1: 59

24.2K 4.6K 8.7K
                                    

59

Junio, 1979.

Desde que habían comenzado a salir, Liú Tian nunca había pasado tanto tiempo sin ver a Xiao Zhen. Por eso cuando le canceló los planes por cuarta vez en dos semanas, simplemente se cansó. Tamborileando la mesa con los dedos, observó con enojo al chico tímido que escapaba del comedor con la vista en el suelo, solo para fingir que no lo había visto.

Pero Liú Tian no era idiota.

Un tonto enamorado e iluso, pero no un idiota.

—¿Sucedió algo entre ustedes?

Todavía con el mentón apoyado en la palma, volteó la mirada hacia su mejor amigo, que ahora se terminaba una botella de agua de un trago.

—¿Tú crees que pasa algo extraño entre nosotros? —quiso saber alzando las cejas, sus dedos todavía golpeando la madera.

Luan se encogió de hombros.

—Hace dos semanas que no se sienta con nosotros a almorzar. —Otro encogimiento de hombros más profundo—. Pero qué sabré yo de sentimientos y relaciones.

Liú Tian se quedó contemplándolo en silencio, notando que Luan volvía a llevar la camisa negra que vistió hace casi un mes. Quiso preguntarle por qué, pero no habían vuelto a hablar del tema desde que se abrazaron fuera del club. Él quería, claro que quería conversar con su mejor amigo y hacerle ver que no había nada malo en haberse besado con otro hombre. No obstante, ver sus ojeras pronunciadas los días que transcurrieron después de eso, junto a su estado de ánimo apagado, lo hicieron desistir de hablar del tema. Ya lo había presionado suficiente y no quería asustarlo más.

Además, Liú Tian todavía recordaba cómo se había sentido él mismo cuando se besó por primera vez con un hombre. Había temblado tanto que, al llegar a su casa, su madre había creído que se había contagiado un resfriado. Y al bañarse, se fregó con tanta fuerza los labios que la piel se le despellejó en las esquinas. Después de eso, se había negado a estar cerca de otro hombre durante meses. Sin embargo, cuando se deseaba algo así de intensamente, la mente siempre terminaba rindiéndose.

—Creo que se está arrepintiendo —al final contó Liú Tian cambiando de posición y dando un suspiro triste—. Y me está rechazando en silencio.

Luan dejó de comer un instante.

—¿Crees que se está arrepintiendo de...? Bueno, de eso.

Su figura se volvió diminuta en la silla, sintiéndose de pronto patético y miserable, de la misma forma que cuando se contuvo por meses y al final terminó escondido detrás de los basureros suplicándole a su entonces amigo que lo besase.

—Tal vez razonó y se dio cuenta que no me quería realmente, que solo estaba confundido.

—Tian...

Se fregó el rostro como si buscase arrancarse una capa de piel.

—Odio este sentimiento de inseguridad —confesó Liú Tian con voz rasposa—. Si tan solo hablase conmigo, se daría cuenta de lo rápido que podríamos solucionar todo.

—A lo mejor por eso no quiera hablar contigo.

—¿Cómo? —cuestionó sin entender.

—A lo mejor no quiere que lo convenzas.

—Pero yo jamás lo obligaría a cambiar de opinión —susurró.

—Tal vez conscientemente no lo hagas, pero...

Ambos se quedaron observando. Liú Tian entonces bajó la vista.

—¿Crees que lo presioné sin darme cuenta?

Calcomanía (Novela 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora