—Es que se avisa antes, gege.

—¿Qué? ¿Cómo es eso?

—De que tapar la nariz es algo que se hace para ayudar a que la garganta trague más profundo, pero se pregunta antes.

Liú Tian se quedó en silencio observándolo y después soltó un chillido indignado.

—¡¿Cómo es que mi novio sabe eso?! —Y luego se estremeció—. No, no, mejor no me respondas, Xiao Zhen, no quiero saber. ¿Y sabes qué? —continuó, yendo hacia su ropa y colocándose los pantalones con brusquedad y también la camiseta—. Yo me voy a tomar desayuno.

Tras ponerse los zapatos, salió del cuarto con la risa de Xiao Zhen todavía siguiéndolo. Se fue refunfuñando con voz queda todo el camino a la cocina. Al llegar a llegar, se metió la camiseta dentro del pantalón y se la abrochó hasta el cuello. Alcanzó a peinarse con un poco de agua en el lavaplatos, cuando Xiao Zhen ingresó solo con la ropa interior y camiseta.

—Mejor vístete —le pidió Liú Tian, comprobó nervioso por la ventana mientras sacaba un vaso de la encimera y lo llenaba con agua.

—Lo sé, solo quería recordaste que ayer me prometiste que hoy irías conmigo a un sitio.

Liú Tian frunció el ceño.

—Pero se supone que hoy es nuestro día de estar acostaditos.

—Por favor —le pidió, sus ojos suplicantes en él y luego sobre el reloj de esa enorme cocina con una isla en el centro—. Además, mi papá llegará dentro de unas horas y no quiero que te vea aquí. Ya tuve que mentirle el otro día cuando me preguntó por qué no había llegado a dormir.

—¿Y por qué no le dijiste la verdad?

—"Hola, papá, sí, mira, no dormí en la casa porque estaba ocupado dándome besos con un hombre dentro de un armario". —Se cruzó de brazos—. ¿Eso dices?

Liú Tian se rio entre dientes.

—Bien, ignórame. —Le dio un sorbo a su vaso—.  ¿Pero cómo supo que no estabas en casa si él no estaba? —El pánico le hizo recorrer cada esquina de la cocina con el corazón acelerado—. ¡¿No me digas que instaló una de esas cosas ultramoderna que los millonarios locos están poniendo en sus mansiones?!

—¿Cámaras? —cuestionó Xiao Zhen—. No, pero se puso a cotizar con algunas empresas.

—¡¿Qué?! —jadeó—. ¿Pero cómo no me contaste eso antes? ¿Sabes lo que significará si llega a instalar una?

—Que no podrás venir —aceptó el chico apoyando la cadera en la isla. Se fregó el rostro con cansancio—. Lo siento, es que esa noche cometí un error.

—Me voy a súper enojar si dices que fueron nuestros besos en el ropero.

—No tiene que ver contigo.

—¿Entonces?

—¿Recuerdas el chef que estaba en casa cuando viniste a cenar? Quedó con venir ese día para abastecer la despensa.

—¿Y como tú no estabas, nadie le abrió y te acusó? —Xiao Zhen asintió—. Es un canalla chupa zapatos.

—Es un empleado fiel —especificó Xiao Zhen—. Así que le mentí a mi papá y le dije que no quise abrirle porque no me gusta que alguien entre a casa cuando estoy solo.

Liú Tian sonrió.

—Vaya, Charlitos, estoy impresionado. Estás siendo todo un mentiroso profesional, gege está muy orgulloso de ti.

Xiao Zhen volvió a fijarse en el reloj, eso volvió a colocar nervioso a Liú Tian

—Come algo si quieres, gege. Hay cereales en la encimera y leche en el refrigerador. Iré a vestirme.

Calcomanía (Novela 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora