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Marzo, 1979.

Jugando con sus dedos, Liú Tian se encontraba apoyado contra la pared a la espera de que la puerta a su costado se abriese. La voz del profesor, profunda y aburrida, dando las últimas instrucciones del día se colaba hasta el pasillo. Por lo que, cuando el timbre resonó sobre su cabeza dando por finalizada la clase, el corazón de Liú Tian de inmediato tuvo una descompensación y empezó a latir con mayor fuerza.

La puerta se abrió y salió el primer estudiante desesperado. Y era, por supuesto, su mejor amigo. Luan frenó en seco al notarlo a un costado del corredor y se giró hacia él con las cejas arriba, luego su mirada era pequeña y sospechosa.

—Tú no eres uno de esos amigos que van a buscar a sus amigos a clases.

Era bastante irónico que se conociesen tanto y a la vez nada. Su décalcomanie aún permanecía escondida para Luan, siendo solo su calcomanía social la que conocía. Tan iguales ambas partes y a la vez tan distintas, separadas por lo que parecía un barranco sin fin.

—¿Te veo en la cafetería en media hora, Lu? Primero tengo que hablar algo con Xiao Zhen.

Las cejas de Luan se alzaron todavía más y empujó a uno de sus compañeros cuando este chocó por error con él.

—¿Qué temas de conversación podrías tener con ese chico?

—Somos amigos.

—¿Amigos? —cuestionó Luan.

Otra voz repitió casi lo mismo.

—¿Somos amigos, gege?

Se obligó a mantener la postura rígida a pesar de que Xiao Zhen se recostó en la pared a su lado. ¿Ahora se ponía atrevido? ¿Justo ahora que Luan estaba con ellos? Pero, claro, el señorito se ponía todo tímido si Liú Tian le insinuaba algo en privado. Una tremenda injusticia.

—Somos más bien compañeros de negocio —corrigió Liú Tian. La mirada de Luan fue de uno al otro—. Te explicaré en la cafetería, Lu.

Luan se quedó unos segundos más sin moverse.

—¿Tú en serio me consideras así de idiota?

Le dio una mirada nerviosa, se rio todavía más nervioso mientras se tocaba el cuello.

—¿Qué dices? —balbuceó.

Luan puso los ojos en blanco y, sin más, se marchó con el resto de sus compañeros. Liú Tian permaneció en silencio hasta que las voces se perdieron a lo lejos. Tras comprobar la sala donde Xiao Zhen había salido, y notando que estaba vacía, se giró hacia él.

—¿Podrías haber sido más obvio...? —Su oración se interrumpió ante su jadeo conmocionado al ver el rostro del chico—. ¡¿Pero qué le pasó a tu pómulo?!

En el costado derecho de la cara tenía una marca roja e hinchada, que con los días se volvería morada y finalmente verde hasta comenzar a desaparecer.

—Tu amigo Luan.

—Lu será molestoso e irritante, pero es como un pequinés que solo ladra.

—Esto —aseguró apuntándose el rostro— fue hecho por tu pequinés.

—De seguro lo provocaste.

—¿Lo estás justificando?

Liú Tian chasqueó la lengua.

—No, solo que Lu es un alma incomprendida.

—Incomprendida —bufó Xiao Zhen—. Mientras yo intentaba prestarle atención a la clase, Luan no dejaba de esconderme los lápices. ¿Cuántos años tiene? ¿Cinco? El punto es que le quité el suyo, porque me quedé sin ninguno, y el profesor se molestó y nos arrojó el borrador. Luan alcanzó a esconderse, pero yo no.

Calcomanía (Novela 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora