CAPITULO XLV

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4 de noviembre del 2013

      El fin de semana había transcurrido sin mayores problemas. A excepción del humor de Maiya, que era como si se hubiese transformado en el Doctor Jekyll y el Señor Hyde. Con todos era la misma persona agradable de siempre, menos con Jaky y Robert; a quienes miraba como si pudiera pulverizarlos. Mientras que Alejandro había vuelto dos veces más; una el sábado para invitar al cine a Mark y a Maiya; y el domingo para ir juntos a comer.

       Esa mañana eran cerca de las diez cuando Robert, Maiya, Logan y Jaky, estaban reunidos en el campo de tiro de la propiedad McAvoy. Hacía una semana que habían terminado unas remodelaciones y Logan insistió para que fueran a revisar que todo hubiera quedado en orden, ya que de esta forma podían aprovechar para dar un recorrido por los alrededores a caballo, pues Jaky era la primera vez que iba de visita. Sin embargo, el paseo se convirtió en una ceñida competencia.

       -Cielos, había escuchado que eras buena…-. Logan dio un gran suspiro al notar como había perdido. No porque sus tiros fueran malos, sino simplemente porque los de Maiya eran mucho mejores. –Pero honestamente no me imaginaba que tanto. Por favor amigo…-. Comentó en tono cómico mientras le entregaba el arma a Robert. –Tienes que vengarme…

        Sin muchas ganas, Robert sonrío, tomó el arma como si estuviera cubierta por un veneno mortal, y le dio una mirada llena de arrepentimiento a su esposa, igual que las que le había dado durante todo el fin de semana. Maiya respondió con indiferencia pura. Él suspiró resignado, apuntó y disparó.  Fueron cinco tiros impresionantes.

      Al notar lo bien que lo había hecho su amigo, Logan aplaudió con entusiasmo y luego le dio unas palmadas en la espalda. Maiya por su parte, lo miró sin indiferencia por primera vez en los últimos tres días; este pequeño gesto hizo que Robert sintiera que por fin había hecho algo bueno… pero pronto se dio cuenta de su error.

      Pum. Pum. Pum. Pum. Pum.

      Los cinco tiros salieron sin advertencia alguna sorprendiendo a todos. Con cada uno de ellos, Jaky se iba poniendo más nerviosa. Entendía que Maiya estuviera enojada luego de que se enterara que ella fue quien le contó a Alejandro lo de Mark… pero en su defensa pensaba que eso era algo bueno. En cuanto a Robert, él pobre sintió que su sangre se congelaba cuando se dio cuenta que los cinco disparos habían dado de forma increíble en el centro de la diana de tiro. Ambos tenían el horrible presentimiento que sus rostros eran los que ocupaban ese privilegiado lugar en la imaginación de Maiya.

     -Decías Logan…-. Maiya sonrió burlona y triunfante.

     -Wow… espero nunca hacerte enojar…-. Logan se dio cuenta de su error cuando vio cómo su novia y amigo palidecían ante la frase.

            -Entonces eres una persona inteligente…

      -Ya lo creo que lo es…-. Jaky se acercó a él y le sujeto la mano. –Pero porque no lo debatimos en otro lugar…-. Sus nervios no podrían soportar esto por más tiempo. Nunca le habían gustado las armas, y menos que su amiga supiera cómo utilizarlas tan bien. Todo se ponía peor si esta espantosa combinación se daba cuando estaban enojadas.

       En ese momento toda la confianza de Maiya se vino abajo. Antes de salir al famoso paseo, fue uno de los trabajadores el que amablemente le ayudó a montar a Moonlight…pero ahora ¿Cómo rayos le iba a hacer? Podía adorar a su caballo, pero seguía dándole un pánico irracional montarlo. Y para rematar su desgracia, era la única entre los presentes que no era buena en esta actividad, pues Jaky había tomado cursos de equitación cuando era una niña; mientras que Logan y Robert… bueno, habían tenido toda su vida para perfeccionar la técnica.

PredestinadosWhere stories live. Discover now