Liú Tian moría por ese chico, quería abrazarlo y sujetarlo contra sí, meterle las manos en los bolsillos traseros del pantalón y apegarlo a su entrepierna.

Quería rozarlo.

Tocar su piel.

Pero se conformó con entrelazar los dedos con los mechones de su cabello. Luego deslizó las manos por su cuello, tanteando su piel cálida. Regresó a su nuca y una vez más a su clavícula y más arriba, a su mandíbula y finalmente a sus mejillas.

Se separó de él.

Sus respiraciones eran jadeantes, podía sentir el aliento pesado y caliente de Xiao Zhen contra sus propios labios. Su boca estaba algo irritada y a la vez deseosa, porque ese beso había durado demasiado poco. Le mordió el labio inferior solo porque podía.

—Tian —se quejó Xiao Zhen.

—¿Qué? —preguntó con inocencia.

Recibió como respuesta un abrazo ajustado. Sintió el corazón de Xiao Zhen latiendo con fuerza contra su pecho, y también sintió algo más. Al devolverle el abrazo, le dio un beso en el cuello, justo en esa curva que se formaba al finalizar la mandíbula. Xiao Zhen lo apretó con más fuerzas contra él.

—Me gusta esto —dijo Liú Tian. Meció la cadera de izquierda a derecha—. Qué gran pareja de baile seríamos.

Continuó moviéndose hasta que Xiao Zhen apretó su cadera para sujetarlo.

—Tian —advirtió.

—No estoy haciendo nada —contestó con total simpleza.

—Te estabas moviendo.

—Bailando —corrigió.

—Solo mecías la cadera.

—Como en la película Vaselina. ¿Qué puedo decir? Soy un digno estudiante del movimiento pélvico de John Travolta.

—Él no se mueve así.

—¿No? —se hizo el desentendido. Mantenía los brazos cruzados tras el cuello de Xiao Zhen, pero había inclinado el torso hacia atrás—. ¿Debería entonces inscribirme en una escuela de baile? Solo tendría que conseguirme una pareja.

—No empieces.

Liú Tian sonrió.

—¿Celoso?

Xiao Zhen contempló el cielo anaranjado unos instantes, ya estaba anocheciendo. Liú Tian pensó que lo negaría, por lo que no supo muy bien cómo reaccionar cuando su respuesta fue otra.

—Sí, gege, mucho.

Se quedó observándolo anonadado.

—¿Carlitos?

—¿Mm?

—¿Dónde estuviste todo este tiempo?

—En China.

—Carlitos.

—¿Mm?

—¿Sabes que hablaba de manera figurativa, cierto? Solo intentaba ser romántico.

Al ver que se sonrojaba, Liú Tian le dio un beso en la mejilla y lo soltó. Fingió no notar que Xiao Zhen se llevaban la mano al rostro con expresión perdida. Tarareando feliz, agarró las bolsas que dejó en el piso.

—¿Vamos? —pidió, avanzando por el camino de piedras hasta la casa fría y vacía. Sus zapatos resonaron en el piso de madera de la entrada.

—¿Qué...? —jadeó Xiao Zhen tras suyo. Liú Tian lo observó por sobre el hombro, sus cejas alzadas en interrogación—. ¿Qué traes contigo, gege?

Calcomanía (Novela 1)Where stories live. Discover now