FINAL...

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  • Dedicado a a todos mis lectores
                                    

17 de Noviembre del 2013

        Iban a dar las 10 de la mañana en aquel lluvioso domingo, cuando Maiya se puso de pie, rechazando la ayuda que le brindaban tanto las enfermeras como Robert; les había asegurado a todos que se sentía mucho mejor, y exigía la dejaran marcharse. Los últimos días en el hospital habían sido de ayuda, pero para ella fueron un reverendo desperdicio de tiempo; se moría por regresar a casa, estar cerca de Mark, ver a Ryu y Okami,  asegurarse de que todo estuviera en orden... Dios, simplemente quería volver a su hogar.

      -Ven, estoy bien. Puedo terminar de recuperarme en casa...-. Exigió con una mueca altanera en el rostro, luego de lograr su cometido totalmente sola.

       El doctor que la estaba atendiendo, la observo detenidamente de pies a cabeza, para luego enfocar su vista en el expediente que llevaba entre sus manos. La verdad no estaba para nada convencido de dejarla ir, pero tampoco podía amarrarla a la cama para impedírselo; el hombre suspiro resignado ante su terca paciente, y después asintió con la cabeza ligeramente.

       -¿Podría persuadirla a que se quedara al menos dos días más?-. Preguntó en tono condescendiente, mirándola por encima de sus anteojos. 

       -No-. Replicó ella mirándolo como si le acabara de salir una segunda cabeza. 

      -En ese caso, voy a arreglar las cosas para darle el alta-. Él cerró la carpeta, y comenzó a caminar hacia la puerta de salida seguido por las dos enfermeras que estaban a su lado. -Sin embargo, es totalmente bajo su responsabilidad...-. Dijo mientras se alejaba por el pasillo.

        Al ver que había logrado su propósito, y que ahora solo estaban ella y Robert en la habitación, Maiya sonrió de oreja a oreja triunfante por su brillante actuación. No es que estuviera mintiendo del todo, la verdad si se sentía mucho mejor; aunque quizás quedarse un par de días más tampoco hubiese estado del todo mal. 

        El alfa por su parte, que hasta el momento no había dicho absolutamente nada;  la miró levantando una ceja pensativo, después camino hasta colocarse frente a ella, y sin previo aviso se agacho para luego sujetar con un poco de presión la parte baja de su rodilla izquierda. En cuanto Maiya sintió el agarre, su piel palideció unos cuantos tonos. 

      -Oh perdón...-. Dijo de forma socarrona conteniendo la sonrisa. -¿Te dolió?-. Preguntó levantando la vista para alcanzarla.

      Maiya apretó los puños, y al momento que lo hizo otra sacudida de dolor la atacó. Sí, en general cada maldito centímetro del cuerpo le dolía a cualquier simple roce, y Robert estaba más consciente de eso que ella misma. 

   -N...no...-. Un fracasado intento de sonrisa quiso dibujarse en sus labios, aunque lo único que logro fue una mueca de dolor. -Estoy...bien...

       -Hummm-. Él bajó la vista de nuevo a sus piernas, y una vez más hizo presión; solo que esta vez fueron dos ligeros apretones. -¿De verdad?

       -S...si..-. Para ese momento parecía una tabla por lo rígida que se había puesto.

     -¿De verdad, de verdad?

      Su lenta tortura continúo un par de segundos más, hasta que Maiya, con lágrimas a  punto de brotar por sus ojos y la furia en punto máximo, se giró para alcanzar la almohada que había sobre la cama, y golpearlo en la cabeza.

     -¡Deja de hacer eso!

     Robert levantó la mano, y en un ágil movimiento le quitó la blanda arma, mientras se colocaba a solo unos centímetros de su rostro, acorralándola entre él y la cama.

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