CAPITULO V

5K 399 34
                                    

 5 de Junio del 2012

     Maiya casi se infarta cuando escucho que se trataba del presidente de una editorial,  había soñado con ese momento durante mucho tiempo, pero aun no podía ilusionarse, quizás le hablaban para lo mismo que las últimas veces… rechazarla.

     -¡SI!..am.. si, dígame en que le puedo ayudar…-. Respondió ella ante lo que acababa de escuchar, intentando por todos los medios esconder su nerviosismo; que le fue más que imposible, pues al otro lado de la línea pudo notar como aquel hombre intento suprimir una sonrisa.

     -Tengo en mi poder un manuscrito con sus datos; lo he leído y creo que tiene los errores más ridículos que puede cometer un escritor, honestamente aun tengo mis dudas respecto a si lo ha hecho usted intencional o simplemente resulto de esta forma…

     -¡Oiga!! Ya sé que mi historia no es perfecta, pero no tiene porque ser grosero-. Le interrumpió bastante molesta. –…si no es de su agrado, pudo solo tirarlo y ahorrarse la maldita larga distancia…

     -Lo siento, pero aun no termino de hablar-. Le corto el de manera firme, aunque Maiya pudo notar como contenía una sonrisa, lo cual la hizo enfurecer mas, por lo que sin dejarlo continuar colgó el teléfono.

     -¡PERO QUIEN RAYOS SE CREE ESE IDIOTA!!!, llamarme desde España solo para burlarse… será hijo de…

     -Tst…tst…tst… palabrotas-. Comento el pequeño Mark moviendo su dedo de forma reprobatoria contra Maiya, quien se sorprendió al verlo, pues se le había olvidado que el niño aun estaba en su casa. Ella puso los ojos en blanco y luego suspiro, dejaría su rabia guardada para después, ahora tenía que ir a dejar al niño a la iglesia, ya era más tarde de lo que le gustaría.

     El trayecto era corto, por lo que Maiya solo tuvo que soportar durante un corto tiempo el interrogatorio del pequeño, que intentaba averiguar quién la había puesto de tan mal humor, incluso cuando llegaron, se resistía a darse por vencido.

     -Padre, dígale que me cuente quien le llamo…-. Exigió el pequeño haciendo pucheros. Lo que provocó una sonrisa en Maiya y el Sacerdote.

     -Enano deja de preguntar cosas sin importancia y vete a dormir, mañana no quedarás levantarte para la escuela-. Respondió ella sacudiéndole el cabello.

     -Si no me dices, le diré al Padre las palabrotas que has dicho…-. Esta vez su cara era la de un autentico gánster; sería posible ser tan tierno al chantajear. Para él lo era.

     -Am… eso no es lo que parece Padre…-. Replico Maiya en su defensa, fulminando con la mirada al niño. –es solo que un imbe… -. Ella se llevo una mano a la boca antes de terminar la oración, y miro apenada al sacerdote, quien no pudo evitar sonreír.

     -Es evidente que no fue una llamada amigable; como sea, eso no es de nuestra incumbencia Mark… así que, a dormir, anda-. Dijo mientras empujaba amablemente al niño para que entrara.

     -Está bien….-. Mark se detuvo antes de entrar y se giro hacia Maiya. –Yo se que puedes hacer para que se te quite lo enojada, ven-. Él le indico que se le acercara más, y cuando ella quedo a su altura le dio un sonoro beso en la mejilla. –Para que duermas bien-. Termino con una sonrisa picara en sus labios, para luego irse corriendo.

     Maiya se despidió de ambos, y regreso ahora mucho más tranquila, ese enano sí que era todo un caso, y a ella le encantaba. Al entrar en su casa, el teléfono estaba timbrando, ella corrió, y al ver que era larga distancia decidió no contestar, estaba segura se trataba del demente que la había llamado antes; sin embargo, el demente en cuestión parecía no querer darse por vencido, pues el teléfono sonó al menos otras cinco veces, hasta que le dieron las doce de la noche, cuando finalmente aquel infernal acoso termino.

PredestinadosWhere stories live. Discover now