CAPITULO XVIII

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12 de agosto del 2013

     Pasaron solo unos minutos antes de que Robert pudiera recuperarse de su estado de shock.  Un torbellino de preguntas se apodero de su cerebro, mientras tenía una lucha interna con la tempestad de sensaciones que martirizaban su cuerpo. Él se levanto de manera rápida, y con paso ágil emprendió su camino. Esa mujer estaba loca si creía que la dejaría escapar.

     Maiya corría tanto como sus piernas se lo permitían, y bajo ninguna circunstancia se permitió perder de vista al cachorro que iba a su lado. ¿Cómo diablos en todo el jodido mundo, ese tipo había podido encontrarlos?, la pregunta le carcomía los nervios y las entrañas, aterrorizándola en niveles que nunca antes pensó alcanzar. Debían llegar cuanto antes al jeep, y una vez que se supiera fuera del alcance de su depredador, entonces pensaría de manera fría y tranquila que iba a hacer. Sin embargo, el tiempo no le permitió tal lujo.  En menos de lo que ella hubiese esperado, Robert la tomo por la mano impidiéndole continuar con su camino.

     -¡¿Quién eres?!-. Le grito alterado, en un completo estado de confusión y furia.

    Maiya lucho inútilmente por liberarse, pero lo cierto es que ni todo su entrenamiento pudo haberla preparado para enfrentarse a un hombre en ese estado de ira. Los ojos de Robert brillaban llenos de promesas de sufrimiento y muerte; mientras que su cuerpo parecía estar en un estado de alerta, listo para atacar y partir en pedazos a su presa. Ella no pudo evitar paralizarse ante la bestia que tenía de frente.

     -Suéltame… eso debería de preguntarlo yo…-. Respondió ella con voz temblorosa.

    Su respuesta fue como una burla; acaso ella pensaba que él era idiota, que no se daría cuenta de lo que ocurría. Ni siquiera el gruñido de los perros y el pequeño cachorro pudo distraerlo  de su tarea.

     -¡¡No te quieras pasar de lista!!-. Le grito, al tiempo que con una fuerza arrebatadora la arrogo hasta uno de los arboles, donde Maiya estrello de lleno su espalda. El golpe fue tan fuerte que en ese mismo instante, aunque intento con todo lo que pudo mantenerse despierta, un estado de inconsciencia la arrastro a las profundidades. 

Robert observo tan quieto como una estatua, como los ojos de Maiya se iban cerrando lentamente, y su respiración se volvía más y más lenta; y en esa misma fracción de segundo, toda la rabia, la frustración, el enojo y la ira que sentía abandonaron su cuerpo, pues un fuerte sentimiento de culpabilidad lleno cada espacio de su mente y su cuerpo. ¿Por qué diablos había hecho eso?

      Sin entender muy bien lo que pasaba, el pequeño Mark se acerco hasta su mamá, y no pudo evitar soltar un aullido; deseaba con todas sus fuerzas poder volver a la normalidad, y llamarla, decirle que abriera sus ojos; pero por más que intentaba era imposible, él no sabía cómo controlar sus transformaciones, y nunca antes le había pasado a plena luz del día. Un sonido de unos pasos acercándose le llamaron la atención, él se giro y vio como aquel extraño intentaba acercarse de nuevo a su mamá, pero esta vez él no se lo permitiría, él la iba a defender, costara lo que costara.

     Dando un gran resoplido, Robert termino de sacar su confusión, ahora lo más importante era ayudar a Maiya; y ya después averiguaría que infiernos estaba pasando. Sin embargo, acercarse sería una tarea difícil, los dos perros le bloqueaban el camino, listos para atacarlo en cualquier momento, y el pequeño cachorro estaba parado junto a la mujer, con una mirada que podría ahuyentar a cualquiera, a cualquiera excepto a él.

      -Escucha niño déjame acercarme, solo quiero ayudar…-. Pensar eso era una cosa, pero al decirlo en voz alta, incluso para él sonó ridículo. Después de todo, era su culpa que hubiese terminado así. –Ya se, ya se… fui yo quien hizo eso, pero te prometo que no volverá a pasar, ahora por favor…dejen que me acerque-. Dijo mientras levantaba las manos, como signo de rendición. No estaba seguro de que dialogar fuese a funcionar, pero no quería usar la fuerza también con el niño; no después de haber perdido los estribos antes.

PredestinadosWhere stories live. Discover now