CAPITULO VII

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12 de Octubre del 2012

     Sentada en uno de los bancos de la iglesia, Maiya observaba a Mark platicando con Jacky, quien había ido de visita por primera vez; y al igual que toda la gente que lo conocía, estaba fascinada con el enano.

     -Y… ¿Dices que le contaste sobre sus transformaciones??-. Pregunto el Padre Carlos sentándose a su lado.

    -Créame, ella guardara el secreto…

     -¿Enserio te creyó?-. El sacerdote estaba preocupado respecto a este asunto; durante un año él había intentado por todos los medios mantener esto oculto, y ahora, cada vez más gente parecía estar al tanto de la situación. Aun no se convencía de que esto fuese lo mejor.

     -Al principio…no…-. Respondió Maiya recordando el momento en que le conto todo a su amiga. –Estaba segura de que yo hablaba de mi nueva novela… pero cuando se dio cuenta que decía la verdad… extrañamente respondió “Esto solo te podía pasar a ti”. Supongo que se lo tomo mejor de lo que esperaba…

     El Padre Carlos la miro de reojo y luego sonrió; si era o no lo correcto, solo el tiempo se lo diría, de momento solo le quedaba confiar en Dios que todo esto saldría bien; aunque por lo pronto  ya tenían algo ganado, pues el proceso de adopción se había aprobado; tardaría cerca de un año, quizás más quizás menos, pero ya solo se trataba de papeleo. Muy pronto el pequeño sería conocido como Mark Franco.

      Eran casi las nueve de la noche, cuando los cuatro estaban tomando chocolate en el jardín de la casa de Maiya. El pequeño Mark alegando que era una plática aburrida, se levanto y se puso a jugar con Ryu y Okami; pero no pasaron más de diez minutos cuando se acerco de nuevo corriendo. Esa noche era luna llena, y su cambio estaba por ocurrir. Jacky al escuchar del aviso del niño, rápidamente se puso de pie y lo siguió, quería ver cada paso de este suceso, y comprobar con sus propios ojos que en realidad, era un hombre lobo. Maiya, sonrío  al pensar para sí que su amiga reflejaba un entusiasmo bastante infantil, al igual que “su hijo” ; aquellas dos palabras la hicieron petrificarse en su silla… ese niño que ahora mismo se estaba transformando en un lobo, era SU HIJO.

     -¿Te encuentras bien??-. Le pregunto asustado el sacerdote, quien la observaba fijamente.

     -Si…yo… am… lo siento; es solo que…-. Ella se quedo en silencio cuando su atención fue robada por el pequeño, que ahora convertido en un cachorro de lobo,  jugueteaba a perseguía a su amiga por todo el patio.

     -¿Es solo que… ¡¡NO TE ESTARAS ARREPINTIENDO!!?-. Cuestiono levantándose de su silla, para luego sentarse y voltear hacia el pequeño, esperando no lo hubiese escuchado.

     -¡¿Qué?!... no, no, para nada… solo pensaba en lo especial que era… y que yo… pues yo no soy nadie, y…

     -Hija, pero como puedes pensar eso-. Dijo el Padre interrumpiéndola. –Tú eres una gran mujer, no cualquiera haría lo que tú estás haciendo por ese niño. Además, poniendo de lado el gran corazón que has demostrado tener; lo cual Dios seguramente te recompensara; ahora eres una escritora rica y famosa…

     Maiya finalmente dirigió su mirada hacia el sacerdote, y no pudo reprimir una sonrisa, era gracioso escucharlo decir todo aquello, más porque no era para nada a lo que ella se refería.

     -Se lo agradezco Padre-. Fue ella quien ahora le interrumpía. –Aprecio mucho que me diga esas cosas, pero… no me estaba refiriendo a eso.

     -¿Entonces a qué?-. Respondió intrigado frunciendo el ceño.

     -Bueno, solo mírelo…-. Ella señalo hacia Mark, que se entretenía fastidiando a Jacky, Ryu y Okami, los cuales le dejaban hacerlos como él quisiera. –La palabra “especial” en él, creo se queda corta, y aunque de momento su secreto se ha mantenido pues "secreto”, no sabemos cuánto tiempo más logremos mantenerlo así. Además, tenemos que ser realistas, él no puede ser el único hombre lobo que existe en el mundo; que pasa si alguien lo está buscando, si quieren hacerle daño… ¿o por qué más usted cree que su madre lo abandono?

PredestinadosWhere stories live. Discover now