CAPITULO LVIII

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         Apretándose tanto como le era posible al brazo de su padre,  Mark incluso dejo de respirar, cuando se dio cuenta que el gigantesco animal iba directo hacia él. Qué más daba si Robert le había asegurado que era alguien conocido, de haber sabido lo que iba a encontrar, probablemente se hubiese quedado junto con Okami dentro de la habitación… y no era miedo, solo precaución; esa cosa seguramente podía devorarlo de un bocado y aun le quedaría hambre.

        De pronto, una curiosa sensación comenzó  a acariciarle el rostro. Un toque suave y delicado, que le provocó un cosquilleo agradable alrededor de la mejilla, hizo que el niño finalmente se decidiera por abrir los ojos. Tremenda sorpresa se llevó, al notar que la tigresa se recargaba con cuidado sobre él.

        Su primera reacción fue intentar gritar; sin embargo, su voz se quedó a medio camino, y rápidamente el grito se transformó en una sonora carcajada.

       -Ba…basta…me…haces… ¡cosquillas!

         La tigresa había entendido al instante la forma en que asustó al niño, pues era consciente que su actual apariencia imponía en muchos sentidos; sin embargo, las tremendas ganas que sentía por conocerlo, le habían superado.

        Después de que Robert les hiciera saber que tenía un hijo, todos en la familia estaban ansiosos por visitarlos; pero debido a la forma en que estaban ocurriendo las cosas, no habían podido hacerlo pues él les pidió tiempo para poner todo en orden. Y ahora estaba aquí, junto a ellos… no podían culparla por ponerse un poco extrema.

        Afortunadamente para ella, no solo contaba con su encantadora personalidad; sino que su misma aterradora apariencia, podía convertirse en su mejor arma de soborno contra un niño… siendo sinceros, contra cualquiera. ¿Quién podría resistirse a que un enorme y hermoso tigre de bengala albino se comportara como un tierno gatito? NADIE.

       Y así, mientras que Alejandro sintió como el nudo en su estómago se contrajo aun más, por la cercanía de semejante animal con Mark; Logan miraba la escena con cierto recelo, al conocer la artimañas de su amiga de la infancia;  Jaky se ocultaba nerviosa tras su novio ante la invitada sorpresa; y Robert sonreía por primera vez desde que la pesadilla empezó… ella movía con cuidado y cariño su enorme cabeza sobre el niño, provocándole cosquillas, para después con un leve empujón arrojarlo al suelo en cuanto se soltó de su padre, y acurrucarse a su lado juguetonamente.

        -A mí también me da mucho gusto volver a verte…-. Replicó Robert en tono sarcástico al cabo de unos segundos. Ella no le había dedicado ni una sola mirada.

       Al escuchar la voz, la tigresa le hizo un último par de cariños al niño en la cara, y finalmente se apartó para prestar atención a Robert.  Sus ojos verdes se clavaron en los hermosos ámbar, y la conexión fue instantánea. Él sonrío con ternura, y luego ayudo a su hijo a ponerse en pie.

       -Creo que será más fácil para todos si ocultas el pelaje Key… Tus cosas están en la habitación para huéspedes-. Apuntó él, señalando en dirección al interior de la casa.

        Ella inclinó un poco su cabeza en respuesta, parecía analizar a detalle las expresiones que mostraba el alfa; y luego volvió a mirar al niño. Cual felino demandante de atención, se acercó para hacerle un último cariño a Mark, y enseguida se adentro en la casa.

       En cuanto la tigresa se perdió en el interior, Jaky se  movió rápidamente de su lugar para alcanzar al pequeño, y revisar que estuviera completo. El hecho de que su novio fuese un hombre lobo… que el mismo Mark lo fuese, no era más impresionante que la escena que acababa de presenciar. Ese gigantesco animal pronto mostraría su forma humana, y quizás entonces el proceso de aceptación sería más sencillo; sin embargo, en ese momento se cuestionaba seriamente si el niño estaba completo, o le faltaría algún dedo.

PredestinadosWhere stories live. Discover now