrir más, la servidumbre debe estar en la cocina como debe ser.

— Para tu información deje de servir en este hogar, además él es mi novio y ella mi amiga, así que si ellos me dejan entrar aquí no hay ningún problema con ello.

— Espera ¿Cómo que ya no vas a servir aquí? — pregunta confundido Dalton.

— Así como lo escuchaste, renuncie y ya no trabajare en esta casa.

— Por fin ocurre algo bueno. — dice feliz Emily.

— Debo admitir que concuerdo con la maldita bruja, este lugar no es para ti. — Derek se acerca a mí para besarme y lo dejo hacerlo. — ¿Dónde trabajaras ahora?

— Seré asistente de Katherine. — respondo seca. — pero se les llamo para hablar de esto.

— Si, porque a mi me da igual lo que lleva tu vida.

Coloco los ojos en blanco, como odiaba a esa mujer, bueno, si es que se le puede llamar mujer a una escoria como ella.

Me acerco a mi mochila y de allí saco un sobre de manila color amarillo.

— ¿Por cuánto tiempo me vieron la cara? — mi mirada se intercala entre los gemelos y Emily.

— Lo hacemos desde que empezaste a trabar aquí. — responde Emily.

— ¿eres idiota o simplemente te haces? A lo que me refiero es ¿Cuánto tiempo creyeron que no me iba a dar cuenta de todo lo que han hecho?

Ninguno de los tres dijo nada, solo se podía escuchar al jardinero arreglar el jardín detrás de nosotros.

No me llamo FeaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt