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Abril, 1979.

El primero en despertarse fue Liú Tian. Estaban destapados porque las mantas se encontraban enrolladas al final de la cama. Desorientado y todavía adormilado, alzó una pierna para ayudar a levantarse. Quedó sentado en la cama con la cabeza ladeada y los párpados pesados por el sueño. Pestañeó con dificultad, la cortina delgada del cuarto traslucía el inicio anaranjado del amanecer. Bien, bien, eso significaba que podría seguir durmiendo una hora más. Su cuerpo se fue de costado al colchón con los brazos inmóviles por delante. Se quedó unos segundos así, luego se giró para buscar el calor de Xiao Zhen.

La segunda vez que se despertó esa mañana, fue debido al quejido perezoso de Xiao Zhen al estirarse a su lado.

Gege, ¿por qué estás durmiendo al revés? —preguntó con voz ronca y desconcertada.

Bostezando ruidosamente, se sentó en la cama con el cabello de la nuca en punta.

—¿Estaba durmiendo al revés? —susurró, su tono incluso más grave de lo normal.

—Tienes muy mal dormir.

Se fregó el rostro con las palmas enmudeciendo otro bostezo.

—Yo no sé —fue su pobre excusa—, solo sé que dormí increíble abrazado a mi novio bebé.

Aquello le sacó una risa nasal a Xiao Zhen.

—Yo pensé que iba a morir asfixiado por tu culpa.

—Una vez yo me asfixié —dijo Liú Tian todavía adormilado. Pestañeaba con dificultad hacia Xiao Zhen, mantenía solo un ojo abierto.

—¿Haciendo qué? —preguntó colocándose de pie.

—Una mamada.

Xiao Zhen se tropezó con las mantas y estuvo a punto de estrellarse contra el suelo. Logró afirmarse del borde de la cama.

—¡¿Qué?!

Liú Tian por fin se había despertado del todo. Debía verse como un ciervo acorralado por los faroles de un camión.

—Sí, bueno —se rio rascándose una axila—, cosas que pasan, Carlitos.

—¿Cómo que son cosas que pasan? —cuestionó Xiao Zhen con un hilo de voz. Se había bajado de la cama y posicionado a un lado con las manos en la cintura.

—Solo fue una mamadita —le restó importancia.

—Solo eso, claro —se burló Xiao Zhen.

Se encogió de hombros, ahora rascándose la mejilla.

—Sí, además tampoco creo ser bueno en eso.

—¿No?

—Sí, bueno, es que lo mordí un poco.

Xiao Zhen dio un paso hacia atrás.

—Lo... ¿mordiste?

—¡Pero se lo merecía! —se quejó Liú Tian con indignación—. Me tapó la nariz y me estaba ahogando con su pene en mi boca. Y tengo que ser sincero, no fue para nada bonito.

Liú Tian se sorprendió al escuchar la carcajada fuerte y repentina de Xiao Zhen que le sacó lágrimas en las esquinas de los ojos. Sin entenderlo, le clavó un dedo en las costillas para que se detuviera.

—Oye, no es gracioso. Tu novio podría haber muerto y ahora no conocerías la felicidad de ser mío.

Xiao Zhen se limpió las mejillas todavía con una risa burbujeándole en la boca del estómago.

Calcomanía (Novela 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora